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| miércoles abril 24, 2024

La enfermedad del odio


Hace poco conmemoramos el “Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto”, homenaje a los millones masacrados por los nazis en campos de muerte, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, fecha dispuesta por la Resolución 60/7 de la ONU, que evoca la liberación de Auschwitz en 1945, por el Ejército Rojo. Esta resolución también refuta la negación del Holocausto y afirma que durante el mismo fue exterminado un tercio del pueblo judío.

Precisamente, en esa semana, leímos algunos intercambios de tweets entre diferentes personas y Luis Fuenmayor Toro, quien fuera rector de la Universidad Central de Venezuela entre 1988 y 1992. Absolutamente discrepante con ese cargo, Fuenmayor no solo escribió numerosas falsedades contra el Estado de Israel, sino que repitió una serie de arcaicos prejuicios antijudíos. Rechazó la autenticidad del Holocausto, calificándolo de cuento, con el supuesto objetivo de establecer el Estado judío. Lo irónico es que, pese a negar el Holocausto, reafirmó el conocido lema antisemita: “los sionistas les hacen a los palestinos lo mismo que a ellos les hicieron los nazis”. Sí no fuera tan peligroso, pues podría ser creíble para los incautos, tal como la táctica de Goebbels: “una mentira repetida mil veces se transforma en realidad”, esas contradicciones darían risa. Otra de las incoherencias de Fuenmayor fue asegurar que no tiene nada en contra de los judíos, sino en contra de los sionistas, pero esgrimió una de las peores formas de antisemitismo: la negación del Holocausto.
La historia muestra que no existe un genocidio de palestinos; desde 1920 hasta el presente, hablamos de 100 años, en diversos choques bélicos han muerto unos 15 mil palestinos. E Israel se fue construyendo desde la segunda mitad del siglo XIX; basta ver las fechas de fundación de varias de sus instituciones.
En cuanto a la actitud de Fuenmayor, hizo caso omiso a los argumentos probados a través de innumerables hechos históricos, así como arduos estudios e investigaciones al respecto. En una sucesión de lo que podemos calificar de monólogo, únicamente quiso hacer valer sus dogmas, machacándolos como parte de la propaganda para inculcar calumnias y distorsiones sin asidero en la realidad. Esa es una grave enfermedad social, se llama judeofobia.
 
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