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| lunes diciembre 23, 2024

¿Existe una fobia anti-española en Israel?


Si uno observa con cuidado y atención y en vez de mirar a los veintidós gladiadores que corren detrás de un balón recorre con la mirada las graderías, será posible divisar una cantidad poco común de banderas de Israel en los estadios españoles. Ya sea en el Bernabéu como en el Camp Nou, los israelíes inundan los estadios en el marco de sus escapadas hacia el viejo continente. De España les atrae todo, sus manjares locales y nacionales, sus extensos paisajes verdes, sus ferias y negocios con precios atractivos y compran todo lo que se pueda meter en la valija. Los israelíes se sienten a gusto con los modales imperantes y, en especial, sienten un lazo profundo hacia la gloriosa historia judía desarrollada allí (con su Edad de Oro) y con su idioma, ya sea el moderno castellano (del que se nutrieron por las telenovelas latinas) como si del antiguo ladino o “españolit” se tratase.

La imagen general de España en el israelí es esencialmente positiva o muy positiva. Eso sí, la inmensa mayoría de los israelíes hebreo-parlantes no leen la prensa española, no están atentos a las decisiones adoptadas por la diplomacia española, ni están al tanto de aquello que el español promedio piensa acerca de Israel y los judíos.

En Israel habitan alrededor de 160.000 judíos nacidos en países de habla castellana, la gran mayoría de origen argentino. Ellos, «a diferencia de los otros israelíes», ven por cable los noticieros de la Televisión Española internacional, leen habitualmente la prensa ibérica y conocen las posturas diplomáticas de Madrid.

¿Qué “sabe” quien “si” está al tanto del posicionamiento español cuando de Israel se trata? Ante todo, cuando se trata del Estado de Israel la prensa no informa, sino que adoctrina y demoniza. En más de una oportunidad escuché a diplomáticos israelíes, que habían servido en España, protestar airadamente ante las manipulaciones flagrantes que se leen en la mayoría de los medios españoles. Uno podría llegar a pensar que se trata de un fenómeno ligado únicamente a Israel pero no es así. El servilismo y la poca profesionalidad es algo más profundo, incluso se hicieron evidentes a lo largo del último conflicto en Cataluña. La prensa españolista (ya sea la oficial de TVE como la ideológica-interesada de El País, COPE o La Nación) recitaba al unísono un mensaje obvio y, exactamente lo mismo  aunque en forma contraria, hacía TV3 de Cataluña, que fue un megáfono ideológico del independentismo. Fueron medios de comunicación enrolados en la causa.

Israel tampoco disfruta del monopolio a la hora de ser presentada por los medios en forma negativa, obviando facetas de la realidad o suprimiendo adrede los contextos que sirven para entender la complejidad de la situación en el conflicto palestino-israelí. La inmensa mayoría de la información que trata sobre Estados Unidos, en España, también es negativa. Al tratarse de Estados Unidos podríamos llegar a justificarlo por el hecho que un imperio desplazado (el antiguo español) no suele bendecir y loar al imperio que lo superó. Muchas veces, la cultura yanqui provoca sarpullido entre no pocos españoles. Sin embargo, Israel nunca fue un imperio y los judíos nunca derrotaron en combates a España. La furia  de los medios españoles es producto de la ideología de la prensa y sus periodistas o responde a aquello que, se supone, quieren leer por convencimiento los clientes del producto informativo. Siendo así, la pregunta pasa a ser si antes estuvo el huevo o la gallina.

Hace unos años realicé un seguimiento, durante dos meses, de la Agencia oficial de noticias española EFE. En el informe se pueden apreciar varios de los tradicionales pecados de la prensa española, entrevistas a un sólo sector del conflicto, calificación del terrorismo yihadista con un edulcorado «milicianos de Hamás», manipulación de la sucesión de los hechos para dejar mal parado al Ejército de Israel, utilización de fuentes oficiales palestinas, ya sea de Ramallah (Maan) como de los portavoces de Hamás, sin cuestionamientos ni contrastación de los hechos (y de las cifras de muertos), mientras que del lado israelí se citaba, frecuentemente, al periódico de extrema izquierda Haaretz, que representa a un sector mínimo de la opinión pública israelí pero que coincide con los prejuicios de los periodistas de EFE. Lo que me llamó especialmente la atención del seguimiento a EFE fue su evidente «pereza» a la hora de cumplir sus funciones periodísticas. ¿Para qué envían corresponsales a Medio Oriente si en dos meses solamente una vez salieron de sus oficinas para recabar información desde el terreno? La telefonía y las redes sociales permiten a un periodista promedio hacer exactamente lo mismo que leímos esos dos meses desde Madrid, con la misma (poca) eficiencia.

¿Ha cambiado EFE desde aquel informe? No sabemos porque no hemos realizado otro seguimiento. Lo que si resaltamos es que un medio claramente anti-israelí y cuya profesionalidad se suele poner en entredicho entre no pocos de los que hemos utilizado los servicios de la Agencia española, suele ser citado como fuente facilitadora por periodistas de países de habla hispana, perjudicando la capacidad de dichos profesionales para informar y deteriorando la posición de Israel.

Ahora veamos la contra cara de la moneda Más y más periodistas presentan los temas políticos en un formato más claro-oscuro (a veces claramente pro-israelí como Intereconomía, Libertad Digital, OKdiario, etc), se nota un aumento en la cobertura tecnológica positiva de Israel, se comienza a admirar el “saber hacer israelí” a la hora de luchar contra ese terrorismo que afecta también a España. Asimismo, se nota cierto descenso desde la anterior ola de obsesión hacia Israel y los judíos. Hoy se habla mundialmente menos de los “palestinos” y menos de “Israel”. Se habla menos. Por lo tanto también se perjudica menos.

En comparación a lo que se veía hace 10 años, la posición de Israel en muchos  medios de comunicación ha mejorado levemente. Eso no significa que usted NO pueda encontrar comentarios de lectores que son un resumen de “Mi Lucha” de Hitler y los “Protocolos de los Sabios de Sion” inundando las participaciones sin que el moderador anule la cuenta del judeófobo. Es de suponer que en muchos medios elevar argumentos racistas judeófobos no se encasilla dentro de la discriminación que se debe censurar sino que es la norma aceptada. Algunos, como El Mundo Deportivo de Barcelona, publican orgullosamente libelos antisemitas como si serlo fuese un comportamiento cotidiano.

El antisemitismo español tiene raíces mucho más profundas que lo que mis amigos españoles tienden a aceptar. Si la judeofobia es un fenómeno netamente europeo, cuanto más europeo es el país más antisemitismo puede llegar a notarse. Entre los países hispano-parlantes, España, Argentina y Chile son los países en donde el antisemitismo se nota con mayor nitidez, siendo Chile el estado en donde el tema está más desbocado.

Desde los días visigodos, pasando por el catolicismo más rancio y su manifestación inquisitoria, siguiendo por los libelos incrustados en el ADN del dictador acerca de una alianza judeo-masónica para dañar a España y, continuando con el antisemitismo obsesivo de la izquierda y la extrema izquierda española que en la actualidad se expresa en los apoyos y en el liderazgo de “Podemos” y sus acólitos para promover la campaña judeófoba que fomenta la desaparición de Israel como cuna nacional del pueblo judío (la campaña BDS), el antisemitismo español es una enfermedad que debe ser tratada con una ley clara que lo combata, ya que actualmente no existe tal cosa y, con un trabajo serio de purificación moral.

En el caso español, lo más grave es que desconocen o infravaloran sus cotidianos y arraigados prejuicios antisemitas.   

Nuevamente, la actual dirigencia política española presenta signos esperanzadores. Ministros del actual gobierno español, algunos líderes puntuales como Esperanza Aguirre o como Albert Rivera del partido “Ciudadanos” comprenden con mayor claridad un síndrome que desde parte de Israel se identifica con claridad. Veamos un ejemplo de una “Guía Didáctica de la Shoá” publicado por la Comunidad de Madrid y que es un notable esfuerzo por tratar con el antisemitismo español constructiva y seriamente…

Un tercer aspecto que provoca un profundo rechazo entre israelíes cuando de España se trata es su constante apoyo diplomático a favor de los que desean modificar negativamente la naturaleza de Israel como cuna nacional del pueblo judío. El apoyo de los diplomáticos españoles a las decisiones más descabelladas de la UNESCO, la promoción y sustento de España a las decisiones anti-israelíes en el Consejo de Seguridad de la ONU y en otros foros internacionales y, por sobre todo, el apoyo del Estado español a organizaciones que fomentan y defienden el BDS y a otras organizaciones que son consideradas ajenas al consenso israelí por sus posiciones extremas como “Rompiendo el Silencio” (Shovrim Shtika) han provocado que un político de primera línea como Yair Lapid se desplazara a España para solicitarles que “dejen de apoyar a los que desean destruir a Israel”.

Según NGO Monitor, la financiación española destinada a actividades de ONG altamente politizadas y contrarias al consenso israelí, en el conflicto palestino-israelí, asciende a 5.1 millones de euros sólo en 2015. Paz con Dignidad (PCD), una ONG española que promueve habitualmente campañas de boicot BDS, recibió en 2015 un total de 607.287€ de los fondos públicos destinados para actividades relacionadas con el conflicto palestino-israelí. Estos son solamente algunos ejemplos. La financiación pública de España a organizaciones no gubernamentales (ONG) con objetivos políticos e involucrados en el conflicto palestino-israelí es generalizada y está altamente descentralizada, correlacionándose con los varios niveles del gobierno en España.

Ahora hagamos un ejercicio imaginario… ¿Qué sucedería si Israel decide apoyar política y económicamente a Cataluña para promover su independencia? (No lo hace pero igual se la acusa de hacerlo, eso demuestra que los antisemitas siempre encuentran la forma de culpar al judío entre las naciones) ¿Qué sucedería si Israel comienza a calificar a ETA como “milicianos luchadores por la libertad”? ¿Qué sucedería si la agencia de cooperación internacional de Israel (Mashav) invitase a agentes de “Bildu” a capacitarse en Israel? Bueno, eso es lo que hace habitualmente España con Israel.

El “establishment diplomático” y de cooperación internacional español parece anclado aún en los días en donde Franco impulsaba la “tradicional amistad árabe española”. Eso condena a claras políticas anti-israelíes que se manifiestan desde el tardío reconocimiento y lazos diplomáticos de España con Israel hasta nuestros días. Los gobiernos y políticos (generalmente “conservadores”) que analizan la realidad de forma distinta, muchas veces se ven bloqueados por dicho “establishment”. En otras palabras, un gobierno español pro-Israel no logra ejecutar políticas acordes.

Hace pocos días el Presidente de Israel, Reuvén Rivlin, era recibido con los mayores honores por parte de la corona y el gobierno español. Rivlin, figura protocolar con poca autoridad ejecutiva nacional tangible, recompensaba al gobierno español apoyando la unidad de España. Una declaración que, considero, no hubiese realizado de no ser que ya estaba planificada de antemano la presente visita a España. Ni Binyamin Netaniahu ni el Ministerio de Relaciones Exteriores respaldaron ni elogiaron las declaraciones de Reuvén Rivlin… Un silencio ensordecedor.

En España, el Estado de Israel tiene cada vez más amigos. Soy de los que creen que estos se multiplicarán. Las fuerzas de seguridad de España suelen admirar y cooperar con las israelíes. En España funciona la organización ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio) que está realizado una tarea heroica y ejemplificadora para detener al antisemita BDS y acercar posturas entre Israel y España. Existen grupos católicos como el “Opus Dei” que, tras el Concilio Vaticano Segundo, manifiestan mayor concordia y acercamiento hacia los judíos y, también comienzan a sobresalir iglesias evangélicas que expresan su amor a Israel.

Repito. En España, el Estado de Israel tiene cada vez más amigos y soy de los que creen que estos se multiplicarán. Israel va ganando en el mundo un lugar de honor entre las sociedades innovadoras (algo que España necesita, y mucho), Israel es líder mundial en agricultura y desalinización de agua que serán, en el futuro cercano, más importantes que el oro negro (petróleo) e Israel seguirá siendo líder mundial en lucha contra el terrorismo (el cual España no ha comprendido, a veces hasta ha arropado y ha permitido que fije sus bases en lugares claves como Cataluña). Soy de los que creen que España va a necesitar a Israel cada vez más.

Una amistad sana debe basarse en una mutua sinceridad. A los españoles Israel debe recordarles que han sido “amigos infieles” y que ha llegado la hora de manifestar su “sociedad” a través de sus votos en la ONU y en un trabajo serio para erradicar una evidente tradición antisemita.

En psicología, “fobia” significa “miedo”. Sin embargo, en ciencias sociales posee un significado cercano al odio como lo vemos en la “xenofobia”, que es el odio a los extranjeros. En el Estado de Israel no existe una “fobia” hacia España (ni en su versión psicológica ni en su versión de las ciencias sociales). Sin embargo, entre los hispano-parlantes de Israel “SI” se percibe una enorme desconfianza (a veces odio), la misma que puede apreciarse entre los diplomáticos israelíes, hacia España… Desconfianza que está totalmente justificada por el oscuro record español en varios ámbitos.  

 

 
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