MITO: Los judíos conspiran para dominar el mundo.
VERDAD: Desde siempre se han atribuido al judío los más tenebrosos planes. Desde el querer levantarse contra el imperio, como ocurrió en Alejandría en el siglo II, y que llevó a matanzas de judíos, hasta la acusación de diseminar la peste. Desde profanar hostias y utilizar sangre de cristianos, hasta la usura. Y siempre el corolario fue el mismo: matanzas y expulsiones.
Y justamente una de estas acusaciones es la de querer dominar al mundo.
En la existencia de redes organizadas de solidaridad entre los judíos sefardíes expulsados de España en 1492 está el origen, según Joseph Pérez, del mito de la conspiración judía mundial.
Probablemente la primera obra en la que se habla de la supuesta conspiración judía fue la Carta de los judíos de Constantinopla, una falsificación de Juan Martínez Silíceo, arzobispo de Toledo desde 1546, que la presentó como «prueba» para convencer al cabildo de la catedral de Toledo y al príncipe regente, el futuro Felipe II, que aprobaran y confirmaran, respectivamente, el estatuto de limpieza de sangre que estaba empeñado en establecer en la sede primada. Se trataba de una pretendida carta de «Los Príncipes de la Sinagoga de Constantinopla» dirigida a los rabinos de Zaragoza, que habrían pedido su opinión sobre la actitud que deberían tomar ante el decreto de expulsión de los judíos de España en 1492. En la carta se decía a los judíos, especialmente a los ricos, que serían bien recibidos en Constantinopla y a los que no pudieran hacerlo se les recomendaba bautizarse, pero conservando en forma oculta el judaísmo. A continuación se decía que como venganza por el injusto trato que habían recibido se hicieran abogados y les quitaran a los cristianos propiedades; médicos, cirujanos y boticarios para quitarles a ellos, a sus hijos y descendientes sus vidas; y «pues decís, que los dichos Cristianos os han violado y profanado vuestras ceremonias y Sinagogas, haced vuestros hijos clérigos, los cuales con facilidad podrán violar sus templos, y profanar sus sacramentos y beneficios»
La Carta a los judíos de Constantinopla de Silíceo, es una de las primeras falsificaciones antisemitas de la historia europea, precursora de los famosos Protocolos de los Sabios de Sión. (Wikipedia).
Cien años después Francisco de Quevedo, quien siempre sintió odio a los judíos, como está demostrado en su panfleto “Execración de los Judíos” en el que pedía la expulsión total de los judíos, aportaba la estructura narrativa al mito de la conspiración judía con La Isla de los Monopantos (1650), donde describía una reunión secreta celebrada en Salónica —entonces una ciudad del Imperio Otomano donde vivían miles de sefardíes —entre judíos llegados de todas partes de Europa y los Monopantos, es decir, los cristianos que estaban dispuestos a colaborar con ellos para acabar con el mundo cristiano.
Hermann Goedesche escribió la novela «Biarritz» (1868) bajó el seudónimo de «Sir John Retcliffe». Dentro de ella hay un capítulo nombrado «en el cementerio judío de Praga» que describe un discurso del rabino Eichhorn o Reichhorn, revelando una conspiración judía contra la civilización europea. Sirvió de propaganda antisemita durante las décadas siguientes en forma de panfleto con el título El Discurso del Rabino.
En realidad Goesdsche en su libro había plagiado otro, publicado tres años antes por Maurice Joly, “Diálogo en los Infiernos Entre Montesquieu y Maquiavelo”, publicado en Bruselas y dirigido contra Napoleón III. Este libro y el de Goesdsche fueron plagiados por el agente de la policía rusa que escribió en París Los Protocolos de los Sabios de Sión, que se publicó por primera vez en San Petersburgo en 1905 y que tendría una amplia difusión en Europa y en Estados Unidos —aquí bajo el patrocinio del antisemita e industrial Henry Ford— después del triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En 1921 un periodista inglés demostró que los famosos Protocolos eran una falsificación y un plagio de los libros de Joly y de Goesdsche -quien a su vez había plagiado a Joly.
Los Protocolos de los Sabios de Sión es un libelo antisemita publicado por primera vez en 1902 en la Rusia zarista, cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos. El texto sería la trascripción de unas supuestas reuniones de los «Sabios de Sión», en la que estos sabios detallan los planes de una conspiración judeo-masónica, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último hacerse con el poder mundial.
Los Protocolos son la publicación antisemita más famosa y ampliamente distribuida de la época contemporánea. Sus afirmaciones acerca de los judíos continúan circulando hasta hoy, especialmente por Internet, aun después de que en 1921 quedara demostrado que se trata de una creación de la Ojrana, la policía secreta zarista, en 1902.
El texto básico de los Protocolos se compuso a mediados de la década de 1890 por orden de Piotr Rachkovski, jefe de la delegación de la Ojrana en París. El texto se basa en buena parte en un panfleto contrario a Napoleón III publicado por Maurice Joly en 1864 y en la novela antisemita de 1868 Biarritz, escrita por Hermann Goedesche
En diciembre de 1901 Sergei Nilus afirmó haber traducido al ruso unos textos que en conjunto tituló Los Protocolos de los Sabios de Sión. Durante los primeros quince años, los Protocolos tuvieron escasa influencia, sin embargo a partir de 1917 se vendieron millones de ejemplares en más de veinte idiomas. Incluso antes de la llegada de Hitler al poder ya habían aparecido 33 ediciones alemanas.
Los teóricos de la conspiración señalan generalmente que estas reuniones se habrían llevado a cabo en el Primer Congreso Sionista de Basilea (Suiza), del 20 al 31 de agosto de 1897, presidido por Theodor Herzl.
En 1921, tiempo en que los protocolos eran ampliamente difundidos por el multimillonario estadounidense Henry Ford y cobraban más popularidad, un miembro de la redacción del diario Times de Londres, Philip Graves, quien se encontraba entonces en Estambul, encontró por casualidad a un misterioso ruso que encubrió su identidad con el nombre de «Mr. X» el cual le entregó una copia gastada de un libro en francés titulado “Diálogo en los Infiernos Entre Maquiavelo y Montesquieu” escrito por Maurice Joly.
El 16, 17 y 18 de agosto de 1921, el Times de Londres publicó una serie de artículos en donde se informaba que “los Protocolos son sólo un torpe fraude escrito por un plagiario inconsciente que parafraseó un libro publicado en Bruselas en 1865”.
Graves se dio cuenta inmediatamente del parecido extraordinario entre los Diálogos de Joly y los Protocolos de Nilus. Había párrafos enteros que habían sido copiados literalmente.
Graves demostró que el autor, quizás el mismo Nilus, había simplemente plagiado los Diálogos de Joly, cambiando el original y agregando material (en parte copiado de Goedsche, otro autor antisemita de mediados del siglo XIX) para servir a sus fines. En total hay más de 160 pasajes en los Protocolos (correspondientes a un 40% del texto total), que están evidentemente basados en pasajes en Joly. En nueve de los capítulos, el texto copiado alcanza a más del 50%.
El periodista y ensayista británico Douglas Reed escribió una teoría de la conspiración judía en su libro La controversia de Sión donde explica que los judíos instrumentalizaron las dos guerras mundiales y preparan una tercera para desarrollar un gobierno mundial bajó control judío.
James von Brunn, autor de un atentado el 10 de junio de 2009 en el Museo del Holocausto (Washington), escribió un ensayo antisemita sobre una teoría de la dominación judía mundial, Kill the Best Gentiles.
Todas estas teorías conspirativas siguen alimentando el sentimiento antisemita, ya sea en pequeños grupúsculos o en países dominados por regimenes teocráticos o dictatoriales como Irán y los países árabes.
Lo interesante de esto es que la izquierda intelectua»loide» usa la misma terminologia que Hitler.