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| jueves marzo 28, 2024

Cuatro testimonios directos desde el sur de Israel

Janet Swierzenski, Cintia Levin, Pablo Leffler y Ruben Friedmann. Las dos primeras, residentes en el kibutz Nir Itzjak, los dos hombres, en Ein HaShlosha.


El ataque lanzado por los terroristas de Hamas y Jihad Islámico el último fin de semana, en cuyo marco fueron disparados 700 cohetes en menos de dos días hacia la población civil israelí, fue el peor desde la guerra del 2014. De hecho, la intensidad de la ofensiva y la asiduidad de las alarmas que sonaban cada pocos minutos, obligando a la gente a correr buscando resguardo, fueron propias de una guerra.

Y ahora, alto el fuego. Hasta nuevo aviso. Nadie en el sur de Israel tiene dudas de que es cuestión de tiempo hasta que los terroristas consideren nuevamente que les vale la pena volver a tirar de la cuerda y lanzar cohetes.

Estimamos que cada uno, en las distintas comunidades,ciudades, poblados, kibutzim y moshavim de la zona, puede ver la situación de otra forma, analizarla con otro matiz. Los testimonios que compartimos aquí no son producto de una estadística o investigación científica y no tenemos cómo constatar que así se siente la mayoría de la población de esa zona. Nuestra clara sensación es que sí. Lo seguro, es que estos testimonios, son de civiles israelíes que viven en carne propia la situación: Janet Swierzenski, Cintia Levin, Pablo Leffler y Ruben Friedmann. Las dos primeras, residentes en el kibutz Nir Itzjak, los dos hombres, en Ein HaShlosha.

Comparten con nosotros su sentir y algunos hacen referencia a cómo será este año, tan poco después de la dura escalada, celebrar Iom Haatzmaut.

 

Janet Swierzenski (53)

Janet Swierzenski en la explanada del acto de Iom Hazikaron
Janet Swierzenski en la explanada del acto de Iom Hazikaron, este martes, en su kibutz Nir Itzjak

 

Llegó de Uruguay en 1997, directo al kibutz Tel Itzjak. Está casada con Leo. Tienen dos hijos. Ariana (20), que está haciendo su servicio militar, y Guilad (17) que está terminando secundaria.

 

En general, Iom Haatzmaut, el Día de la Independencia, es de las fechas que más me gusta festejar en Israel (junto con Shavuot y Januca)…Quizás porque en el mundo se puede festejar cualquier festejo religioso con la misma o mayor intensidad, pero el día de independencia acá tiene, para mí, sabor a casa….Se siente la alegría en las calles, llenas de banderas.

 

A diferencia de las  festividades religiosas-en las que no se puede prender fuego- ésta es «la fiesta de las parrillas» , las reuniones familiares en los parques,  los recitales al aire libre en todos los municipios y ciudades. Casi una fiesta de cumpleaños en azul y blanco.

 

Este día de independencia será para mí un poco triste. Luego del fin de semana en que la guerra tiñó de rojo días y noches, cobró vidas y dejó a mucha gente herida,  no puedo estar ni feliz ni tranquila, ni planificar con alegría el tradicional asado con familia y amigos. Aún no hemos logrado decidir qué hacer ni dónde.

Así de intempestiva como llegó esta «mini guerra sin nombre»… se fue… y ahora hay que juntar los pedazos del rompeacabezas  y rearmar nuestras vidas y volver a la rutina… como si nada.

¿Como si nada?

Muy difícil que sea así nomás, ligeramente, vuelta a la «normalidad» …hasta la próxima ronda. Este año, la sensación, para mí, en el sur, en mi kibutz en la frontera con la Franja de Gaza es otra:  mezcla de tristeza, rabia e impotencia. Un nuevo año de supervivencia en lugar de convivencia.

 

Este miércoles por la noche, cuando se cierren los actos por el día del recuerdo a los caídos en las guerras de Israel, Iom Hazicarón, se abrirán los festejos de independencia. De la tristeza  a la alegría, en un flash, como nuestros últimos días….Esperemos que esta vez los cielos se tiñan sólo con coloridos fuegos artificiales en lugar de 700 misiles de dolor.

 

¿ Jag Sameaj?

 

Ruben Friedmann (67)

 

Ruben Friedmann en Ein Hashlosha
Ruben Friedmann en Ein Hashlosha

 

Hizo aliá de Uruguay en 1973. Casado con Estela Waiserbas. Tienen dos hijos y cuatro nietos. Viven en el Kibutz Ein Hashlosha. Colaborador de “Semanario Hebreo”.

La verdad es que después del infierno que vivimos desde el sábado de mañana,con la lluvia de 700 misiles que aún retumban en nuestros oídos,  con las 4 víctimas que dejaron viudas ,huérfanos y familias destrozadas .Con heridos que estarán meses para recuperarse ,con chicos que quedaron traumados por las explosiones al lado de sus casas y crecerán en una realidad de años sin horizontes de soluciones para vivir una vida normal. Y todo eso… ¿para qué ? Para que después nos den «pan y circo» con festivales de Iom Haatzmaut  o de Eurovision.

Todo eso es màs importante para este gobierno que la seguridad de los que vivimos en la Frontera con la Franja de Gaza , a los que nos  tratan como ciudadanos de segunda clase.

Nadie del gobierno israelí salió a dar la cara en todos estos días. Les tiraron el fardo a oficiales del ejército cosa de que tengan la excusa de echarle las culpas si en el mundo nos critican por “desproporción”.

Y después de todo nos diràn que el Hamas y el Jihad Islámico recibieron un “masazo”  ¿Un «masazo» ¿Hasta cuándo?  Hasta la próxima ola de violencia cuando se les acabe el dinero que les pasan de Qatar. Y otra vez volverán a»exprimir la naranja» porque saben que el gobierno que está en Jerusalem sabe mucho de amenazas pero no sabe darle seguridad a los que vivimos en la frontera con Gaza. Y ya que lo único que importa es Eurovisión : Hannie,Sinwar y toda la banda del Hamas y el Jihad Islámico se llevan los millones de dólares y «Douze points», como se dice a quien recibe el máximo de puntos en Eurovision.

 

Pablo Leffler (62)

Pablo Leffler, como siempre, en los campos de Ein Hashlosha
Pablo Leffler, como siempre, en los campos de Ein Hashlosha

 

Agricultor, miembro del kibutz Ein Hashlosha. Llegó de Uruguay

Casado con Nili. Tienen un hijo que trabaja con él en el campo.

El sábado amaneció un lindo día, de primera, así que luego del desayuno salimos a caminar alrededor del kibutz. Llegando al portón escuchamos explosiones  y vi algún brillo en el cielo por lo que dije “son misiles de Gaza lanzados hacia el norte”.. Pero en unos segundos escuchamos la alarma en el kibutz vecino así que decidimos dejar el paseo matinal y volver a casa lo más rápido posible. Fue apenas abrir la puerta de casa y sonó también aquí la alarma así que corrimos al «mamad «, el espacio protector. Luego siguieron varias alarmas más así que hicimos vida de hogar.

 

En esa situación uno está  siempre pensando en encontrarse en un sitio a  mínima distancia al refugio porque en nuestra zona tenemos sólo 15 segundos (y a veces hasta menos ) para protegernos del misil.

 

Siempre me quejo de que los sábados sólo hay en la tele programas viejos de esos que vimos varias veces y te los conoces de memoria. Este fin de semana, todos los canales dejaron de lado sus programas repetidos para dar información de los acontecimientos en forma continua, las 24 horas. Y sin embargo me dije a mi mismo que era como si fueran noticieros repetidos con frases y fotos que ya hemos visto una y otra vez en los últimos 18 años. Un «deja vu» muy fuerte, porque esto ya lo  vivimos tantas veces.

 

Cintia Levin (48)

Cintia y Claudio Levin con sus tres hijas
Cintia y Claudio Levin con sus tres hijas

 

Llegó en 1998 de Rosario, Argentina. Casada con Claudio que estaba desde 1992 en el kibutz Ein Hashlosha. Desde 1997 viven en Nir Itzjak.

Tiene tres hijas: Maayan (18), Tali (16) y Adi (10). También una hija adoptiva Tova, que está haciendo su servicio militar, en una batería de la Cúpula de Hierro.

 

El sábado pasado a las 10:00 de la mañana, cuando queríamos disfrutar del Shabat, salir en bici, sentarnos afuera al sol,  empezaron los ataques con cohetes a nuestra zona, desde Gaza, también a nuestro kibutz.  Gradualmente fue más y más y se extendió a las ciudades de Ashkelón,   Beer Shevá, Ashdod y muchas más.

Estábamos en familia, los 5 en casa, por suerte.Podría haber sido distinto ya que Maayan, nuestra hija mayor, está haciendo su servicio militar. La dejaron volver a casa. También nuestra hija adoptiva de la unidad “Garín Tzabar” vino a casa.

Los ataques te vuelven atrás a los momentos vividos en especial en la última guerra. Cualquier ruido te altera y tratás de estar atento para escuchar si hay otro “tzeva adom”, la alarma que suena en nuestra zona.

Mi nena chiquita en especial empieza con miedos. No quiere ir sola al baño, prefiere estar en el mamad, o sea el espacio protegido dentro de casa  y hasta para comer no hay normalidad:  come parada y al final termina comiendo en el refugio.

 

Cada uno, a su manera, sin darse cuenta, comienza a alterarse y sentirse muy molesto. Además esta vez hubo muertos, y muchos heridos, y todo eso da mucha inseguridad.

 

El alto el fuego para nosotros no existe. Siempre hay » tiftufim», que traducido significa “goteos” , algún disparo cada tanto…Para nosotros es mucho peor de lo que eso puede sonar. Por aquí un globo con explosivos, por allí un cohete…y siempre siguen atacando.

 

Todavía tenemos la esperanza  que algún día termine…

 

De todos modos, nadie nos quitará la posibilidad de festejar Iom Haatzmaut.

Hoy mi hija menor salió y se fue a los ensayos de rikudim, de baile, para la fiesta. Yo también.  Me alivia saber que todavía siga creyendo, también ella como niña, que todo volvió a la normalidad y que nuestras vidas continúan a pesar de la realidad que se vive en nuestra zona.

Ojalá pasemos un jag en paz y tengamos  de la fiesta sólo lindos recuerdos.

 

http://www.semanariohebreojai.com/articulo/790

 

 
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