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| viernes abril 19, 2024

Por qué Abbas no aceptará «dos Estados para dos pueblos»


Hay una creencia tan extendida como falsa de que Mahmud Abás está por fin dispuesto a aceptar la solución de dos Estados propuesta por la ONU en noviembre de 1947, cuando dividió el Mandato de Palestina en dos áreas: una para el pueblo judío y otra para el pueblo árabe. Los judíos de Palestina aceptaron el acuerdo y proclamaron un Estado-nación para su pueblo que llevaría su nombre histórico: Israel. En cambio, los árabes de Palestina rechazaron la división y declararon que nunca aceptarían un Estado para el pueblo judío y la estadidad para el pueblo palestino. Era mucho mayor su deseo de que no hubiese un Estado para los judíos que el de tener un Estado para su propio pueblo. En consecuencia, se unieron a los ejércitos árabes del entorno en su intento de destruir Israel y arrojar a sus habitantes judíos al mar. Fracasaron entonces, pero hasta el día de hoy su deseo de que no haya un Estado para el pueblo judío sigue siendo mayor que el de disponer de un Estado para los árabes palestinos. Por eso Abás se niega a decir que podría llegar a aceptar el principio de la ONU de dos Estados para dos pueblos. Lo sé porque se lo he preguntado personalmente en varias ocasiones.

Dentro de unos meses, Israel celebrará el 70º aniversario del histórico acuerdo de la ONU, pero los líderes de la Autoridad Palestina siguen negándose a aceptar el principio de esa resolución:dos Estados para dos pueblos.

En cuanto al presidente Trump, ha expresado su interés en lograr “el acuerdo definitivo” entre israelíes y palestinos. Esto ha vuelto a poner en el foco los debates sobre el letárgico proceso de paz. Poco antes de viajar a Oriente Medio –donde se reunió con el primer ministro Netanyahu en Israel y con el presidente Abbas en Belén–, Trump invitó al líder palestino a la Casa Blanca. La última vez que Abás estuvo ahí fue en marzo de 2014, poco antes de que los esfuerzos de la diplomacia itinerante de la Administración Obama –dirigidos por el entonces secretario de Estado, John Kerry– se vinieran abajo.

En vísperas de su reunión con el presidente Trump en Washington, Abás declaró a una publicación alemana: “Estamos dispuestos a colaborar con él y a reunirnos con el primer ministro israelí bajo sus auspicios [de Trump] para construir la paz”. Y prosiguió proclamándose partidario de una solución de dos Estados: “Ya es hora de trabajar en los requisitos para ello”. Esto se interpretó como su voluntad de aceptar la idea de un Estado para el pueblo judío. En términos generales, la comunidad internacional defiende la idea de resolver el conflicto israelo-palestino con la solución de dos Estados para dos pueblos: un Estado para el pueblo judío y otro para los palestinos. Sin embargo, presentar a Mahmud Abbas como partidario de la misma es negar la verdad. La idea general de una solución de dos Estados –que Abbas ha apoyado teóricamente– no especifica que un Estado sería para el pueblo judío y el otro para los árabes. A lo largo de los años, el presidente Abbas ha expresado su compromiso con una solución de dos Estados declarando que defiende un Estado árabe a lo largo de las fronteras de 1967 con Jerusalén Este como capital, pero hasta ahora se ha negado a aceptar la legitimidad de la existencia, a su lado, de un Estado-nación para los judíos.

Juzguemos al presidente Abbas por sus propias palabras. En una entrevista de 2003 declaró: “Lo he dicho antes y lo volveré a decir: nunca reconoceré la judeidad del Estado, o un Estado judío”. Cuando se le preguntó si Israel es el Estado-nación del pueblo judío (en el contexto de la generosa propuesta de paz que hizo Ehud Olmert en 2008), el líder de la AP dijo: “Desde una perspectiva histórica, hay dos Estados: Israel y Palestina. En Israel viven judíos y otros. Estamos dispuestos a reconocer esto, nada más”. Y en una entrevista posterior con el periódico Al Quds, Abás reiteró su negativa a reconocer que Israel es el Estado-nación del pueblo judío:

  • No estamos hablando de un Estado judío y no lo vamos a hacer. Para nosotros está el Estado de Israel, y no lo reconoceremos como un Estado judío. Les dije que esto es lo más que pueden obtener, y que son libres de llamarse como quieran. Pero que no pueden esperar que nosotros lo aceptemos.

La lista de este tipo de declaraciones por parte del hombre que dirige la Autoridad Palestina es interminable. Abás no sólo se ha negado a aceptar la formulación Estado judío, también se niega rotundamente a aceptar la más descriptiva Estado-nación del pueblo judío.

Por supuesto, Abás está comprometido con que Palestina sea un Estado musulmán regido por la sharia, pese a que los cristianos constituyen un significativo (aunque forzadamente menguante) porcentaje de la población palestina. El artículo 4 de la Ley Básica Palestina estipula:

  • El islam es la religión oficial de Palestina. Se mantendrán el respeto y el carácter sagrado de todas las demás religiones celestiales.
  • Los principios de la sharia islámica serán la principal fuente de derecho.

En un artículo para The New York Times sobre la celebración del 50º aniversario de la Guerra de los Seis Días, el exembajador de Israel en Estados Unidos Michael Oren escribió: “El conflicto no es por el territorio que Israel capturó en 1967. Antes, es sobre si el Estado judío tiene derecho a existir en Oriente Medio. Como Abbas ha declarado públicamente: ‘Jamás aceptaré un Estado, Oren sostiene que hasta que Abbas y otros líderes palestinos no puedan decir las palabras “dos Estados para dos pueblos” no se alcanzará ninguna solución razonable.

El apoyo condicional del líder palestino a una resolución pacífica también ha quedado en entredicho por sus propios actos. Durante años, la Autoridad Palestina –primero bajo el liderazgo de Yaser Arafat y después bajo el del propio Abás, de 82 años– ha perpetuado la miserable política de retribuir a los terroristas y a sus familias.

Según su presupuesto oficial, en 2016 la Autoridad Palestina destinó 174 millones de dólares a pagar a las familias de los llamados “mártires”, y otros 128 a mantener a los terroristas presos en las cárceles israelíes.

Abás dice ser un hombre de paz, pero en realidad incentiva, recompensa e incita al terrorismo.

También debe recordarse que Israel ofreció acabar con la ocupación y los asentamientos en 2000-2001. Estas generosas iniciativas para la paz habrían creado un Estado palestino desmilitarizado. En 2008, el primer ministro Ehud Olmert hizo una propuesta aún más generosa ofreciendo a los palestinos el 97% de la Margen Occidental, pero Mahmud Abás no respondió. Durante los últimos años, el Gobierno israelí ha ofrecido sentarse a negociar una solución de dos Estados sin condiciones preestablecidas, ni siquiera el previo reconocimiento de Israel como Estado-nación del pueblo judío. Sin embargo, no se ha llevado a cabo ninguna negociación relevante.

Parte de la culpa recae sobre Barack Obama. Al aplicar presión sólo sobre la parte israelí, y no sobre los palestinos, Obama desincentivó constantemente a Abbas para que adoptara un paradigma de dos Estados para dos pueblos. Esto alcanzó un punto crítico en diciembre, cuando Obama permitió que EEUU no vetara la necia resolución de la ONU según la cual el Muro Occidental y otros lugares históricamente judíos no son reconocidos como parte de Israel. (Recordemos que la Resolución 181 de la ONU obligaba a “un régimen especial internacional para la ciudad de Jerusalén”, y que Jordania la capturó ilegalmente. Israel liberó Jerusalén en 1967, y permitió a todo el mundo ir al Muro de Occidental).

Es una tragedia que la comunidad internacional –encabezada por la ONU– fomente el rechazo permanente de la Autoridad Palestina, en vez de presionarla para que haga las difíciles concesiones necesarias para que ambas partes lleguen a una solución negociada de dos Estados. De hecho, hace unos días la ONU volvió a demostrar que es un obstáculo para el proceso de paz. En su discurso ante la Asamblea General en conmemoración del 50º aniversario de la Guerra de los Seis Días y la “ocupación” de la Margen Occidental, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo:

 

  • Sobre la base de la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas, en 1947 el mundo reconoció la solución de dos Estados y pidió la creación de “Estados árabes y judíos independientes”. El 14 de mayo de 1948 nació el Estado de Israel. Casi siete décadas después, el mundo sigue esperando el nacimiento de un Estado palestino independiente.

 

Guterres olvidó identificar que la razón por la que “el mundo sigue esperando el nacimiento de un Estado palestino” es que los árabes rechazaron el plan de partición de la ONU, lo que les habría dado su propio Estado; en vez de ello, llevan siete décadas socavando la legitimidad de Israel.

Cuando los líderes y el pueblo palestinos quieran tener su propio Estado más de lo que rechazan que haya un Estado para el pueblo judío, el objetivo de la resolución de la ONU de 1947 –dos Estados para dos pueblos– se cumplirá. Un buen comienzo sería que Abbas aceptara por fin la referida resolución y pronunciara las siguientes palabras: “Acepto la resolución de la ONU de 1947 que pide dos Estados para dos pueblos”. No es pedirle demasiado a un líder que pretende crear un Estado musulmán palestino.

 

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

 
Comentarios

Aceptar el principio de dos Estados para dos pueblos, supondria para la AP y para el entramado islamista que le da soporte, la consumacion de un ejercicio de álta una tracion al compromiso aquirido, consistente en no reconocer núnca la presencia de un Estado judio, tal como Israel legitimiamente lo reinvidica, algo que desde los tiempos de Arafat, y anteriores a él, ha venido siendo una constante, evidenciada en incontables ocasiones … La guerra de independencia que el naciente Estado de Israel, se vió obligado a librar contra sus vecinos hace ahora 7 decadas, no ha concluido para ellos aún, si nos atenemos a hechos tan significativos como ese, y a la inequivoca linea discursiva mantenida por Abbas y demas miembros de su clan …
Israel debe su exstencia, a su capacidad de disuasion y poder militar, y no a la acepcion de los paises árabes de su entorno, renuentes cuando no abiertamente hostiles, desde el principio, a su aparicion como Estado judio democrático …
Asi pues; nada nuevo bajo el sol, salvo para aquellos que siguen inutilmente «colgados del guindo» …

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