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| jueves abril 25, 2024

Ninguna administración norteamericana sopesó una política diferente hacia los palestinos, hasta que llegó Trump


La embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, así como su jefe, el Presidente Donald Trump han sometido a los palestinos a un estado de shock esta semana cuando les anunció que la ayuda financiera sería detenida si no regresan a la mesa de negociaciones con Israel. La aturdida reacción palestina es comprensible, es la primera vez que se enfrentan a una administración en los Estados Unidos que no se siente comprometida con ellos. Hasta la entrada de Trump en la Casa Blanca, el apoyo estadounidense para los palestinos formaba parte de las políticas cotidianas. Mientras que el ex presidente Barack Obama fue más hostil a Israel que su predecesor, George W. Bush, fue la administración Bush, especialmente la secretaria de estado, Condoleezza Rice, quien estaba comprometida con los palestinos no menos que Obama. Ese apoyo total fue revelado en junio del 2002.

En la cima de la campaña terrorista palestina, Bush consideró necesario introducir su “visión” de un estado controlado por la OLP. Cinco años más tarde, Hamas tomó el control de la Franja de Gaza, y reveló el hecho que todas las suposiciones del gobierno norteamericano sobre los palestinos, en general y en particular sobre la OLP estaban equivocados. Pero Bush y Rice no querían saber y encontraron formas de enterrar sus cabezas en la arena.

Los estadounidenses creían, por ejemplo, que los palestinos solo querían poner fin a la “ocupación” y establecer un estado. Según este punto de vista, se suponía que los ataques contra Israel desde Gaza terminarían con la partida del último soldado de la Franja de Gaza y la evacuación de los asentamientos israelíes. Pero en lugar de detenerse, los ataques se intensificaron. Los estadounidenses creían que Fatah eran los “moderados” y que  Hamás eran los “extremistas”. Sin embargo, durante los diez meses entre la retirada israelí y la toma del poder por la fuerza del Hamás en Gaza, las fuerzas de Fatah lideradas por el sucesor moderado de Arafat, Mahmoud Abbas, dispararon más cohetes contra Israel que Hamás.

El mensaje que surge de la declaración de Trump sobre la intención de cortar la ayuda estadounidense a la UNWRA es que “no hay almuerzos gratis”.

Los estadounidenses creían que los palestinos solo querían una buena vida. Pero entonces la población de Gaza y Cisjordania, escogieron a Hamás en las elecciones de enero de 2006 en lugar del Fatah. En vez de entender claramente el mensaje, los estadounidenses prefirieron creer que los palestinos rechazaron a Fatah sólo porque sus miembros eran corruptos, y creyeron que si solamente ellos entrenaran y armaran a las fuerzas de Fatah, ellos iban a luchar contra  Hamás. Pero en el momento de la verdad, cuando las fuerzas de Hamás abrieron fuego contra ellos, los miembros de las fuerzas de seguridad de Fatah, entrenadas por los estadounidenses, huyeron hacia Israel para salvar sus vidas.

En lugar de reconocer la realidad y detener la ayuda estadounidense hacia los palestinos, Condoleezza Rice encontró dos hojas de parra que le permitieron mantener los ojos cerrados: Salam Fayyad y la agencia UNWRA. Fayad le sirvió como un blanqueador para Abu Mazen frente a la crítica interna palestina sobre la corrupción en Fatah, a pesar que él mismo cubrió la corrupción de la AP durante, aproximadamente, una década. También le dio confianza al Banco Mundial en la transferencia de asistencia internacional a la Autoridad Palestina y al ministro de Finanzas de Arafat. Tras la toma de control de Gaza por parte del Hamás, Rice obligó a Abu Mazen (Abbas) a designar al “honesto” Fayyad como primer ministro. Y he aquí que la corrupción de la Autoridad Palestina terminó desapareciendo de los titulares en la prensa estadounidense.

Como la segunda hoja de parra, Rice usó a la UNRWA, la agencia de la ONU para refugiados palestinos. No importaba que la agencia trabajase codo con codo con Hamás, y que sus instalaciones sirviesen como una base posterior operativa y logística para la organización durante años. El hecho que ya en 2006 la agencia anunció que no podía verificar que sus empleados no fuesen miembros de Hamás tampoco cambió nada. Luego que Hamás tomara la Franja de Gaza (2007), Rice anunció que los estadounidenses continuarían transfiriendo fondos a Gaza y que la UNRWA serviría como un conducto para su transferencia.

Además, la administración aumentó su ayuda a la organización en 40 millones de dólares. Cuando se le preguntó cómo podía asegurarse que el dinero no se transfiriera a Hamás, Rice dijo: “Tenemos una larga historia de trabajo con esas agencias humanitarias”. “Espero que la gente de Gaza comprenda que es importante que la comunidad internacional responda a las condiciones humanitarias”. En otras palabras, continuó transfiriendo dinero a Gaza y rezó por lo mejor.

En los años posteriores, se han incrementado los fondos estadounidenses para la UNRWA en Gaza, hasta llegar en el 2016 a 368 millones de dólares. El apoyo ha crecido cada año, incluso cuando la evidencia acumulada que la UNWRA era en realidad una rama de Hamás en Gaza. En la Operación Plomo Fundido, por ejemplo, las instalaciones de la organización de la ONU, incluidas las escuelas, se convirtieron en posiciones para disparar misiles contra Israel, y los estudiantes palestinos sirvieron como escudos humanos. Esto fue aún más pronunciado cuando tres soldados de las FDI murieron en una clínica de la UNRWA, al convertirse esta en una trampa explosiva.

A lo largo de los años, todos sabían esto, pero debido a la “situación humanitaria” en Gaza, preferían ignorarlo. Después de todo, si no se puede entregar ayuda humanitaria a los palestinos, pensaban, tal vez ellos llevarán a Hamás al poder y la Franja se podría convertir en el bastión del terrorismo internacional y el puesto de avanzada iraní, por no hablar de la base para la guerra contra Israel al amparo de las escuelas primarias.

Decisiones de valor

En respuesta a las declaraciones de Haley que los estadounidenses dejarían de financiar a la UNWRA y tras el mensaje de Trump que ellos dejarían de transferir fondos a los palestinos en general, chirriaba Tzipi Livni, afirmando que el gobierno de Israel debería persuadir a la administración para seguir apoyando a la UNWRA y a la Autoridad Palestina. “Un gobierno responsable”, escribió, “debería sentarse en silencio y discretamente con el presidente de Estados Unidos para explicarle lo que realmente le interesa de Israel, incluyendo la prevención de la crisis humanitaria en Gaza y la persistencia y la cooperación con las fuerzas de seguridad palestinas”.

¿Y cómo reacciona el gobierno hoy? Esta misma semana hubo dos iniciativas en relación a este tema: el Likud votó unánimemente a favor de la aplicación de la ley israelí sobre la zona C en Judea y Samaria, y la Knesset aprobó una enmienda a la Ley Básica de Jerusalén, que permite al gobierno cambiar los límites municipales de la capital, dejando los vecindarios del área aledaña a la ciudad dentro de la soberanía israelí.

Algunos dicen que los dos actos son inútiles y se usarán principalmente como propaganda electoral para el Likud y para el partido Bait Hayehudí. Si bien no hay duda que las iniciativas beneficiarán a los votantes de las dos partes, también son importantes y comienzan a servir como una respuesta ante una administración norteamericana que quiere ver una alternativa a la política establecida y que están abandonando a los palestinos. La enmienda a la Ley de Jerusalén permite a Israel continuar otorgando derechos de residencia a los residentes árabes de Jerusalén, sin dividir la ciudad. Hoy, los árabes de Jerusalén no votan en las elecciones municipales por razones políticas y, por lo tanto, adolecen de una falta de presupuesto, especialmente en el campo de la educación.

Si tuviesen un consejo local, como lo tienen los residentes de Umm al-Fajem, pueden gobernarse a sí mismos y continuar viviendo dentro de Israel. En lo que respecta a Israel, el establecimiento de una autoridad municipal separada para los vecindarios árabes, al tiempo que garantiza la soberanía israelí continua sobre dichos vecindarios garantizará la mayoría judía en la capital y otorgará a los árabes un gobierno local independiente.

En cuanto a la decisión del Likud: en las dos últimas elecciones, mientras enfrentaba a una administración estadounidense hostil a Israel, Netanyahu ignoró la plataforma del Likud y realizó campañas electorales que se basaban en él personalmente. La decisión del Likud de implementar la ley israelí en el Área C puede (y debería) ser la base de las conversaciones con el gobierno de Trump. Si la administración está convencida que el movimiento es lógico, puede implementarse inmediatamente o servir como una plataforma para las elecciones del Likud en las próximas elecciones. Y si el Likud gana bajo esta plataforma, tendrá la legitimidad pública para implementarla inmediatamente después del establecimiento del nuevo gobierno.

Durante 25 años no hubo una administración estadounidense que aceptara considerar una política diferente frente a los palestinos. Por lo tanto, ningún gobierno en Israel se atrevió a proponer una alternativa. Esta semana vimos que la nueva administración está abandonando lo que se daba y que la Knesset y el Likud están listos para conducirnos hacia algo nuevo.

Traducido por Hatzad Hasheni

 
Comentarios

Es que los otros presidente no les gusta meterse en problemas

Ah! Los EEUU no tuvieron problemas en el Medio Oriente????

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