Cuando este martes la ciudadanía israelí vaya a las urnas, pondrá una papeleta con el nombre de su partido preferido, pero pensando claramente en quién quiere como Primer Ministro: Biniamin Netanyahu o Beni Gantz. De acuerdo al sistema político israelí, lo que determine quién estará al frente del próximo gobierno será la cantidad de diputados que recomienden a uno u otro. El candidato que tenga la mayor probabilidad de formar coalición-de acuerdo a los escaños de los partidos que lo recomienden- será aquel al que el Presidente del Estado Reuven Rivlin encomiende el desafío.
Pero el primer desafío es el del ciudadano-judío, árabe, laico, religioso, sabra nativo de Israel o nuevo inmigrante-que debe decidir cómo votar. Tras una campaña electoral desagradable, con difamaciones, mentiras, violencia verbal y bajísimo nivel, es difícil asegurar que cada uno tenga la capacidad de abstraerse de todo y analizar en forma seria qué es lo mejor para Israel.
Por un lado está un Primer Ministro que hace ya 10 años se halla en el poder en forma ininterrumpida- habiendo estado al frente del gobierno ya antes, entre 1996 y 1999-aunque proclamó años atrás que no es sano para el país que alguien esté e ese cargo más de dos períodos consecutivos. Su experiencia es indiscutible. Sería imposible que no la tuviera después de tantos años.
Cabe destacar también su desempeño internacional, las buenas relaciones que supo forjar con gobernantes en diferentes partes del mundo, desde Putin a Trump pasando por muchos más, variados, y hasta por el Sultán Qabus de Omán que lo invitó con honores, aunque aún no reanudó las relaciones diplomáticas con Israel que había tenido por corto tiempo hace algunas décadas .También sus conocimientos de Economía, su mente abierta para el mundo de la tecnología y la innovación en el mundo de hoy, en el que Israel juega un rol de primera línea.
Pero Netanyahu también es hoy símbolo de sospechas de corrupción. Por más que al igual que cualquier ciudadano, es inocente hasta que se demuestre lo contrario, no es cualquier ciudadano. Él mismo, cuando su antecesor Ehud Olmert estaba siendo investigado, lo presionó a dimitir porque Israel es un país con múltiples desafíos y no puede tener “un Primer Ministro hundido hasta el cuello en investigaciones”. Pues ahora tampoco es lo recomendable.
Nunca compartimos la demonización de Netanyahu que hacen desde hace mucho sectores que se le oponen. Pero no podemos dejar de ver serios errores que ha cometido, indignos a nuestro criterio para él mismo y para Israel. Ha tenido un discurso divisivo, incitador, para obtener sus propias ganancias políticas.
Claro está que no es que alguien lo haya tratado a él con guantes de seda. También sus opositores tienen lo que corregir. Pero Netanyahu es el Primer Ministro y eso también impone una gran responsabilidad. No cada palabra negativa en la campaña la dijo él, pero el tono fue dictado desde arriba. Contra los árabes, contra la izquierda, contra la policía, los jueces, el Fiscal general, los medios, todo aquel que le criticó y se pronunció contra él.
Por otro lado-son varias ya las facetas mencionadas- en su favor hay que decir que ha sido responsable en temas de seguridad, y no un aventurero que lanza operativos peligrosos. Por otra parte, es interesante imaginar qué habría dicho él desde la oposición si un gobierno de centro izquierda hubiera hecho lo que él hizo en relación a la Franja de Gaza, aprobando medidas que fortalecen claramente a Hamas y no hacen más que postergar el nuevo enfrentamiento.
La alternativa hoy a Netanyahu es Beni Gantz, el ex jefe del Ejército que se lanzó sorpresivamente a la política y se considera hoy una amenaza real al gobierno de “Bibi”. Si bien ha cometido algunos errores en la campaña electoral y tiene en su haber ciertas fallas –como haber quebrado una compañía de cyber que dirigió al terminar su servicio militar-, además de experiencia nula en política, es para muchos un símbolo de esperanza, de cambio, de algo nuevo.
En los temas de seguridad y algunos puntos políticos, no hay grandes diferencias entre Netanyahu y Gantz. Ambos hablan contra la división de Jerusalem, a favor de preservar el río Jordán como la frontera oriental de Israel, contra retiradas a las fronteras del 67, lucha contra el terrorismo …y más.
Pero mientras en el partido Likud de Netanyahu se propone formalmente anexar a Israel, parte de Judea y Samaria (hay quienes dicen todos los asentamientos en los que vive cerca de medio millón de judíos), en el partido “Kajol Lavan” de Gantz hablan en términos generales de “separación”.
El tema de un Estado palestino parece casi haber desaparecido de la agenda electoral en los grandes partidos.
Está clarísimo que el conflicto con los palestinos no es por un Estado, ya que Israel fue atacado repetidamente cuando los territorios en los que hoy los palestinos dicen que quieren crear un Estado, estaban en manos árabes. Por otro lado, sin un Estado propio, difícilmente se pueda concebir una solución definitiva aceptable por el mundo árabe.
Pero como todo tiene también otra cara de la moneda….¿puede Israel retirarse hoy de Cisjordania y arriesgarse a que Hamas tome allí el poder tal cual lo hizo en Gaza hace ya 12 años?
No hay aquí ninguna respuesta que realmente solucione todos los problemas. Pero Israel es fuerte y puede lidiar con los desafíos.
Nosotros personalmente consideramos que la separación de los palestinos debería-o debería haber sido- ser un tema cardinal en la campaña electoral. No por las exigencias palestinas, sino por el propio Israel, por su futuro como Estado judío y democrático.
En la guerra de los Seis Días en junio de 1967, con un ejército mucho menos desarrollado y sofisticado que el que tiene hoy, Israel derrotó a ejércitos árabes muy superiores que habían proclamado su deseo de borrarlo de la faz de la tierra. En seis días, la victoria fue avasallante. No puede ser que Israel no sea capaz de lidiar con la amenaza del terrorismo que podría sí intensificarse-así como se intensificó desde Gaza- si se separa de los palestinos.
El tema no ha estado suficientemente presente en la agenda electoral israelí. En gran medida, eso se debe al desencanto de la ciudadanía israelí de tantas iniciativas que no han prosperado y del terrorismo que no cesa.
Este debe ser uno de los temas, a nuestro criterio, en los que necesitan pensar los ciudadanos israelíes al ir a votar. Pero claro, en un país como Israel, con tantos desafíos…no sólo éste, sino muchos más. En juego, en muchos aspectos, está el futuro de Israel.
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