En 1896, dos aventureras hermanas mellizas de Escocia, Agnes Smith Lewis y Margaret Smith, exploraron la comunidad judía de Fustat, un antiguo asentamiento no lejos de El Cairo, Egipto. Las llamadas “Hermanas Westminster” eran hijas de un lingüista aficionado y dominaban una decena de idiomas, tanto antiguos como modernos. Este destacado talento les sirvió mucho en sus viajes por el mundo, que incluyeron una exploración etnográfica del Río Nilo y sus comunidades.
La brillante pareja se había entrenado en la Universidad de Cambridge, que en esa época se negaba a otorgar títulos formales a las mujeres. De todos modos ellas llegaron a escribir libros sumamente influyentes y eruditos sobre manuscritos sirios y árabes. Su descubrimiento más famoso fue el increíble tesoro de alrededor de 300.000 documentos judíos guardados en la guenizá de la sinagoga Ben Ezra en Fustat. Ellas regresaron a Cambridge con evidencia de la masiva e inigualable colección de documentos que cubría siglos de asentamiento judío en la región. En el lugar había innumerables contratos de negocios, ketubot, otros textos seculares y obras de erudición rabínica que incluso incluían copias autografiadas del residente más famoso de Fustat: Moshé Maimón, o el Rambam.
La guenizá de El Cairo
Entre los increíbles hallazgos preservados en la guenizá de El Cairo había tres documentos que revelaban el perfil de una destacada mujer conocida como la agente d eventas Wuhshah. Ella vivió alrededor de cien años antes que el ilustre Rambam, y los documentos revelan tres datos sobresalientes sobre su vida:
- Ella era increíblemente adinerada
- Estaba dispuesta a soportar terribles dificultades personales en beneficio de sus hijos
- Demostró un increíble deseo de promover el estudio de la Torá
Su nombre original era Karima bat Amram y nació en una familia de banqueros de Alejandría. La guenizá describe sus orígenes como de clase media, por lo menos si lo juzgamos de acuerdo con el tamaño de su modesta dote nupcial. Además ella poseía un fenomenal intelecto y aprovechó su talento para el mundo de los negocios. Ella aprovechó su inversión inicial (posiblemente vendiendo sus joyas) para crear un imperio de comercio internacional que se extendió de la India hasta la costa occidental de África. Su riqueza se calcula en la suma astronómica de 689 dinares en un momento en que 24 dinares se consideraba un ingreso anual razonable para la clase media (comparándolo con el valor actual del dólar, ella poseía bienes por un valor aproximado de 2,5 millones de dólares). Sus proezas comerciales le dieron el apodo de “la agente de ventas Wuhshah”, que significa la agente de ventas “más deseada” o “imparable”.
Sin embargo su vida familiar estuvo marcada por la tragedia y la controversia. Ella estuvo casada poco tiempo y no con demasiada dicha con un hombre llamado Arié ben Iehudá. La relación produjo una hija, pero terminó en divorcio. Mucho después, Wuhshah tuvo un hijo. Su comportamiento provocó una dura reacción y la comunidad la castigó de una forma humillante al expulsarla de la sinagoga en Iom Kipur, el día más sagrado del año. Wuhshah temió que su hijo fuera considerado inadecuado para casarse y tomó el asunto en sus propias manos. Siguiendo el consejo de un amable empleado de la corte llamado Hilel ben Eli, ella consiguió testigos que confirmaran formalmente la paternidad de su hijo y lo rescataran de cualquier estigma halájico.
Pese al ostracismo que sufrió, Wuhshah no guardaba rencor a la comunidad. Ella escribió en su testamento que perdonaba a la comunidad por la vergüenza pública que había soportado. Todavía más, ella donó enormes sumas a cada una de las cuatro sinagogas de Fustat, incluyendo a la comunidad iraquí que la sacó de su edificio en Iom Kipur. Ella indicó específicamente que los fondos debían utilizarse para comprar aceite y mantener las velas encendidas hasta bien entrada la noche para apoyar el estudio de la Torá.
Su generosidad ensombreció las tragedias personales y la mala suerte de su vida anterior, un hecho que queda reflejado en los documentos de la guenizá registrados durante varias generaciones posteriores. Muchos de sus descendientes continuaron identificándose orgullosamente como los descendientes de la agente de ventas Wuhshah, una mujer con enorme talento comercial y generosidad. Ella soportó sus fallas personales con humildad y no guardó rencor a quienes la calumniaron, sino que dedicó su riqueza material para promover el estudio de la Torá.
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