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| viernes marzo 29, 2024

EMOR


 

La sección Emor (“Diles”) comienza con las leyes especiales de los Cohaním (“sacerdotes”), del Cohen Gadol (“Sumo Sacerdote”), y del servicio en el Templo: un Cohen no puede volverse ritualmente impuro a través de entrar en contacto con un cadáver, excepto en el caso de la muerte de un familiar cercano. Un Cohen no puede casarse con una mujer divorciada ni con una mujer con un pasado promiscuo; el Cohen Gadol puede casarse solamente con una mujer virgen. Un Cohen con una deformidad física no puede servir en el Santo Templo; tampoco un animal deforme puede ser ofrendado.

Cuando nacen un ternero, un cabrito o un carnero deben ser dejados con su madre por siete días; queda prohibido degollar a un animal y su cría en el mismo día.

La segunda parte de Emor da una lista de las festividadesanuales del calendario judío. La ofrenda de Pesaj el 14 de Nisán; el festival de siete días de Pesaj comenzando el 15 de Nisán; la ofrenda de cebada llamada Omer en el segundo día de Pesaj y el comienzo de la Cuenta del Omer por los siguientes 49 días, culminando en el festival de Shavuot en el quincuagésimo día; un “recuerdo del sonido del shofar” el 1 de Tishrei; un solemne día de ayuno el 10 de Tishrei; y el festival de Sucot —durante el cual uno debe vivir en una cabaña por siete días y tomar las “Cuatro Especies” —comenzando el 15 de Tishrei.

Emor concluye con el incidente de un hombre ejecutado por blasfemar, las penas por asesinato y por injuriar al prójimo o destruir su propiedad (compensaciones monetarias).

 

SI CUMPLIMOS CON ELLOS EL CUMPLE CON NOSOTROS

En la enumeración de las festividades encontramos en nuestra Parashá un hecho curioso.

Tras mencionar el Shabat, Pesaj y Shavuot, aparece algo que, en apariencia, no tiene nada que ver con las festividades. De pronto se menciona la obligación de dejar el rincón de los campos y los racimos y gavillas olvidadas para los pobres.

¿Qué tiene que ver esto con la temática de la Parashá en si?

Tiene, y mucho. Si tras cumplir con Shabat, con Pesaj y Shavuot, o sea, el descanso en el séptimo día, el comer matzá y traer la ofrenda del Omer en Pesaj, recibimos la bendición de llevar las primicias al Bet Hamikdash. Con mucha más razón si en nuestra abundancia nos acordamos de los pobres, procurando que nada les falte, recibiremos un buen juicio en Rosh HaShaná, seremos perdonados en Iom Kipur, tendremos una cosecha abundante en Sucot y nos regocijaremos en Sheminí Atzeret.

 

Lag Baomer

Lag Baomer, el  día 33 de la Cuenta del Omer — — es un día festivo en el calendario judío, celebrado con excursiones (en las cuáles tradicionalmente los niños juegan con el arco y flecha), hogueras etc. Muchos visitan la tumba   (en Miron, al norte de Israel) del  gran Rabi  Shimon bar Iojai, el sabio y místico, que su Iortzait (aniversario del fallecimiento) es en este día. Rabi Shimon bar Iojai, que vivió en el  siglo II de la era común, fue el primero en enseñar públicamente, la dimensión mística de la Tora conocida como la “Cábala,” y es el autor del libro mas importante de la  Cábala,  el Zohar. En el día de su fallecimiento, Rabi Shimon ordenó a sus discípulos que recordaran esa fecha como “el día de mi alegría.” El Jasidut explica que el último día de la vida terrenal de una persona santa, marca el punto en el cual “todos sus hechos, sus enseñanzas y labor” alcanzan la perfección y el cenit de su impacto sobre nuestras vidas. Cada Lag Baomer celebramos la vida del Rabi Shimon y la revelación la parte esotérica de la Tora.

Lag Baomer también conmemora otro acontecimiento feliz. El Talmud relata que en las semanas entre Pesaj y Shavuot una plaga se propagó entre los discípulos del gran sabio Rabi Akiva “porque no actuaban respetuosamente uno hacia al otro «; estas semanas por lo tanto se observan como período de luto, con las varias actividades felices prohibidas por la ley y la costumbre. En Lag Baomer la muerte ceso. Así que este día también posee el concepto de Ahavat Israel, el precepto de amor y respeto al prójimo. (www.es.chabad.org)

 

 

 

El impacto de las pequeñas acciones

 

“Serán santos a su Dios y no profanarán el Nombre de su Dios…” (Vaikrá 21:6).

Esta parashá habla acerca de la obligación de los cohanim de conservar su santidad y la necesidad de “Serán santos a su Dios” más que el resto del pueblo de Israel. La parashá anterior habló de la obligación de cada judío de ser santo, pero los cohanim tienen una obligación adicional de buscar y conservar esa santidad mayor que la que Dios le otorgó al resto del pueblo.

Sin embargo, es curioso que Dios les haya pedido a los cohanim en un mismo versículo algo tan elevado como ser santos e, inmediatamente después, prohibirles algo tan obvio y bajo como no profanar el Nombre de Dios. Rav Yaakov Neiman formula y responde esta pregunta1 señalando que si uno no busca la santidad, uno simultáneamente está a punto de profanar el Nombre de Dios.

Esta idea aparece también en el segundo párrafo que leemos en el Shemá: “He aquí que si obedecen Mis preceptos que Yo les ordeno hoy, de amar a Hashem su Dios, y de servirlo con todo su corazón y con toda su alma, entonces Yo proporcionaré lluvia para su Tierra en su momento propicio, las primeras y las últimas lluvias, para que puedas cosechar tus granos, tu vino y tu aceite. Proporcionaré hierbas en tu campo para tus vacunos y comerás y te saciarás. Sean precavidos, para que su corazón no sea seducido y se desvíen y sirvan a otros dioses y se inclinen ante ellos” (Devarim 11:13-16). En otras palabras, debemos amar a Dios y ser precavidos de nos servir a otros dioses: si no amamos a Dios, corremos el riesgo de servir a otros dioses.

Aparentemente la idea no tiene sentido, pero los sabios nos dicen: “Esta es la manera de actuar de la inclinación al mal: te incita a hacer esto y después lo otro hasta que te incita a adorar ídolos”2. Esto también explica por qué en la lectura de la Torá de Iom Kipur en la tarde leemos los versículos de las relaciones prohibidas: si uno no aprovecha Iom Kipur y se une a Dios, puede eventualmente violar inclusive las prohibiciones más severas.

No debemos menospreciar el impacto de los pequeños actos que poco a poco moldean nuestra personalidad. De hecho, no hay acto inocuo en la vida. Cada acto que llevamos a cabo, minúsculo o impactante, deja huella en la personalidad. Tomemos por ejemplo manejar un automóvil por algunos minutos: ¿corriges tu egoísmo al ceder el paso ante los peatones o lo fomentas al no hacerlo?3. Uno no permanece igual inclusive después de hacer algo tan aparentemente insignificante como trasladarse de un lugar a otro en automóvil.

Cada acto deja un impacto. Si no estamos en un camino que busca santificar el Nombre de Dios, muy posiblemente estamos en un camino que eventualmente lo profanará. (www.aishlatino.com)

 

El suspiro que uno emite a causa del dolor que sufre su prójimo quiebra todas las barreras impenetrables de los “acusadores” celestiales. Y cuando una persona se regocija por la alegría de su prójimo y lo bendice, Di-s lo valora y lo acepta como si fuera la plegaria de Rabí Ishmael, el Sumo Sacerdote, el Santo de Santos. (Baal Shem Tov)

 

 

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