El discurso del Secretario de Estado de los Estados Unidos Mike Pompeo del 21 de mayo de 2018 fue un paso importante en la realización de la Doctrina Trump. El discurso de 12 puntos delineó la estrategia de no proliferación nuclear de la administración contra Irán, un gobierno que se esfuerza por ejercer una presión constante sobre Teherán para incitarlo a un nuevo acuerdo nuclear.
El asertivo y exhaustivo discurso de 12 puntos de Mike Pompeo del 21 de mayo de 2018 fue un paso importante en la realización de la Doctrina Trump. Hablando en la conservadora Heritage Foundation, el ex director de la CIA dio a conocer la estrategia de no proliferación nuclear de la administración norteamericana contra Irán, que se esfuerza por ejercer presión constante sobre Teherán para incitarla a firmar un nuevo acuerdo nuclear sin recurrir a la fuerza armada.
Contrariamente a la suposición común, el plan de Pompeo no refleja una intención explícita de provocar un cambio de régimen en Teherán, aunque la administración seguramente no lamentaría tal resultado. Por el contrario, las 12 demandas, junto con la amenaza de sanciones económicas, son parte de la estrategia de negociación agresiva de Washington y tienen la intención de aumentar los temores de Teherán que el cambio de régimen pueda ocurrir finalmente. La administración de Trump espera que Teherán se vea obligada a reconsiderar sus políticas convencionales y nucleares y acepte negociar un nuevo acuerdo nuclear.
El discurso de Pompeo indica la determinación de la administración Trump de evitar repetir el error de su predecesor de permitir que Teherán persiga sus ambiciones hegemónicas mucho antes del logro de las armas nucleares. Todo lo que hizo Irán al concluir el JCPOA fue revertir el orden de sus prioridades estratégicas. En lugar de desarrollar armas nucleares como un precursor para perseguir sus objetivos hegemónicos, se embarcó en un impulso hegemónico inmediato, impulsado por los cientos de miles de millones de dólares ganados del JCPOA. Lo hizo con miras a desarrollar sus capacidades nucleares en una etapa posterior para defender y consolidar sus logros militares y políticos.
En vista de la estrategia suprema de Teherán, la administración Trump busca provocar la desintegración de toda la infraestructura y el conocimiento nuclear de Irán. También requiere que Teherán se retire de todas sus zonas de intervención militar directa e indirecta.
Como parte de esto, la administración estadounidense probablemente exija que el acuerdo nuclear final incluya restricciones a la expansión regional de Irán y sus exportaciones terroristas en todo el Medio Oriente y el mundo, así como también limitaciones en su programa de desarrollo de misiles balísticos. Si Teherán acepta las demandas estadounidenses, Pompeo ofrece incentivos en la forma de normalización estadounidense-iraní, el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas, el apoyo de los Estados Unidos para la modernización de la economía iraní y el restablecimiento de los lazos económicos bilaterales.
La suposición es que Irán se va a negar a cumplir con las 12 demandas de Pompeo en general y en las principales demandas de la administración en particular.
En su discurso de retiro del JCPOA, el presidente Trump advirtió a Teherán que el incumplimiento de las demandas estadounidenses lo sometería a “las sanciones más fuertes de la historia”. El objetivo es dañar la economía iraní y el funcionamiento político, pero no necesariamente provocar el colapso del régimen.
Es probable que la administración de Trump continúe cooperando estrechamente con la coalición regional anti-iraní con la que ha estado trabajando durante los últimos meses. Esta coalición incluye Arabia Saudita, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos e Israel, con lo que parece haber una coordinación casi total en el tema iraní. Por lo tanto, Teherán enfrenta un aislamiento internacional cada vez más profundo, continuos ataques israelíes contra sus bases en Siria y una creciente intranquilidad doméstica sobre la angustia económica y social.
La administración de Trump cree que, junto con sus aliados, puede incrementar productivamente las muchas presiones sobre Teherán. Puede hacer esto exacerbando las tensiones internas y apoyando las protestas populares pasivas y activas en el país, incluso hasta el punto de armar a la oposición minoritaria. Una vez más, Estados Unidos no busca promover el cambio de régimen en Irán o llegar al punto de una confrontación militar directa. La administración continúa adoptando una estrategia paciente, decidida pero conservadora, respaldada por la capacidad militar y económica destinada a obligar a Teherán a reevaluar sus objetivos y, finalmente, aceptar las principales demandas estadounidenses para frenar su programa nuclear y su expansión convencional. Si los acontecimientos ocurrieran de esta manera, sería en gran interés de Israel.
Doron Feldman es miembro del personal del departamento de planificación de la Autoridad Nacional de Manejo de Emergencias de Israel (NEMA) y graduado del Programa de Estudios de Seguridad, de la Facultad de Ciencias Políticas, Gobierno y Asuntos Internacionales de la Universidad de Tel Aviv.
Traducido por Hatzad Hasheni
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