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| domingo diciembre 22, 2024

Hoy, 50 Años Mas Tarde…


Mayo de 1967, los comentarios periodísticos anunciaban una Guerra inminente en el medio Oriente, el movimiento Sionista en ebullición, una Guerra pondría en peligro de desaparición al Estado de Israel.

Nosotros, que nacimos con el Estado de Israel, no conocimos ninguna realidad fuera de la existencia del Estado Judío, esa seguridad que hoy vemos como trivial, era de todos modos, una realidad relativamente nueva para nuestros padres y abuelos.

Y ahora, mayo del 1967, una vez más, una obscura nube, cubre el cielo del mundo judío y pone en duda la misma continuidad del Estado de Israel.

Los macabros chistes que rondaban en esos días en Israel decían que ya había un cartel en el aeropuerto de Ben Gurión que pedía que «el último en abandonar el país, que apague la luz…»

Veníamos de una época difícil para el judaísmo argentino, movimientos neo-nazis levantaban la cabeza, Tacuara la GRN (guardia restauradora nacionalista) con sus vestimentas especiales, su peinado «a la gomina» y el saludo Nazi, traían demasiados frescos recuerdos de la bestia nazi que hiciera estragos en nuestro pueblo. Aun así, cuando participábamos en sus manifestaciones para enterarnos que decían, cantábamos junto con ellos «judíos a Israel» era eso lo que nosotros, activistas sionistas en la Argentina, pensábamos que era el mejor futuro para nosotros, nuestras familias, y para el resto del Pueblo judío.

Ellos deseaban expulsarnos, nosotros pensábamos en la Alia como el medio necesario para volver a ser un pueblo normal en su tierra.

Esos días de tensa espera en el mes de mayo nos sirvieron para tomar nuestra decisión, tomando en cuenta la situación, que alternativa teníamos? Solo una, prepararnos a viajar a Israel y ofrecernos de voluntarios y así reemplazar a las decenas de miles de Israelíes que deberían abandonar sus hogares y trabajos a fin de servir al Estado de Israel y a sus fuerzas armadas.

Hablamos con nuestros padres, Tzipora Z»L (mi novia de esos tiempos, y luego mi querida mujer por casi 40 años) y yo. Éramos menores de edad sin el permiso de nuestros padres no podríamos salir de la Argentina.  Sus respuestas fueron claras, NO, no firmaremos los poderes para permitirles viajar… pocos días más tarde ante nuestra insistencia, amenazas y llanto, empezamos a desmoronar los muros que nuestros padres construyeron. Si, nos costó mucho, pero el día  5 de Junio nuestros padres firmaron el anhelado permiso. ¡Mis suegros firmaron el permiso a dos de sus hijas!, la hermana de Tzipora, se unió al viaje también.

Un párrafo debe ser dedicado a nuestros padres, una firma de ese tenor ante la proximidad de una Guerra que podría «borrar del mapa» a Israel es una firma heroica, hasta hoy, admiro y agradezco a mis padres y los que con el tiempo se convirtieron en mis suegros, por habernos permitido cumplir con nuestros ideales. Imagino la preocupación y dolor con el que firmaron ante un Escribano esos poderes en un momento de tanta incertidumbre.

Solo el 7 de junio, pudimos subir a un avión que nos llevara a Rio de Janeiro a fin de alcanzar el barco Teodor Herzl que nos llevaría a Israel. Ese día se publicaba en la Argentina noticias que hablaban de grandes daños a lo largo y ancho del Estado de Israel. ¡Nuestro país ardía en llamas!

Es importante destacar la solidaridad de la comunidad Judía de la Argentina que en 24 horas puso en marcha centros de distribución de ropas y artículos adecuados a los voluntarios, una corta visita y salimos equipados adecuadamente para nuestra misión.

La comunidad judía de Rio de Janeiro, nos recibió con los brazos abiertos y nos alojaron en sus casas por la noche y nos llevaron a la mañana a abordar el barco.

 

Todo ello para llegar a Israel… cuando todo había ya terminado con el triunfo impensable de Tzahal a todos los ejércitos vecinos.

Ya las primeras buenas noticias nos alcanzaron al abordar el Teodor Herzl, y en un par de días comenzamos a entender que todo había ya terminado. No podré ocultar, que en alguna medida nos «desilusionamos» queríamos ser héroes y colaborar con el esfuerzo de nuestro pueblo y nos encontramos en un paseo marítimo de 20 días por el mar atlántico y el mar mediterráneo.

La entrada a Haifa fue una de las experiencias sionistas más fuertes que viví en mi vida, la orquesta del barco, tocando el Hatikva y nosotros y los trabajadores del Puerto en firmes, entonando nuestro emocionante himno. Cuanto lloramos de emoción, cuan impacientes estábamos por comenzar nuestra tarea…

Fuimos destinados, por ser un garin del Movimiento Betar, a Mevoot Betar en las colinas de Jerusalem, una Tiulit nos estaba esperando, debíamos apurar, era viernes y deberíamos llegar al meshek antes de Shabat.

Nos esperaban en Mevoot Betar con varias casas destinadas a nuestro alojamiento y una de ellas destinada a ser nuestro comedor. Para los voluntarios que fueron destinados a Kibutzim, las cosas eran más fáciles, nosotros, los únicos destinados a un Moshav Shitufi, debimos establecer una rutina distinta ya que no había un comedor comunitario, todos, en forma rotativa, nos hicimos cargo de cocinar para todo el grupo.

Al amanecer del Shabat, decidimos llegar de algún modo a Jerusalem, ya no teníamos paciencia, queríamos llegar a ella, recorrer sus calles, sentir sus olores, sentirnos en casa… afortunadamente tanto Tzipora como Dora sabían hebreo a la perfección, nos explicaron dónde ir a fin de viajar «a dedo» a Jerusalem, y así lo hicimos.

En ese cruce de caminos tuve mi primera experiencia con la sociedad israelí, dos jóvenes israelíes, aproximadamente de nuestra edad, esperando también a alguien que los lleve, preguntaron a las mujeres que hacíamos, a que vinimos, pronto la conversación paso a gritos, yo que no entendía una sola palabra, quería saber de qué se trataba… pero en vano, tanto Tzipora como Dora estaban furiosas.

En definitiva, cuando me explicaron lo que paso, entendí que esos dos jóvenes no entendían quien nos necesitaba acá, todo nuestro viaje había sido un despilfarro de dinero, ellos no necesitaban ninguna ayuda de los judíos del mundo, prueba de ello… llegamos demasiado tarde!!

Al llegar a Jerusalem ya sabíamos que ser voluntarios no era tan heroico como nosotros pensábamos… ya no nos apuramos a informar a que vinimos a nuestros interlocutores.

¡Hasta hoy recuerdo de la gran emoción de pasear por las calles de Jerusalem! A pesar de ser Shabat había un clima de fiesta por las calles difícil de explicar…

Al día siguiente, de acuerdo a las instrucciones recibidas, concluimos nuestro desayuno a las cinco de la mañana y ya, de inmediato vinieron a buscarnos para cumplir nuestra primera misión en el meshek.

En Mevoot Betar había una gran cantidad de gallineros productores de huevos, uno de los productos integrantes de la dieta de las gallinas era la harina de pescado.

Acababa de llegar un camión cargado a tope de bolsas de 50 kilos de esa «simpática» harina, quien mejor que nosotros para descargar dicho camión?

Yo, que en total pesaba 58 Kilos, y que odiaba (hasta el día de hoy) pescado, fui el primero en caerme cuando pusieron en mis hombros la primera bolsa. Ya alrededor nuestro habían más de 20 espectadores de entre los javerim del meshek, no paso mucho tiempo hasta que todos se revolcaran de risa ante ese espectáculo. Aun así concluimos nuestra misión de la que nos costó recuperarnos un par de días, hasta hoy, en momentos de nostalgia recuerdo el olor del que me costó desprenderme solo al cabo de unos días con la ayuda de kilos de jabón…

Pero no todo fue bolsas de harina de pescado, también había un criadero de nutrias, plantaciones de duraznos y cerezas. Fui destinado a trabajar en el centro de selección y embalaje de las frutas y rápidamente me convertí en ayudante del responsable del lugar.

 

En definitiva, en efecto, reemplazamos a gran parte de los hombres del meshek que aún estaban enrolados. Si cumplimos una importante misión y aportamos nuestro grano de arena, llegamos tarde a la Guerra, pero a tiempo de ayudar y cumplir misiones civiles necesarias que no podían hacer aquellos que aún estaban en el ejército.

A los pocos días de nuestro arribo, fuimos informados que se efectuaría una marcha del Movimiento Betar, que saldría de la puerta de Iaffo hasta el Muro de los Lamentos encabezada por Menajem Beguin.

Esta inolvidable marcha con nuestros uniformes de Betar y acompañados por nuestro líder fue también otro de los hitos de ese viaje. Shir Betar, Hatikva, el Kotel Hamaaravi. Nosotros éramos parte de ese acto histórico!

Éramos parte de miles de voluntarios de todo el mundo que dejaron estudios, familias, en muchos casos parejas a fin de asegurar la continuidad judía y expresar nuestra solidaridad con nuestro Estado de Israel.

Pero no todas fueron experiencias «nacionales», junto a Felix (z»l) otro componente del garin, decidimos hacer en Mevoot Betar el Bar Mitzva que no hiciéramos a los 13 años.

¡Hasta hoy recuerdo a todos los javerim del Moshav tirándonos caramelos al fin de nuestro Bar Mitzva a los 18 años! Hasta hoy me conmuevo al memorarlo.

A los 6 meses retornamos a la Argentina, habíamos prometido a nuestros padres que volveríamos, los intentos de los javerim del Moshav de convencernos para quedarnos no nos hicieron fácil la decisión, pero no podíamos fallar a nuestros padres.

Volvimos con la seguridad que nos casamos en un par de años y volvemos de inmediato a Israel… nuestra Alia se concretó al fin, solo al cabo de 15 largos años, con 2 hijos, Gustavo de 12 años y Carina de 8.

Si, han pasado ya 50 años, toda una vida, el Estado de Israel, aun hoy está amenazado, las guerras no han terminado, lamentablemente yo no veo un horizonte de paz verdadera, nuestros enemigos visten hoy ropas de anti-sionistas, pero la verdad es otra, sigue el antisemitismo en muchos rincones del planeta levantando sus garras, veo con preocupación lo que sucede en EEUU, en Francia y en tantos otros lugares.

Aun hoy, el mundo árabe sueña con la desaparición del Estado de Israel como Estado Judío. Pretenden una nueva partición de la tierra de Israel basado en las líneas de armisticio de hasta 1967 a fin de crear  dos estados, uno palestino, judenrain (limpio de judíos) y otro binacional en las fronteras que Abba Even definiera como «fronteras de Aushwitz».

 

Esto me recuerda una conferencia que escuchamos en el 1967 que dictara un conferencista de la Agencia Judía, demógrafo de profesión que en su erudita conferencia aseguro que en solo 15 años los árabes serian mayoría en este pequeño territorio, era por ello que el Estado de Israel debía llegar a un acuerdo rápidamente y «devolver» los territorios.

Esos mismos falsos profetas siguen hoy en día mostrando nuevas estadísticas apocalípticas sin haber aprendido nada.

La paz, en nuestra región, será posible solo cuando los palestinos, y el mundo árabe, comprendan que estamos aquí para siempre, que este pujante país, seguirá siendo el estado judío que el movimiento Sionista y sus líderes, Herzl, Jabotinsky, Ben Gurion y Menajem Beguin soñaron y ayudaron a construir.

 

Hernan Felman, 50 años más tarde, Mayo 2017

 

 
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