Vienen buenas noticias de Gaza estos días, que demuestran lo erróneo del enfoque de la comunidad internacional: Hamás está recortando su presupuesto militar, y además está destinando ese presupuesto militar a otros fines; ambas circunstancias hacen menos probable una guerra entre Hamás e Israel. Y no porque haya mejorado la situación humanitaria en la Franja, sino porque ha empeorado.
The Jerusalem Post informó recientemente de que, según las estimaciones de los servicios de inteligencia israelíes, Hamás ha recortado su presupuesto militar anual desde los 200 millones de dólares de 2014 –año de su última guerra con Israel– a sólo 50 millones de dólares en 2017. Por supuesto, este recorte lo compensa parcialmente con las nuevas donaciones de Irán, que, con el dinero que le ha llovido gracias al acuerdo nuclear de 2015, ha vuelto a financiar a Hamás por primera vez en cinco años. Pero incluso con la contribución iraní, calculada entre 60 y 70 millones de dólares en 2017, el presupuesto militar de Hamás sigue siendo alrededor de un 40% inferior de lo que era en 2014. Esto ha reducido sustancialmente el riesgo de una nueva contienda. Cuanto menos gaste Hamás en su ejército, más tiempo le costará reconstruir la capacidad bélica que tenía en la última guerra.
Además, Hamás está invirtiendo esos limitados fondos sobre todo en túneles defensivos dentro de Gaza, en lugar de en túneles transfronterizos para atacar a Israel. También esto hace menos probable otra guerra. Después de todo, fue ataque de Hamás con túnel transfronterizo fue lo que llevó a Israel a enviar fuerzas terrestres a Gaza en julio de 2014. Hasta entonces, la guerra había sido exclusivamente aérea: Hamás lanzaba cohetes e Israel respondía con ataques aéreos. Por lo tanto, si Hamás no está construyendo túneles transfronterizos, el riesgo de otro conflicto terrestre se reduce.
Israel atribuye este paso de Hamás de los túneles ofensivos a los defensivos fundamentalmente a su nueva barrera subterránea, que hace más difícil a la organización terrorista construir túneles transfronterizos sin que le sean detectados. Pero las estrecheces económicas también influyen: mientras que un Hamás con gran liquidez podría estar dispuesta a arriesgar algún dinero tratando de plantar un túnel tras la barrera, las organizaciones que no tienen dinero para derrochar tienden a evitar los riesgos.
Nada de lo anterior ha sucedido por que de repente Hamás haya decidido convertir sus espadas en arados. Más bien, porque Gaza se ha enfrentado a una crisis humanitaria tan grave que Hamás se ha visto obligada a tomar la insólita medida de gastarse el dinero en las necesidades de los civiles gazatíes, simplemente para preservar su propia posición política.
Hasta ahora, Hamás se veía con libertad para dedicar todo su dinero a su ejército, confiada en que las necesidades de los civiles las financiarían su rival, la Autoridad Palestina (AP) en Ramala, o los donantes internacionales. Pero esta primavera el presidente de la AP, Mahmud Abbas, decidió que ya estaba harto de hacer de cajero automático para Hamás, como él mismo dijo. Así que simplemente dejó de hacerlo.
Abbas dejó de pagar el combustible que hace funcionar la única central eléctrica de Gaza. Y dejó de pagar la electricidad que la Franja obtiene de Israel mediante las líneas de alta tensión, lo que provocó que Israel, tras proveer energía gratis a la Franja durante varias semanas, cortara el suministro. Abbas dejó asimismo de pagar las medicinas de los hospitales de Gaza. Etcétera. El resultado fue una crisis humanitaria sin precedentes, en la que el suministro eléctrico se redujo a sólo cuatro horas diarias, y los hospitales agotaron todos sus medicamentos vitales.
Al final, la situación empeoró tanto que Hamás vio peligrar su propia posición. E hizo lo antes inimaginable: empezó a cubrir necesidades civiles tan básicas como el pago del combustible para hacer funcionar la central eléctrica del territorio. Sólo el mes pasado gastó 25 millones de dólares en combustible comprado a Egipto, y al parecer gastará lo mismo en los próximos meses. Como se ha visto obligada a pagar algunas de las necesidades de los civiles de Gaza, ya no puede permitirse gastar tanto en su brazo militar.
Aquí hay una doble ironía. La primera es que, por una vez, Abbas sí ha hecho algo que ha servido para reducir la violencia palestina. Su fama de pacificador no se hundió por su sistemático rechazo a las ofertas de paz, su vil incitación contra Israel o su incentivación del terrorismo vía pago de salarios –superiores a la media– a terroristas presos. Pero ahora que ha hecho menos probable una guerra en Gaza al obligar a Hamás a destinar fondos militares a propósitos civiles ha sido objeto de (acalladas) críticas internacionales, por provocar sufrimiento humanitario.
La mayor ironía, sin embargo, es que las tres guerras que han enfrentado a Hamás y a Israel en la última década se podrían haber evitado si la comunidad internacional no hubiese intentado con tanto ahínco proteger a la población civil de Gaza. Hace diez años, después que Hamás se hiciera con el poder en la Franja, Israel trató de ejercer presión económica, pero nunca fue suficientemente severo como para provocar una crisis de la magnitud que ha experimentado Gaza este año. En ningún momento, por ejemplo, amenazó el suministro de electricidad.
En consecuencia, Hamás se sintió libre de invertir todo su dinero en los misiles y túneles que provocaron esas tres guerras. Y esas tres guerras causaron una devastación mayor que cualquiera que haya sufrido Gaza por los recortes económicos de Abbas. Si a Israel se le hubiese dejado hacer hace una década lo que Abbas hizo este año, Gaza habría salido mejor parada, porque se habría evitado las múltiples guerras.
En resumen, al tratar de proteger a los civiles de Gaza, la comunidad internacional acabó causándoles un daño mayor. Es encomiable, por supuesto, la preocupación por los civiles. Pero, a veces, como demuestra el caso de Hamás en Gaza, es contraproducente. Esta es la lección que la comunidad internacional necesita aprender urgentemente.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio
Por lo menos le va a sevir a Hamas a entender (aunque lo veo dificil) que pueda aprender algo, como por ejemplo que si actuan conscientemente que tratar de ayudar a los palestinos a tener mejor calidad de vida y no utilizar la ayuda de Iran para tratar de enfrentarse a Israel, sino para construir y no destruir