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| martes abril 16, 2024

¿Yihad por Jerusalén?


“El Islam es internacional y sólo reconoce la hermandad y unidad de todas las naciones bajo su bandera”. Hanafi Muzzafar

El nacionalismo es Haram (prohibido, ilegal) según el Islam

El predicador salafista Abdul Muhsin Aydeed ha dicho que la nacionalidad no es una fuerza vinculante para los musulmanes. “A los ojos del Islam, lo que distingue a las personas es la religión misma: los que creen en el Islam y los que no”, y ha agregado que el Islam está en contra del nacionalismo árabe. El destacado poeta de la India Alamah Muhammad Iqbal dijo en uno de sus versos que “la nación (watan) es la mortaja (kafan) del Islam”.  El nacionalismo es la muerte del Islam.  Los musulmanes constituyen una Ummah comunidad universal y la ummah no puede estar limitada dentro de unas fronteras. En el Islam, la religión es inseparable de la política y ambas deben permanecer unidas, bajo la Sharía y el Califa. Así pues, los líderes religiosos del Islam niegan por completo la legitimidad del nacionalismo laico y lo consideran una perversión idolátrica al creer que las leyes procedentes del ser humano, -por consenso democrático o por dictadura de una elite- son superiores a las que emanan de Alá, la Sharía.

El Islam considera que el laicismo no tiene cabida en el mundo del Islam y que la política de carácter laico debe rechazarse totalmente. Al igual que el nacionalismo, el laicismo también es un concepto moderno del cual no puede encontrarse ningún precedente en el Corán ni en la Sunna. El Islam considera que el Jalifa (Califa) es el líder supremo, responsable de dirigir a los musulmanes tanto en los asuntos religiosos como en los políticos. Su deber principal es guiar a los creyentes de acuerdo al Corán y la Sunnah, buscando el “iyma” (consenso) entre ellos sobre cuestiones controvertidas. El Jilafat tenía muy bien definido los objetivos, los derechos y los deberes. Todo el discurso es de carácter religioso y político.  En el Islam para definir “Política” –“tal como Alá manda”- se emplea la palabra árabe “Siyasah” cuya raíz significa domar, cuidar y controlar a un caballo, como un símil del gobernante que también tiene que domar, cuidar y controlar al pueblo.

Siyasah (política) en el Islam es la aplicación del Corán y la Sunnah en el mundo: los medios por los cuales los musulmanes pueden vivir en una comunidad de acuerdo con el mandato de Alá. Es decir, es la aplicación práctica del conocimiento del Islam. Siyasah básicamente significa “comandar lo bueno y prohibir lo malo, tal como los define el Corán y la Sunna, es decir, la comunidad gobernada por un Amir, o Jalifa, que gobierna de acuerdo con la Sharía, y que es el representante de Alá en este mundo mortal. El objetivo de la Siyasah es mantener y expandir el Camino de Al-Islam a través de la Yihad y la Sharía. Siyasa (política) no significa ni implica en absoluto democracia. Siyasa shar’iyya puede describirse como el gobierno de acuerdo con la Sharía o la maquinaria de un gobierno islámico La democracia es un término kaffir (infiel), un concepto kaffir, un Taghut (ídolo, Satanás, personas que se rebelan contra Alá y transgredí su voluntad) que los kuffar (infieles) obedecen, y no tiene lugar en el Islam, así como el Estado es un término kaffir, un concepto kaffir. Usar esos términos, tratar de entender el Islam en esos términos, constituye una imitación de los kuffar.

Cuando surgió el Jilafat (califato) tras la muerte de Mahoma no existía el concepto de límite territorial. El Islam se reducía básicamente a la Península Arábiga. Cuando Abu Bakr se convirtió en el primer Jalifa (califa), el Islam no se había extendido fuera de Arabia, luego aumentaron las conquistas musulmanas y los imperios Romano (Bizantino) e iraní (Sasánida) fueron derrotados, siendo incorporados gran parte de sus territorios al Califato Islámico. El Jalifa también era conocido como Amir al-mu’minin, es decir, el líder de los creyentes, de modo que sólo puede haber un único líder. Se trata absolutamente de un concepto político-territorial y religioso.

El nacionalismo es considerado como un sistema idolátrico cuyo objetivo es desunir a la Umma. Basándose en el Corán, los salafistas consideran que todos los 57 países musulmanes tienen que unificarse en un solo país musulmán, el Jilafat (Califato) con el fin de engrandecer el Islam y conquistar el resto de naciones.  El Hadiz declara taxativamente que el nacionalismo es “haram” (prohibido, ilícito) porque el mismo Mahoma dijo en los siguientes hadices: “Déjalo. Es putrefacto” [Bukhari y Muslim] se refiere a todas las formas de Asabiyah, nacionalismo, racismo y patriotismo. La única posible veleidad acerca de aprobar el nacionalismo por parte de Mahoma es el relato de su migración a Medina en el que él dijo acerca de La Meca con lágrimas en sus ojos: “Tú eres la tierra más amada de Alá para mí”. Sin embargo, según todos los eruditos del Islam afirman que este dicho no tiene nada que ver con el nacionalismo, y esto se puede ver en el dicho completo “Tú eres la tierra más amada de Allá porque eres la tierra más amada de Alá para Alá. Los dirigentes musulmanes afirman que “el amor y la preferencia de Muhammad por La Meca se basó en el estatus que Alá le dio a La Meca, y no porque él nació allí. Y concluyen que todos los musulmanes deben tener este amor y afecto por La Meca porque es la tierra más amada a los ojos de Alá. Después de todo, los musulmanes rezan hacia La Meca e ir allí para realizar el Hayy  allí ya que alberga la Ka’ba. Lo que no tiene nada que ver con el nacionalismo”.

El ideólogo del Salafismo, Taqī ad-Dīn Ahmad Ibn Taymiyah (1263 – 1328) fallecido el 26 Septiembre 1328) dijo: “Todo lo que es ajeno a la llamada del Islam y el Corán, con respecto al linaje, la tierra, la nacionalidad, las escuelas de pensamiento y las metodologías, eso es de las llamadas de los Días de la Ignorancia ( Yahiliyah). Una vez que los Muhajirin y los Ansar discutieron, uno de los Muhajirin dijo: ‘¡Oh, Muhajirin!’ (es decir, ven a ayudarme) Y uno de los Ansar dijo: ‘¡O Ansar!’ Al escuchar esto, el Profeta (salla Allahu ‘alayhi wa sallam) dijo:’ ¿Es con las llamadas de Yahiliyah que gritas, mientras yo todavía estoy entre ustedes? ‘ [Reportado por Al-Bukhaaree (8/137)] Y se enojó mucho con eso. «[Majmoo’-ul-Fatawa (3/456)]

Ibn Taymiyah reconocía únicamente el gobierno del Jalifa, y rechazaba como infieles a los que gobernantes musulmanes que permitían otras leyes además de la Sharía –como ocurría en el musulmán Imperio Mogol-, justificando matar a aquellos musulmanes “que no se comportaban como Alá quiere” y declaró que Si los mogoles no gobiernan bajo la Sharía, no pueden ser reconocidos  como musulmanes y han de ser  combatidos como infieles por la Yihad, lo que justifica teológicamente a los salafistas y yihadistas para asesinar a los musulmanes que se apartan del “camino correcto”.

Ibn Taymiya afirmará que la elección de Jerusalem como el lugar de la “mezquita lejana” es un error judaizante y descarta totalmente el carácter sagrado de Jerusalén como noción derivada de judíos y cristianos. Y se basa en que la elección de Jerusalén fue llevada a cabo por Kaab Ajbar, judío del Yemen, y uno de los primeros judíos convertidos al Islam en el año 638 y que murió entre 652 y 655. Kaab Ajbar se adherió a las tropas del Califa Abu Bakr en Medina y posteriormente fue la mano derecha del Califa Omar. Durante el gobierno de la dinastía Omeya (661-750) afincada en Damasco, un líder disidente de la Meca, Abdalá b. az-Zubayr inició una revuelta contra los Omeyas en el 680 que se prolongó hasta su muerte en el 692; mientras le combatían, los gobernantes Omeyas buscaban la forma de dar protagonismo a Siria a expensas de Arabia (y también para ayudar a reclutar un ejército contra el Imperio Bizantino). El primer gobernante omeya, Mu’awiya, eligió Jerusalén como lugar que elevar a califato; sus sucesores y él se metieron en un programa de construcción – inmuebles religiosos, un palacio y carreteras – en la ciudad. El régimen Omeya se interesó por imponer un aura islámica a su capital y plaza fuerte. A este fin (así como para asentar la presencia del Islam en su rivalidad con el cristianismo), el Califa omeya levantó la primera gran estructura del Islam, la Cúpula de la Roca, justo sobre el emplazamiento del Templo judío, en el 688-91. En los albores del Islam, destacan Bernard Lewis y Daniel Pipes, “hubo una fuerte oposición entre muchos teólogos y juristas” a la noción de Jerusalén como ciudad santa. Consideraban esto “un error judaizante  -uno más de los muchos intentos de los conversos judíos de introducir ideas judías en el Islam». Los barones anti-Jerusalén difundieron historias para demostrar que la idea del carácter sagrado de Jerusalén es una práctica judía. En el caso más importante de ellos, Kaab al-Ajbar había sugerido al califa Omar que la Mezquita de Al-Aqsa fuera levantada junto a la Cúpula de la Roca. El califa respondió acusándole de retorno a sus raíces judías: Omar le preguntó: «¿Dónde te parece que deberíamos ubicar el lugar de oración?» «Junto a la roca [Monte del Templo]», respondió Kaab. Por Alá, Kaab», dijo ‘Omar, «estás siguiendo el judaísmo. Vi que te quitaste las sandalias [siguiendo la práctica judía]». «Quise sentir el tacto con mis pies descalzos», dijo Kaab. «Te vi», dijo ‘Omar. «Pero no… ¡Reconócelo! No se nos ordena hacia la Roca, se nos ordenó hacia la Kaaba [en la Meca]». Otra versión de esta anécdota hace aún más explícito el contenido judío: según esta crónica, Kaab al-Ajbar intenta inducir al califa Omar a rezar al norte de la Sagrada Roca, señalando la ventaja que reviste: «Así tienes delante Al-Quds entera, es decir, Al-Masjid al-Haram». En otras palabras, el judío converso al Islam dice que la Roca y la Meca quedan alineadas y los musulmanes pueden rezar mirando hacia ambas al mismo tiempo.                                                                                                                                   En un encuentro de líderes árabes en marzo de 2001, Muamar Gadafi se burlaba de la obsesión de sus colegas con la Mezquita de Al-Aqsa. «Al infierno con ella», le citan diciendo los representantes, «lo resolváis o no lo resolváis, es solamente una mezquita y yo sé rezar en cualquier parte».

El mismo grupo islamista Hamás en su Carta Fundacional del 18 de agosto de 1988 en la  pide la destrucción de Israel y la eliminación y expulsión de los judíos al mar, se presenta como una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes en Palestina y declara que sus miembros son musulmanes que “temen a Alá y levantan la bandera de la Yihad en la cara de los opresores”.

Hamás pide la creación de un Estado Islámico en Palestina y añade que “renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar la religión” de Islam.

En el artículo 2 dice: El Movimiento de Resistencia Islámica [Hamás] es uno de los brazos de la Hermandad Musulmana en Palestina. El Movimiento de la Hermandad Musulmana es una organización universal que constituye el mayor movimiento islámico de los tiempos modernos. Se caracteriza por su conocimiento profundo, su comprensión exacta y su adhesión completa a los conceptos islámicos de todos los aspectos de la vida, la cultura, el credo, la política, la economía, la educación, la sociedad, la justicia y el juicio, la difusión del Islam, la educación, el arte, la información, la ciencia de lo oculto y la conversión al Islam.

En el artículo 8 reitera el lema de Hamás que “Alá es su meta, el Profeta es el modelo, el Corán su constitución, Yihad es su paso, y la muerte por el bien de los Hermanos Musulmanes y Alá su creencia más sublime”.

Rechaza el nacionalismo ligado a causas materiales, territoriales, humanas, raciales o regionales, pero considera que el nacionalismo palestino forma parte del credo religioso musulmán, pues combate a un enemigo que pisa tierra musulmana.

En el artículo 12 explica cual es el único nacionalismo válido:“El nacionalismo, desde el punto de vista del Movimiento de Resistencia Islámica, forma parte del credo religioso. Nada es más significativo o más profundo en el nacionalismo que en el caso de que un enemigo pise tierra musulmana. Resistir al enemigo y eliminarlo pasa a ser el deber individual de todo musulmán, hombre o mujer”.

En el artículo 14 declara que:“… la liberación de Palestina es un deber individual para todo musulmán, dondequiera que esté. Sobre esta base se ha de considerar el problema. Esto lo debe comprender todo musulmán.”

La Yihad por la liberación de Palestina es un deber individual, tal como lo explica el artículo 15: El día en que los enemigos usurpan una parte de la tierra musulmana, la Yihad pasa a ser deber individual de todo musulmán. Frente a la usurpación judía de Palestina es obligatorio alzar el estandarte de la Yihad. Para ello es preciso propagar la conciencia islámica en las masas, a nivel tanto regional como árabe e islámico. Es necesario instilar el espíritu de Yihad en el corazón de la nación, para que se enfrenten a los enemigos y engrosen las filas de los combatientes.

Cuando judíos, cristianos, y otros grupos no-musulmanes recuperan una parte de sus tierra, son calificados por el Islam como “infieles usurpadores de tierra musulmana” y la Yihad pasa a ser deber individual de todo musulmán. Esta reislamización anima a los islamistas a la Yihad. Tierras como la península ibérica –parte de la antigua Al Andalus-, Grecia o Israel son tierras musulmanas profanadas por infieles cristianos y judíos respectivamente. El Presidente de Turquía, el islamista Erdogan declaró en 2016 que está decidido a anexionarse Grecia y se ha lamentado que “En 1914 nuestra tierra cubrió 2,5 millones de kilómetros cuadrados, nueve años después cayó a 780.000 kilómetros cuadrados”. Erdogan espera conseguirlo a través de la Yihad, como muy claro lo explicó en 1998 -en su época de alcalde de Estambul- recitando un poema de Ziya Gökalp: “las mezquitas son nuestros cuarteles, los minaretes nuestras bayonetas, las cúpulas nuestras cascos y los creyentes nuestros soldados”

El Führer alemán admirador de la violencia para conquistar tierras y exterminar a los que él consideraba indignos de vivir, dijo: “En España, bajo la dominación de los Árabes, la civilización alcanzó un nivel que raramente se ha repetido. La intromisión del cristianismo ha traído el triunfo de la barbarie.  […] Si Carlos Martel hubiera sido derrotado, el mundo habría mudado su faz. Ya que el mundo estaba condenado a la influencia judaica (y su subproducto, el cristianismo, ¡es algo tan insípido!), hubiera sido mejor que triunfara el Islam. Esta religión recompensa el heroísmo, promete a los guerreros la gloria del séptimo cielo” (28/08/1942, Hitler’s Table Talk 1941–1944, Enigma Books, 2000, p.667).

Al Qaeda, Estado Islámico, también Hamás, anhelan reislamizar España, vía Yihad. Todos estos reclamos no son nacionalistas, son religiosos, para expandir el Islam.

Pero la obsesiva focalidad yihadista sobre Israel, enmascarada de aspiración nacional panarabista, es más digerible para los europeos, bien conocida por los islamistas del antisemitismo y judeofobia de gran parte de los europeos. Es más fácil conseguir apoyos y alianzas en Europa para sacrificar a Israel que no entregar España y Grecia al Islam. Además se edulcora la yihad anti Israel con la cobertura de una aparente solidaridad con un inexistente pueblo, “los palestinos”, que no son más que invasores árabes que constituyen el caballo de Troya del panarabismo y del Islam.

Jerusalem es la capital eterna de Israel, es la más antigua capital de país y nación del mundo y que todavía sigue siendo su capital, y lo será a pesar de los judeófobos.

La defensa de Israel y reconocer a Jerusalem como su capital es un freno al totalitarismo y terrorismo islámico, lo que beneficia a Occidente. Si Jerusalem e Israel cayesen bajo la espada del Islam, los muyahidines y el Islam se envalentonarían y se levantarían en una Yihad total contra Occidente y Oriente y se desencadenaría una guerra a nivel mundial.

 

 
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