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| jueves marzo 28, 2024

Político jordano y ex-lider de la Hermandad Musulmana en Jordania: Cualquiera que acepte el próximo plan de paz de Trump para el Medio Oriente será castigado como el presidente egipcio Sadat


Ante el contexto de los esfuerzos por parte de la administración estadounidense para avanzar en su plan de paz en el Medio Oriente, conocido como “el Acuerdo del Siglo”, cuyos términos aún no han sido publicitados, Salem Falahat, político jordano y ex-encabezado de la Hermandad Musulmana (HM) en Jordania, arremetió contra el trato en un artículo que este mismo publicó. El artículo apareció en el portal albosala.com, afiliado a la HM en Jordania, en el diario vocero de la HM jordana Al-Sabil y en el portal afiliado a Hamas palinfo.com bajo el título “Por Qué el Acuerdo del Siglo no se Hará Realidad”. “En este, Al-Falahat, quien renunció al partido de la HM en el 2016 debido a desacuerdos ideológicos con este y fundó el Partido Rescate y Sociedad, evaluó que el acuerdo nunca será una realidad y advirtió a los líderes árabes a no apoyarlo. Apoyar este acuerdo dijo, sería un acto de traición igual al del último gobernante musulmán de Granada que se lo entregó a los cristianos y cualquiera que lo haga enfrentara “castigos y venganza en este mundo y el siguiente”. En este contexto, mencionó al anterior presidente egipcio Anwar Sadat, quien “selló su propio e inevitable destino” cuando firmó el acuerdo de paz con Israel. Al-Falahat agregó que, incluso si algunos regímenes árabes aceptasen el acuerdo, ni los palestinos ni los otros pueblos árabes lo aceptaran y que ningún poder en el mundo podrá obligar a los palestinos a aceptarlo.

Lo siguiente son extractos de su artículo.[1]

Salem Falahat (Imagen: albosala.com)

“Los tambores de la sumisión suenan con fuerza, ante la firma de un documento vacío que servirá a los intereses del enemigo sionista [es decir, el llamado Acuerdo del Siglo del Presidente Trump]. Por eso el fogoso Kushner, cuyos bolsillos están repletos de dinero, está de manera secreta y abiertamente reuniéndose con [el Primer Ministro israelí Benjamin] Netanyahu y sus lacayos, con el fin de obtener un trato claro y explícito [al acuerdo] de algunos de los estados árabes. Las delegaciones están en acción [en este momento en la región], buscando a alguien como Abu Abdallah el Joven[2] que les entregue las llaves de ‘Granada’ [es decir, Palestina], incluso si alguno de su familia, séquito o sirvientes permanece [junto a su lado] – y romperá [a llorar] en el lugar, para que los historiadores [luego] denominen [el lugar] ‘el último suspiro del Moro’.[3]

“A mi manera de ver, sin autoengaños, nadie se atreverá a dar un paso tan traicionero, porque [cualquiera que se atreva] no escapará del castigo y venganza, [ambos] en este mundo y en el siguiente. Cuando el anterior [presidente egipcio] Anwar Sadat se atrevió a encender la mecha de la sumisión, en su visita a Jerusalén, selló su inevitable destino.[4]¿No ven cuántos [de los tiranos] que tomaron el control de los árabes hoy levantan sus manos [en señal de rendición?] [Esto es debido] tal vez por temor a que uno de los dos destinos les aguarda: o una muerte no-natural e inevitable a manos de la nación [musulmana] por el crimen de someterse a los deseos de los sionistas, o muerte y martirio a manos de los agentes sionistas si es que estos se mantienen firmes en sus puntos de vista y se abstienen [de firmar el tal acuerdo]…

“El Acuerdo del Siglo no se hará realidad mientras la sangre fluya en las venas de los pueblos árabes e islámicos, que son demasiado numerosos de contar y que nunca perecerán. Somos una nación que no dejará de [existir] incluso si es débil o se está debilitando. El Acuerdo del Siglo no se producirá mientras exista un pueblo en Palestina que aprendió su inolvidable lección luego del Nakba en 1948. [El pueblo palestino] no repetirá el error que cometió cuando fue intimidado por las masacres en Deir Yassin, Qibya, Al-Dawayima y las de otros lugares [destinadas a] causar que emigraran de sus ciudades y pueblos, para que los sionistas pudieran reemplazarlos…

“Ningún palestino, cualquiera sea su cultura, tendencias, planes o circunstancias, se atreverá a [aceptar] ningún sustituto de su tierra, siendo esta lo mismo que su honor. Si existe una pequeña minoría [de árabes] que se desvían [de todo esto],[5] no debería existir ninguna extrapolación [de ello hacia los árabes en general].

“El enemigo sionista no será exitoso en expulsar a 5 millones de palestinos de sus tierras, ni la mitad de ellos, ni una cuarta parte de ellos, por muchas razones. La voluntad de los residentes palestinos, jóvenes y viejos, en mantenerse firmes, sacrificándose y aferrándose a su tierra es uno de los más grandes elementos de poder y esperanza.

“Adyacente y cercano a la tierra de Palestina vive el noble pueblo jordano, que ha jurado, si puede… movilizarse inmediatamente en un ejército para liberar Palestina, tal como lo hizo hace un siglo, en 1920. Es imposible someter al pueblo palestino, o a los pueblos árabes y musulmanes… Incluso si algunos regímenes árabes oficiales son efectivamente vapuleados y vencidos [por elementos extranjeros en cualquier período o era], no necesariamente significa que ellos [es decir, estos elementos extraños] permanecerán en nuestra tierra para siempre. Incluso si los intentos de los pueblos que rodean Palestina para obtener sus libertades y tomar el control de sus propios asuntos, buscando construir su estado, a veces se encuentran con dificultades, estos al final tienen éxito…

“El mundo es una rueda y sus leyes no tienen compasión por nadie, e incluso un criminal o un tirano no dura para siempre. Digo esto sin confiar en Alá o con base en [el principio de un] aplazamiento,[6] sino porque a través pruebas de actualidad estas leyes se han convertido en una realidad concreta. Cierto, en este momento ellos [los israelíes] cuentan con apoyo material e internacional y el letargo árabe e islámico les ayuda, pero ellos están en problemas y en crisis, al igual que nosotros estamos en crisis. Pero ellos son pillos y ladrones que temen por sus vidas, y nosotros poseemos el legítimo derecho [a Palestina], del cual nunca renunciaremos y por el cual moriremos.

“El acuerdo solo ocurrirá con [el acuerdo que tome la] otra parte [a este] – siendo estos los palestinos – y ningún poder en el mundo obligará a los palestinos a aceptarlo. Aquellos que difunden falsos rumores, que siembran desesperación y derrotismo y que gritan consignas que pueden sesgar la unidad de un solo pueblo y [al hacerlo] servirle a Israel deben detener sus perversos actos ante todo lo que está sucediendo, porque cualquiera que diga que los musulmanes están transitando el camino de la ruina es el que le trae la tal ruina ellos. Alá solo es el Maestro y el trato que estos buscan no se producirá”.


[1] Albosala.com, 24 de junio, 2018; Al-Sabil (Jordania), palinfo.com, 26 de junio, 2018.

[2] En 1491, Abu ‘Abdallah Muhammad 7mo, conocido como Abu ‘Abdallah el Joven, gobernador de la Granada musulmana, se vio obligado a rendirse ante las fuerzas cristianas que sitiaron el lugar y les entregaron la ciudad. En la tradición musulmana, él es un símbolo de rendición y traición.

[3] Una referencia a la leyenda sobre la partida de Abu ‘Abdallah Muhammad 7mo de Granada, acompañado solo por sus esposas y sirvientes; este se dirigió hacia las Alpujarras en la provincia de Granada, subió una cuesta, miró por última vez la ciudad con la cruz volando sobre ella y rompió a llorar. El lugar se conoce como Puerto del Suspiro del Moro.

[4] Luego de firmar un tratado de paz con Israel, el entonces presidente egipcio Anwar Sadat fue asesinado en octubre, 1981 por islamistas egipcios.

[5] Aparentemente es una referencia el velo en algunos países árabes, tales como Arabia Saudita, que según se informa colaboran con los Estados Unidos en la formulación del Acuerdo del Siglo.

[6] En teología islámica, irja, o postergación, se refiere al concepto de que Alá determinará si un musulmán es creyente o apóstata y decidirá su destino solo el Día del Juicio Final. La aplicación política de este principio es que los musulmanes no deben rebelarse en contra de un gobernante musulmán, incluso si este ha pecado.

 
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