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| jueves marzo 28, 2024

Antisemitismo desde la democracia

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JAI – Las cifras sobre crecimiento de antisemitismo en el último año son exponenciales tanto en Europa como en Estados Unidos. No necesitamos recordar demasiados ejemplos trágicos muy recientes para avalar lo que estamos señalando.

La incitación a cometer crímenes de odio llega desde diversos medios, y muchos creen que las redes sociales son la principal fuente de alimentación para que los ataques a sinagogas, los asesinatos dentro y fuera de ellas, son consecuencia de esa prédica constante en internet.
Sin duda, las redes juegan un rol importante en el avance del antisemitismo actual. Pero hay otros factores tan o más fuertes.
En Estados Unidos, hay tres Congresistas del Partido Demócrata, que amparadas en la democracia que distingue la vida política del país, hacen del discurso de la incitación antisemita su objetivo político central, y ello, sin respiro, desde el mismo momento que han sido electas hace unos meses.
Alexandria Ocasio-Cortez nació en Estados Unidos, es de origen portorriqueño. Rashida Tlaib, nació en Estados Unidos, sus padres son palestinos, y ella es musulmana. Ilhan Omar, es somalí musulmana.
Quizás el Partido Demócrata creyó que una inmigrante somalí, una universitaria cuyos padres salieron de Ramallah para llegar a Estados Unidos, y una joven profesional de origen portorriqueño, iban a utilizar sus bancas en un lugar de tanta trascendencia como el Congreso de Estados Unidos, para mejorar la situación de las minorías inmigrantes del país, para combatir toda forma de discriminación. Si eso fue lo que el Partido Demócrata eventualmente pensó, se equivocó.
Hace muy pocos días la Congresista Tlaib dijo textualmente: «Cuando pienso en la tragedia del Holocausto, siempre siento una especie de sentimiento de calma, que fueron mis ancestros, los palestinos, quienes perdieron sus tierras y algunos perdieron sus vidas, sus medios de vida, su dignidad humana y su existencia, … en pro de tratar de crear un refugio seguro para los judíos.Me encanta el hecho de que fueron mis antepasados los que proporcionaron eso en muchos sentidos”

La congresista demócrata de Michigan no ignora (ni por un instante) la historia, y especialmente el papel que los árabes desempeñaron antes, durante y después del Holocausto. Lejos de ofrecer a los judíos un refugio seguro, todos sabemos que los árabes palestinos rechazaron el plan de partición de las Naciones Unidas en 1947, rodearon las aldeas judías, les cortaron la comida y el agua y comenzaron a masacrarlos.

Tlaib sabe que no puede decir que los palestinos ayudaron y, al mismo tiempo, verlos como víctimas. Al tratar de hacerlo de ambas maneras, Tlaib está haciendo algo más perverso que el propio revisionismo que intenta marcar: mezcla narraciones occidentales y terroristas sobre la creación de Israel. Lo que dice es la narrativa de Hamas e Hezbollah.

Su tono y su discurso demuestra que es consciente de lo que hace y dónde quiere llegar, y por ello, ha multiplicado sus comentarios banalizando el Holocausto sin emitir ninguna disculpa (que igual sería poco creíble).

A Ilhan Omar, representante de Minnesota, no le gusta Israel. Está en su derecho, pero resulta que Israel es el único país en Medio Oriente que abarca el tipo de valores que el Partido Demócrata, por la que fue electa, afirma defender. ¿Cuándo fue la última vez que hubo un desfile del orgullo gay en Ramallah, una marcha por los derechos de las mujeres en Gaza o una prensa de la oposición en Teherán?.Pero Omar tiene otros objetivos más allá de la honestidad política que su cargo le impone.

“Israel ha hipnotizado al mundo”; “Que Alá despierte a la gente y los ayude a ver las malas acciones de Israel”, son textos de dos de sus tweets. El mes pasado, escribió que el apoyo de Estados Unidos a Israel era “todo sobre el bebé Benjamín”. Pocas semanas después de eso, le dijo a una audiencia en Washington que “quiero hablar sobre la influencia política en este país que dice que está bien presionar por la lealtad a un país extranjero”.

Las afirmaciones que Israel “hipnotiza” el mundo, o que utiliza el dinero para doblegar a los demás a su voluntad, o que sus partidarios estadounidenses “presionan por su lealtad a un país extranjero”,” renuevan falsedades comúnmente utilizados contra judíos durante siglos. La acusación de doble lealtad, y bien que lo sabemos y lo hemos sufrido, ha sido utilizada durante mucho tiempo para atacar al pueblo judío; mucho antes que naciera el Estado de Israel.

Ilhan Omar ha banalizado la tragedia del 11 de setiembre y ha insinuado diciendo que “alguna gente habrá hecho algo”; no acepta críticas a sus continuas incitaciones de odio y las califica como persecución porque es mujer y porque es musulmana.

Ocasio Cortez apoya en todo a Ilhan Omar y a Tlaib y a todo lo que desde el Partido Demócrata ataque a Israel. La última perla de un collar que es cada día más largo, la ha constituido la invitación de los demócratas para que el Imán Omar Suleiman hiciera una invocación religiosa en la Cámara de Representantes del Congreso con motivo del comienzo del Ramadan. Algo que no sería criticable si no fuera porque se invitó a Suleiman.

Suleiman escribió al comenzar la guerra en Gaza.”Gracias a Dios que ha comenzado el fin del sionismo. Que Alá nos ayude a exterminar este monstruo y que acepte a los caídos como mártires”. Suleiman ha dicho que Israel es el 51er. estado de Estados Unidos, “explicando” que controla la política exterior americana.

La reacción del Partido Demócrata ha sido casi nula. Los hechos son contundentes. Algunos siguen sorprendidos. No deberían. Hace 80 años, el gobierno de Estados Unidos no dejó entrar al país a más de 900 judíos del barco St.Louis que llegaban de Alemania escapando del nazismo. La explicación fue que “la cuota de inmigración no permitía más ingresos”.

Si la gráfica de antisemitismo sigue creciendo, en especial los crímenes de odio, habrá que preguntar en el Congreso por qué una democracia ejemplar ampara la incitación de varios de sus miembros, y peor, le abre la puerta a quienes ni siquiera la integran. La respuesta, si la hubiera, hoy en día, seguramente no ayudará mucho. Aunque la esperanza que los verdaderos demócratas reaccionen está latente y presente.

 
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