Los detalles del tan esperado plan de paz estadounidense para el Medio Oriente son deliberadamente escasos, pero parece ser que se está formulando un nuevo paradigma de negociaciones que se aparta de una serie de políticas tradicionales seguidas por las administraciones anteriores. La administración Trump parece estar enfocada en iniciar negociaciones integrales de estatus final y el equipo del presidente parece estar más motivado por consideraciones políticas basadas en intereses que por preceptos basados en valores defendidos por gran parte de la comunidad internacional y por las administraciones anteriores. El cronograma para el “acuerdo final” es flexible y probablemente se haya visto retrasado por las reacciones palestinas tras el reconocimiento por parte de los Estados Unidos de Jerusalén como la capital de Israel. Mientras tanto, Estados Unidos continúa redefiniendo el paradigma de negociaciones existentes y converge a las partes interesadas de la región. Esto le ofrece a Israel oportunidades para mejorar su postura regional incluso en ausencia de negociaciones. Con el fin de obtener respaldo de los Estados Unidos para sus posturas de negociación se le aconseja a Israel que los defina en términos estratégicos prácticos, mostrando el cómo interactúan con el avance de los objetivos estadounidenses en la región, en lugar de perspectivas históricas y éticas.
Los detalles del tan esperado plan de paz estadounidense para el Medio Oriente son deliberadamente escasos. El plan está siendo formulado por un equipo disciplinado dirigido por el asesor principal Jared Kushner y no se ha publicado o filtrado ninguna información relacionada con la propuesta. No obstante, un análisis a los comentarios de Kushner en el Foro Saban 2017, la decisión del Presidente Trump sobre el tema Jerusalén y el capítulo sobre el Medio Oriente en la recientemente lanzada Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) provee información clave sobre el pensamiento de la administración respecto a las negociaciones. Una lectura atenta de estos desarrollos revela que se está formulando un nuevo paradigma de negociaciones que se aparta de una serie de políticas tradicionales aplicadas por las administraciones anteriores.
Con el objetivo… por el “trato definitivo”
La administración Trump parece rechazar un enfoque gradual a las negociaciones sobre el estatus final basado en soluciones provisionales o acuerdos en fomentar la confianza. Al contrario, este se centra en iniciar negociaciones integrales sobre el estatus final.
De acuerdo a la lógica de la administración, un enfoque incremental tendría inconvenientes sustanciales. Dada la falta de fe entre las partes, estas no obtendrían la confianza necesaria para superar las dificultades inherentes que inevitablemente surgirán del proceso en sí o de las influencias regionales negativas. Este proceso plagado de crisis no solo pondría en peligro el proceso de paz sino que retrasaría el fortalecimiento de las relaciones Israel-Golfo, socavando parte de la estrategia estadounidense en contrarrestar a Irán. La administración cree que el mundo árabe no normalizara sus relaciones con Israel sin un acuerdo final integral con los palestinos. En este contexto, la administración está consciente del escepticismo palestino y árabe hacia un enfoque gradual, que argumenta que Israel entrará en tal proceso con el objetivo de prolongar las negociaciones mientras avanza los “hechos consumados en el terreno” en Cisjordania.
El contexto regional
La nueva ENS del Presidente Trump respalda un papel regional a largo plazo por parte de los Estados Unidos en el Medio Oriente, diseñado para promover un equilibrio favorable de poder y estabilidad y mayor seguridad e intereses económicos por parte de los Estados Unidos. El desorden regional se observa que proviene del nexo entre la expansión iraní, el terrorismo y la ideología yihadista violenta, los estados débiles, el estancamiento socio-económico y las rivalidades regionales. Dentro de esta perspectiva, Estados Unidos ya no considera el conflicto palestino-israelí como una de las principales causas problemáticas de la región. No obstante, se considera que un tratado de paz es un facilitador importante para fortalecer las relaciones entre Israel y los estados del Golfo, lo cual servirá al interés principal de promover un equilibrio de poder regional favorable y enfrentar amenazas comunes. En este sentido, el enfoque estadounidense le asigna a los estados árabes sunitas pragmáticos una serie de funciones, que incluyen ayudar a los palestinos a sentarse en la mesa de negociaciones y otorgar legitimidad a las concesiones que necesariamente se tendrán que realizar. Además, los dividendos económicos y políticos posteriores a la paz que estos países pueden ofrecer a las partes son presentados como incentivos para las negociaciones.
Un enfoque de tipo empresarial
El equipo del Presidente parece estar más motivado por consideraciones de política basadas en intereses que por los preceptos basados en valores que han sido defendidos en gran parte de la comunidad internacional y por las administraciones anteriores. Sus esfuerzos parecen estar anclados en una perspectiva prospectiva de resolución de problemas diseñada para promover los intereses regionales de los Estados Unidos, en lugar de un esfuerzo impulsado de valores para encontrar soluciones idealistas a lo percibido como injusticias pasadas o reclamos históricos contradictorios. Esta perspectiva abre los prospectos de nuevos enfoques para resolver antiguos problemas y el cómo es visto en relación a Jerusalén, el equipo de Trump ya ha roto con las convenciones políticas de larga data. Las propuestas presentadas por las partes en las negociaciones tienen más probabilidades de ser juzgadas por los estadounidenses en función de su utilidad práctica, en lugar de su legitimidad histórica.
Sentando a las partes en la mesa de negociaciones
La intransigencia palestina es vista por el equipo de negociaciones estadounidenses como el mayor obstáculo para la reanudación de las conversaciones. Durante la ronda anterior de mediaciones en el 2014, las conversaciones entre Estados Unidos e Israel progresaron, mientras que fueron los palestinos quienes se retiraron del proceso (tal como lo hicieron en el 2008 cuando se presentó una propuesta de paz del Primer Ministro israelí Olmert). El 17 de marzo de 2014, el entonces presidente Obama le presentó al Presidente palestino Abu Mazen un conjunto de propuestas, algunas de las cuales se inclinaron en dirección a los palestinos. Abu Mazen evitó responder y pidió tiempo para considerar las propuestas. Se le dio hasta el 25 de marzo. Hasta el día de hoy, todavía no ha respondido. En cambio, los palestinos se embarcaron en un esfuerzo por internacionalizar el conflicto, tratando de extraer un precio cada vez más alto para Israel desde el punto de estancamiento a fin de mejorar su postura negociadora.
En contraste, dada su dependencia de los Estados Unidos y su apreciación a la actual administración y su postura sobre Jerusalén, Israel, incluso bajo su actual coalición de gobierno derechista, pareciera presentar un desafío más fácil para la reanudación de las negociaciones, siempre y cuando las severas precondiciones palestinas sean descartadas.
Por lo tanto, la administración se ha embarcado en una serie de pasos diseñados para subrayarles a los líderes palestinos que este es un nuevo escenario donde a los palestinos se les sancionara por su continuo estancamiento, mientras Israel se beneficia. El reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel ilustra una pérdida palestina que solo puede ser rectificada a través de un acuerdo negociado con Israel respecto al estatus permanente de Jerusalén Oriental. La negativa del Presidente Trump de respaldar plenamente la solución de dos estados es otro mensaje dirigido a los palestinos. Al afirmar que si apoyará “una solución de dos estados, si ambas partes lo acuerdan”, este implica que los Estados Unidos pudieran apoyar una realidad sin soberanía si las negociaciones no son renovadas o son exitosas.
Para Israel, los Estados Unidos poseen incentivos positivos (Jerusalén, beneficios regionales) para garantizar el retorno a la mesa de negociaciones. Con los palestinos, los Estados Unidos intentan enfatizar sus pérdidas tangibles de la intransigencia y que sus mejores perspectivas se den a través de negociaciones.
Implicaciones
La administración Trump se compromete a avanzar en un proceso de paz palestino-israelí diseñado para lograr el “acuerdo final”. El marco de tiempo para ello es flexible y probablemente fue retrasado por las reacciones palestinas tras el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel por parte de los Estados Unidos. Mientras tanto, Estados Unidos continúa redefiniendo el existente paradigma de negociaciones y reuniendo a las partes interesadas de la región. Estas medidas le presentan a Israel oportunidades, incluso en ausencia de negociaciones, de mejorar su posición regional.
A Israel le resultará difícil rechazar una iniciativa estadounidense para renovar las negociaciones de paz cuando se le presente. A fin de obtener apoyo de los Estados Unidos para sus posturas negociadoras se le recomienda definirlas en términos estratégicos prácticos, mostrando el cómo interactúan con el avance de los objetivos estadounidenses en la región, en lugar de hacerlo ante perspectivas históricas y éticas.
El Coronel (ret.) Shimon Arad escribe sobre temas de seguridad regional.
Traducido por Hatzad Hasheni
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