Shay Pozmantir (36), Super Intendente en la Guardia de Fronteras de Israel (Mishmar Hagvul en hebreo), transmite calma y seguridad. Cuesta imaginarlo levantando la voz o con gesto enojado. Cabe suponer que siendo Comandante de un Batallón en una de las zonas más delicadas de Jerusalem, en más de una situación estará tenso . Pero irradia un espíritu singular, una especie de tranquilidad de que cuando él está a cargo, se harán las cosas bien.
Nacido en Uruguay, creció en Israel desde que sus padres se radicaron en el país, cuando él era aún un bebé de solamente un año. Hasta su enrolamiento al servicio militar obligatorio en las Fuerzas de Defensa de Israel, viajaba todos los años a visitar a su familia en Montevideo. También hoy, aunque hace ya casi 20 años que no logra viajar por la carrera que ha hecho pasando del ejército directo a la Guardia de Fronteras, habla con gran cariño de sus parientes en Montevideo. A su tío Andrés Aksler debemos el agradecimiento por habernos contado de Shay, hijo de Ana, su hermana mayor. Están también otros Aksler, los Berlín y Heselberg.
Nos reunimos con Shay en su oficina en la comandancia de la Guardia de Fronteras en el norte de Jerusalem. Primero conversamos un largo rato, con su infaltable mate acompañándolo siempre, y luego salimos al terreno, para lo cual Shay se pone el chaleco anti-balas y nos da indicaciones apenas entramos al jeep cuando emprendemos camino hacia la aldea A-Tur. “Si tiran piedras o cualquier otra cosa, no te preocupes ni te pongas nerviosa. Va a estar todo bajo control”.
Pero antes de los problemas, el primer tema de conversación es Uruguay, que evidentemente Shay lleva consigo. Y el mate, que surge a menudo. También cuando cuenta sobre la carrera que ha hecho.En el ejército hizo el servicio regular, fue al curso de oficiales, sirvió cuando Israel salió del Líbano y luego, al estallar la intifada, del ejército mandaron gente a la Guardia de Fronteras y él quiso ir. Llegó a dirigir el curso de oficiales de la Guardia. Tuvo a su cargo distintas zonas, y en determinado momento, también el área agrícola de algunos kibutzim como Gaash y otros. “Ahí está lleno de uruguayos y uno los reconoce porque andan con el termo del mate abajo del brazo”.
Interesante comentario de un oficial de Mishmar Hagvul.
Este es un resumen del diálogo con Shay.
P: Creciste en Israel desde que eras muy chiquito pero me decías antes de grabar que igual te sentís uruguayo.
R: Sí, sin duda. Eso se lleva siempre. Y también tengo contacto con mi familia en Uruguay. Mis primos y tíos han venido a Israel muchas veces. También a mi casamiento y cuando nacieron mis hijos. La última vez que mi abuela(Z”L) vino fue cuando nació mi hijo mayor. Estuvo acá seis meses y volvió a Uruguay. Andrés me mandó varios paquetes de mate. Somos muy cercanos.
Ahora lamentablemente hace mucho que no viajo, pero recuerdo bien muchas cosas, como el negocio que tenía mi abuelo y también que había cerca un bar en el que vendían chivitos. Trato de estar al tanto , lo que puedo, de la actualidad uruguaya, porque vengo de ahí. Sé algo de historia, Artigas, 1825….y claro, el fútbol, pero eso ya es un tema aparte
LA CELESTE Y EL FÚTBOL
P: Recién me mostrabas inclusive un muñequito de Suárez que tenés por ahí.
R: Así es. Mirá, yo me siento muy cerca de Uruguay. Y claro que el fútbol ocupa un lugar importante. Mis nenes saben de memoria todo el equipo de la Celeste. Y siguen a los distintos equipos del mundo, según donde hay uruguayos: a Barcelona por Suárez, a Cavani en el Paris Saint Germain, Godin en Atlético.
P: ¿Estás esperando el Mundial? Nos tocó un buen grupo ¿No?
R: Sí, pero Egipto nos puede sorprender. Y Rusia, son los anfitriones, así que no podemos saber cómo actuarán los árbitros. Pero creo que nuestro equipo es mejor. Uruguay también logra a veces jugar mal y ganar igual.
P: Y todo esto…¿Cómo define la identidad?
R: Soy israelí, pero también me siento uruguayo.Los nenes saben que son sabras nacidos acá pero también que son medio uruguayos y medio colombianos. Saben claramente que papá es de Uruguay y mamá de Colombia. Comemos mucho asado, tomamos mate…esas cosas siempre nos acompañan.
UNA ZONA DELICADA
P: Es más lindo hablar del fútbol Celeste que de la tensión de tu trabajo. ¿Cuál es el desafío?
R: No es sencillo. Yo diría que el batallón que comando es uno de los tres de las zonas con mayor roce y potencial problemático en toda la Guardia de Fronteras. Mi batallón está a cargo de la seguridad en la zona de las aldeas Issawiya y A-Tur en Jerusalem. En los últimos tiempos ha estado muy complicado. En Issawiya, a lo largo del 2017 hubo más de 400 incidentes de botellas incendiarias y piedras a policías, promedio de más de una vez por día. Más de 20 de cargas explosivas. Y por lo menos 14 policías heridos.
P: La joven policía muerta, Hadas Malka, acuchillada en la Ciudad Vieja, era de otro batallón ¿Verdad?
R: Así es. Recuerdo bien ese caso, yo estaba de turno, llegué primero al primer ataque que hubo cerca y poco después fue su asesinato. Los dos voluntarios del Magen David Adom que la atendieron e intentaron salvarla, eran un árabe y el otro un combatiente nuestro que en su tiempo libre está allí. Fue muy duro.
P: Shay, Issawiya está muy a menudo en las noticias, por desórdenes, choques violencia. ¿Cuál es el problema allí?
R: Issawiya es una aldea muy hostil. En último año hubo muchos intentos por parte de la policía de entablar contacto y diálogo con la aldea,con el liderazgo local, la comisión de padres, docentes, comisiones barriales, el mukhtar. Quienes tiran piedras y botellas incendiarias son los más jóvenes, aunque también ha habido casos de algunos de más de 30. Pero alguien los incita, alguien les compra el combustible para la botella incendiaria, alguien les prepara las cargas explosivas y les indica que las tiren hacia los efectivos de la Guardia de Fronteras.
Y la respuesta está en el hecho que allí hay cuatro grandes grupos radicales, Fatah, Hamas, el Frente Democrático y el Frente Popular .Y todos son fuertes. En otras aldeas, hay uno central . No cooperan entre ellos lo cual nos complica las cosas porque en otros lados, como por ejemplo A Tur donde el control es de al Fatah, si Fatah quiere que haya tranquilidad, la hay, si quiere lío, hay. Y tenemos con quién hablar. En Issawiya es mucho más complicado porque uno puede querer calma y el otro buscar problemas. El resultado es que en Issawyia no hay calma. Esto, a pesar que la policía realmente busca caminos de diálogo, distintas vías.
P: ¿O sea?
R: Hace poco el policía comunitario, que es druso o sea que habla perfecto árabe, hasta entró a la escuela de la aldea a dar una charla. Con guardia de 20 miembros de Mishmar HaGvul, pero va, coordinado con la escuela. El director lo va a buscar a la entrada, va con él.
P: ¿De uniforme?
R: No, de civil. No importa, yo confío en que llegará algún día la paz, y podrá entrar sí de uniforme, como policía que es, sin guardias, para ayudar a la población.
P: Por un lado podríamos pensar que justamente porque las cosa empeoraron, fue necesario que el policía comunitario hable allí con los alumnos. Por otro, esto también indica que hubo apertura de parte de Issawiya.
R: Justamente, esta es la característica de Issawiya. Allí nunca hay calma, siempre hay tensión. Si entramos a la aldea, tratan de atacarnos, tiran piedras, botellas incendiarias, siempre hay algo. Otros lados pueden estar tranquilos, pero ahí no. Al mismo tiempo, sí aparecen voces que están dispuestos a cierto diálogo. La policía tiene mucho interés en eso. Tenemos claro que hay allí mucha gente buena. No todos son responsables por los ataques, en absoluto. Tratamos de prestar el servicio necesario. En otras aldeas la cooperación funciona más.
P: ¿Por ejemplo?
R: Si un vehículo está estacionado en un lugar donde no debe y molesta a la gente,antes nadie llamaba a la policía para que lo corran. Podían quemar el coche, pero no llamar a la policía. Ahora sí, llaman al 100 y piden que corran el coche que molesta.
P: ¿Cómo lo explicas?
R: Creo que la gente está cansada.¿Cuánto se puede vivir en un lugar con la sensación constante de estar en guerra? Quieren normalización. Esto se ha sentido más en el último año. La policía siempre tiene iniciativas para mejorar el contacto y el diálogo con adultos de la aldea ha surtido más efecto que antes. Hace poco , por ejemplo, por un lado tuvimos que hacer un operativo de detenciones de 48 jóvenes involucrados en ataques violentos. Al mismo tiempo, el policía comunitario entró con funcionarios de la municipalidad, pintó cebras en las calles, borró grafittis que afeaban las calles, marcó aceras de estacionamiento y arregló señales de tránsito que habían sido dañadas. Después de todo eso, hubo gente que llamó a felicitar y agradecer, mientras otros volvieron a destrozar parte de lo hecho.
P: Te confieso que tanto cuando se trata de disturbios en aldeas árabes del lado oriental como , salvando las distancias, de elementos radicales entre los ultraortodoxos, y por ejemplo queman basureros, me pregunto para qué la policía entra. Que se queden sin basureros…
R: Ante todo, Issawiye está sobre la ruta que conduce a Maale Adumim y si de ahí se tiran piedras hacia la carretera abajo, por ejemplo a un coche que viaja a 100 kms por hora, eso es un accidente seguro. Diez botellas incendiarias hacia ese camino, asustan a los conductores y provocan accidentes. Para impedir todo eso, hay que entrar a la aldea . Si nosotros entramos a Issawiya y nos tiran de todo, es una cosa. Somos efectivos de la policía. No digo que lo aceptamos, pero es distinto que esas botellas incendiarias o piedras sean lanzadas hacia los civiles. No estoy dispuesto a permitirlo.
Hay otro punto, el hospital Hadassah del Monte Scopus, de espaldas digamos a Issawiya. Tratan todos los días de prenderle fuego. Casi todos los días tiran botellas incendiarias.
P: ¿Cuál es la lógica? Muchísimos árabes son atendidos allí. ¿Por qué tirarle botellas incendiarias?
R: Porque lo ven como símbolo del Estado, del poder. En el mismo sentido hay que tener presente que están en la misma esfera también la Universidad Hebrea del Monte Scopus, y hay una base militar.
P: Lo de atacar a Hadassah es realmente increíble.
R: Sin duda. Gran parte del personal árabe de Hadassah, es de Issawiya. Incluyendo un destacado neurocirujano, cuyo nombre no recuerdo en este momento con exactitud. El tema es que los “malos”, por llamarlo de alguna forma simplista, o sea los que causan problemas, no son diez pibes de 15 años sino organizaciones fuertes con las que el ciudadano común no puede lidiar así nomás.
Te diré que también entramos a Issawiya por situaciones en las que se requiere la presencia de la policía, como ser, lamentablemente, si un hombre le está pegando a la esposa y alguien informa. La diferencia es que si eso pasa en Tel Aviv, van dos policías. Si pasa en Issawiya, los dos policías necesitan la guardia de diez efectivos de la Guardia de Fronteras. Y si es de noche, quizás son más.
P: ¿Te parece que la población siente que la policía presta allí servicio?
R: Aunque claro que es más problemático que en otros lados, creo que sí. Pero claro, puede sentirlo aquella persona a la que ayudamos.
P: Pero el resto va a decir que la Guardia invadió la aldea, porque lo más notorio son todos esos efectivos armados que respaldan.
R: Por supuesto. Sabemos que así se presenta, por ejemplo en la página de Facebook de la aldea, aunque entremos porque alguien nos llamó, ahí dice “los ocupantes entraron a Issawiya…”.
P: Tu responsabilidad incluye también la aldea A Tur.
R: Así es, y es mucho más complicada todavía que Issawiya. Allí hay dos casas de judíos que viven en la aldea, lo cual aumenta el potencial de roce. También hay iglesias y monasterios. En un extremo de A Tur está el Monte de los Olivos, sagrado para las tres grandes religiones, cada una por sus razones. Por todo esto, la situación es más complicada. En una situación extrema, se puede decir que uno cierra Issawiya de afuera, pero en A-Tur nunca se puede hacer eso. Hay allí mucho movimiento de turistas, también de judíos que van al cementerio en el Monte de los Olivos. No tenemos allí un puesto fijo pero hay presencia.
Cuando entré a mi cargo me molestó mucho un problema conocido como “el camino de la escuela”. Los efectivos deben tomar posiciones en algunos cruces, en horario de ida a los estudios o fin de las clases, para impedir que los alumnos tiren piedras. Combinamos un encuentro del policía comunitario, que también aquí es druso y habla árabe, con directores de las escuelas. De cinco directores, uno estuvo dispuesto a reunirse conmigo. Le dije que yo también tengo hijos y que no me gusta ver que los alumnos van a la escuela y tiene que haber efectivos de la Guardia de Fronteras cerca. Le sugerí que intentemos algo nuevo que cambie la situación y también preserve la seguridad, que haya allí maestros, cuya presencia disuada a los niños y jóvenes de tirar piedras. Duró una semana, luego los radicales intensificaron su presión para que se vayan, y como en una pedrea una noche, víspera de una fiesta, hirieron a una mujer que iba en un coche de judíos, tuvimos que devolver a la Guardia al lugar.
P: Así que allí también hay constantes focos de choque y tensión.
R: Lamentablemente sí. Hubo cientos de incidentes , ataques a la policía, numerosas pedreas a civiles. Y por todo lo que expliqué antes, no podemos decir que no entramos y ya está.
P: ¿Alguna vez resultaste herido?
R: Nada serio por suerte. Jugando al fútbol me he lesionado mucho más. Otros la pasaron peor.
TIENEN CÉDULA ISRAELÍ
P: De por medio imagino que hay no pocos dilemas.
R: Mira, por televisión pueden verse desórdenes y disturbios, quema de tachos de basura y entiendo la pregunta que planteaste antes de por qué no entrar y dejar que la gente lidie ahí con el problema. . Pero esas imágenes no significan que quienes viven ahí y precisan esos tachos, son responsables por eso . Ni siquiera significa que estén de acuerdo.
Cuando hay problemas en Issawiya por ejemplo, lo primero que hacen los organizadores es cerrar la aldea desde adentro, rodeando todos los pasajes con basureros ardiendo. Uno puede decir, que se traguen ellos mismos la situación, pero no es así, porque también hay gente de la aldea que terminó de trabajar afuera y quiere volver a su casa. Y uno ve que tienen miedo de entrar. ¿Acaso puedo decirles que se arreglen solos, que yo no entro? No se puede. Hace unos días una mujer quería salir de la aldea con sus hijos, y alguien que tiraba piedras le pegó a ella. Tuvimos que atenderla. Es una situación muy compleja.
P: Todos sabemos que todo esto ocurre cuando de fondo hay en Israel discusiones sobre el futuro de las zonas de población completamente árabe en Jerusalem oriental. ¿Te sucede alguna vez cuando entras a estas aldeas que te dices “esto es otro lado, no es parte de mi lado?”
R: Mira, toda la población de estas aldeas tienen cédula azul, israelí. Son residentes de Israel. También hay entre ellos quienes son ciudadanos israelíes. Yo no entro en el tema político. Como policía, tengo que prestar servicio a todos. Así como en mi batallón tengo combatientes musulmanes, drusos, cristianos-antes hubo también circasianos-, de todo, también en la población hay de todo. No, yo no siento que no es mi lado. Pero eso puede que ya sea política, así que ya no entro en eso.
ENTRE FIRMEZA Y CONTENCIÓN
P: Años atrás la Guardia de Fronteras tenía una imagen bastante negativa. Si bien no era justo generalizar en absoluto, hubo más de un caso de comportamiento considerado excesivamente violento y eso fue una mancha para la fuerza en general. ¿Sos consciente de eso?
R: Sí. En el pasado la Guardia de Fronteras tenía una imagen negativa. Quisiera ante todo decirte que hoy en día somos la unidad más requerida. Te diré que en el entrenamiento básico de esta unidad, los comandantes dedican aproximadamente 120 -130 horas a la educación en valores, mucho más que en Tzahal (las Fuerzas de Defensa de Israel). Pero evidentemente esto no es porque nuestros efectivos sean peores o de más bajo nivel y precisen mayor dedicación que otros, sino porque ha aumentado muchísimo la responsabilidad que se deposita sobre sus hombros. En los últimos 15 años, en casi todos los puntos claves de roce y grandes desafíos, está la Guardia de Fronteras. Eso hace que se destaque lo bueno y que también surjan momentos complicados. Pero lo que puedo asegurar en forma categórica, es que dedicamos muchísimo tiempo a la educación en valores, para que nuestros efectivos tengan clarísimo qué se puede hacer y qué no., qué está bien y qué está mal. Yo personalmente hablo con mis combatientes muchísimo sobre el tema de la importancia de saber combinar firmeza cuando es necesario con contención. Y también sobre su responsabilidad para proteger a los ciudadanos. Todos aquí tienen clarísimo que mejor que ellos reciban las piedras y no los civiles.
Y yo siento claramente que mi responsabilidad como comandante es que los efectivos que terminan aquí su misión, salgan mejores ciudadanos que lo que eran.
P: ¿Hay situaciones en los que dudas dónde está el límite entre la firmeza de la lucha contra el terrorismo y la necesidad de respetar los derechos y mantener las reglas? O sea ¿Hay situaciones grises?
R: Las órdenes no son grises, nunca, son terminantes. Pero sí puede pasar que el comandante tiene que aplicar su criterio en una situación determinada y decidir cómo actuar. Puede pasar que una mujer participó en un incidente violento, que el comandante tenga por ley autoridad para por ejemplo empujarla hacia la pared y doblarle el brazo para neutralizarla, pero puede también que decida no hacerlo porque es mujer, para no humillarla, por mil cosas. Los policías saben ser flexibles. Y claro que además está el tema de la imagen que le hace mal a la policía.
POR UN FUTURO DE PAZ
Shay tiene dos hijos, Shajar y Saguí, de 8 y 6 años. Su esposa es colombiana y bromea diciendo que hablan en español cuando se enojan. Y que los niños simulan no entender, pero saben todo.
P: Tenés dos hijos chicos. Tu trabajo, tu misión, va de la mano del riesgo y la tensión constantes. ¿Cómo se maniobra entre ambas cosas? ¿Pensás en cómo será la vida de tus hijos cuando crezcan, si también ellos tendrán que luchar?
R: Confieso que pienso casi todos los días en eso. Creo que sí, que al final, habrá paz. Claro que hay ciertas cosas que nosotros debemos pasar para que eso sea posible y también cosas que el otro lado debe hacer para eso. Yo quisiera que se logre, que mis hijos puedan crecer en un Israel en el que no sea necesario que haya ni ejército ni Guardia de Fronteras. Quisiera que sea su realidad.
P: ¿Es factible?
R: ¿Me preguntás si soy optimista de que eso sea posible? A veces más y a veces menos, según cómo van sucediendo las cosas. +
P: Y en la práctica ¿cómo podés actuar de padre con tu tipo de “trabajo”?
R: Me alegría poder estar más con ellos y también que en general haya menos incidentes de tensión. Vivo en Raanana y está claro que no estoy lo suficiente en casa y que cuando voy, llego tarde . Duermo en la base por lo menos dos veces por semana. Las últimas semanas casi siempre que salí a casa tuve que volver porque pasaba algo. No es fácil ser así padre y esposo. Le dije a mi esposa que esta es la situación, que quizás no pueda ser entonces un excelente marido, pero sí muy bueno.
Cuando estoy con los nenes, trato de ser el mejor padre del mundo. Mis subalternos saben que de noche entre las 20.15 y 21. 15 no me llaman a menos que muera alguien, porque si estoy en casa, es la hora de estar con los nenes, bañarlos, leerles un cuento, acostarlos. De reojo a veces miro los mensajes, leo sobre las pedreas y otras cosas, pero trato de no hacer más que eso siempre que se puede.
P: ¿Se te ocurre algún ejemplo de un dilema acerca de cómo conciliar ambas cosas?
R: Hace no mucho, cuando empezó todo el tema de los detectores de metales en el Monte del Templo, a raíz del asesinato de dos policías, tuve uno de los grandes dilemas familiares. Justo para ese fin de semana habíamos programado un paseo por el norte con amigos y los nenes estaban esperando ansiosos. Ya habían comprado linternas, practicaban con la carpa en la que íbamos a dormir…felices. Llegamos al Kineret y vi en el teléfono que había muchos desórdenes en Jerusalem, pero desde Jerusalem me decían que se arreglan, que no es tanto como parece, bajo control…Al final todo se agravó, especialmente en A Tur, tuve que irme. Claro que le arruiné el paseo a todos, pero cuando hay combate hay situaciones complicadas.
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