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| jueves marzo 28, 2024

La olvidada carta fundacional de Hamás en 1988: «Un judío se esconde detrás de mí, ¡Ven y mátalo!»

Esta organización palestina se creó durante la primera Intifada para acabar con los judíos en Oriente Medio, con artículos como: «Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes»


El fundador y líder espiritual de Hamás, Ahmed Yassin, en una imagen de 1998 – REUTERS

Preámbulo: «Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes». Artículo 7: «No vendrá el Día del Juicio hasta que los musulmanes combatan a los judíos. Hasta que los judíos se escondan tras las montañas y los árboles, los cuales gritarán: “¡Oh, musulmán! Un judío se esconde detrás mío, ¡ven y mátalo!”». Artículo 13: «Las llamadas soluciones pacíficas y conferencias internacionales contradicen los principios del Movimiento de Resistencia Islámica […]. Estas conferencias no son más que un medio para designar infieles como árbitros en las tierras del Islam. No existe ninguna solución al problema palestino que no sea la Yihad».

Así podríamos seguir durante varios folios más, reproduciendo todas y cada una de las 9.000 palabras que conformaron la Carta Fundacional de Hamás, publicada el 18 de agosto de 1988. En total, 36 artículos en los que se delineaba la identidad y marcaban los objetivos de este movimiento que llamaba a destruir cualquier vestigio judío en Oriente Medio y que hoy vuelve a estar de actualidad tras anunciar su enésimo alto el fuego con Israel. Llega justo después de que se haya desatado la mayor oleada de violencia en la Franja de Gaza desde 2014: 23 palestinos y 4 israelíes muertos, medio millar de cohetes y cientos de bombardeos en tan solo dos días.

Ya son más de treinta años en los que unos y otros se culpan de lanzar la primera piedra. En esta ocasión, los israelíes acusan a los palestinos de reanudar el lanzamiento de cohetes y los palestinos, de que su enemigo nunca implemente los puntos acordados en anteriores treguas, según los cuales ya tendría que haber acabado el bloqueo que sufren desde hace más de una década. Estamos ante el último episodio de esta brecha incurable que sangra sin descanso desde que Hamás fuera creado en 1987 por el jeque Ahmed Yasín.

«Los planes sionistas no tienen fin»

La Carta Fundacional incluía otros puntos como:

Artículo 28: «Los judíos buscan socavar las sociedades, destruir los valores, corromper las conciencias, deteriorar el carácter y aniquilar el islam. Están detrás del comercio de drogas y el alcoholismo en todas sus formas para facilitar su control y expansión».

Artículo 32: «Los planes sionistas no tienen fin y, después de Palestina, desearán la expansión desde el Nilo hasta el Éufrates. Después de asimilar la zona en la que hayan plantado las manos pensarán en seguir expandiéndose, y así sucesivamente».

Artículo 22: «Los judíos se esforzaron por amasar una grande y sustantiva riqueza material, que dedicaron a la realización de su sueño. Con su dinero tomaron el control de los medios de comunicación del mundo, las agencias de noticias, la prensa, las empresas editoriales, las emisoras de radio y otros. Con su dinero atizaron revoluciones en distintas partes del mundo para alcanzar sus fines. Estuvieron detrás de la Revolución Francesa, de la revolución comunista y de la mayoría de las revoluciones de las que hemos sabido».

En 2006, Daniel Jonah Goldhagen, escritor y profesor de la Universidad de Harvard, defendía en el diario «El País» que el documento de Hamás «se regía por una actitud nazi y genocida respecto a los judíos en general». «Cree que los judíos no solo tienen unos deseos increíblemente malignos, sino que, a diferencia de otros, además son enormemente poderosos y capaces de obtener sus deseos. En un delirante fragmento antisemita que recuerda a los ideólogos nazis más extremistas», escribía.

«Grupo terrorista»

Desde que fue publicado en 1988, y gracias también a su posterior historial de ataques contra objetivos israelíes, la organización ha sido considerada como un «grupo terrorista» no solo para Israel, también para Estados Unidos, Canadá, Japón, la Unión Europea y hasta para el vecino Egipto. Mientras que para sus seguidores, así como para algunos países árabes aliados, Rusia y Turquía, no es más que un movimiento de resistencia legítimo que había nacido como una alternativa a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que estaba virando hacia postulados más pacíficos.

Efectivamente, esta otra coalición creada por Yaser Arafat en 1964, formada por diferentes movimientos políticos y paramilitares, y considerada como la «única representante legítima del pueblo palestino», había establecido también como su primer objetivo la destrucción del Estado de Israel mediante la «lucha armada». Sin embargo, mientras la OLP era una organización laica que pugnaba por un Estado palestino democrático similar al estilo occidental, el objetivo de Hamás fue siempre constituir un Estado islámico gobernado bajo los dictados de la religión. Fue así como la primera llegó a reconocer al Estado de Israel en la década de los 90 y optar por la negociación, mientras que Hamás nunca quiso desvincularse de sus postulados violentos y aniquiladores.

Era esta una actitud muy diferente a la que había mostrado el jeque Yasín en las décadas anteriores. En los 60, 70 y 80, el fundador de Hamás había puesto en marcha una red de organizaciones de beneficencia, clínicas y escuelas en la Ribera Occidental del Jordán y Gaza. Una labor asistencial de la que se apartó nada más publicar la Carta Fundacional de 1988. La nueva organización marcaba así también una ruptura decisiva con la filosofía de no violencia de los Hermanos Musulmanes, con quienes se relacionaban antes y a quienes insistieron en seguir vinculados después mediante al artículo segundo: «Hamás es uno de los brazos de los Hermanos Musulmanes en Palestina».

«Reguero de cuerpos destrozados»

La declaración de intenciones de Hamás no tardó en hacerse efectiva. En 1989, Yasín fue condenado por un tribunal israelí por ordenar a los integrantes de su organización secuestrar y matar a dos soldados israelíes. El 16 de abril de 1993 –después de otros asesinatos como el del civil Doron Shoshan en el asentamiento Kfar Darom de Gaza–, Hamás lanzó un ataque suicida junto a una cafetería en la colonia judía de Mehola. Fue el primero de los muchos que perpetraron por este método durante esa década, tanto contra objetivos militares como contra objetivos civiles.

Durante la segunda Intifada, en el 2000, este fue el método favorito de los que querían oponerse a la ocupación por la fuerza. Y mientras Israel empleaba aviones F-16, tanques Merkava y helicópteros de combate Apache, Hamás respondía con hombres-bomba. Eso hizo que los jóvenes palestinos convirtieran en héroes a los mártires y que muchos de ellos se presentaban como voluntarios para morir… y matar.

Yasín había sido liberado en 1997 y pudo vivir en libertad hasta que, el 22 de marzo de 2004, murió en un polémico ataque aéreo de Israel que fue criticado por una parte de la comunidad internacional. «Los representantes de la UE condenaron ayer el “asesinato extrajudicial” del jeque Yasín y de otros siete palestinos, porque este tipo de actos son “contrarios al Derecho internacional”», podía leerse en ABC, donde se informaba también de la reacción en las calles: «Miles de árabes se manifestaron en los campos de refugiados de Oriente Próximo y en los campus universitarios de Egipto, Líbano, Siria, Irak, Yemen y los territorios ocupados de Palestina para protestar por el asesinato». Una semana después de su muerte, sin embargo, el escritor vasco Jon Juaristi describía así al desaparecido líder ideológico de Hamás: «El jeque Yasín era un sádico gamberro antisemita, cuyas apariciones ante la prensa preludiaban siempre un reguero de cuerpos destrozados en las calles de Jerusalén, Tel Aviv o Haifa».

Acuerdos de Oslo de 1993

Según el Consejo de Relaciones Exteriores, se cree que Hamas mató a más de 500 personas en más de 350 ataques terroristas entre 1993 y 2004. Desde entonces no los han vuelto a cometer. Durante estos años, mientras su brazo armado (las Brigadas Qassam) se encargaba de la lucha armada, su rama política concretaba un amplio plan de mejoras sociales, enfocado en las escuelas y viviendas, hasta que, en 2006, se produjo un giro clave para la organización. Tras lograr una mayoría abrumadora en las elecciones para el Consejo Legislativo Palestino, Hamás comenzará a enfrentarse con Al Fatah, la otra facción palestina liderada por el Presidente Mahmoud Abbas. Esto derivó en que Hamas pasó a controlar la Franja de Gaza, mientras que Cisjordania quedó en manos de Al Fatah.

Occidente sigue considerando a Hamás una «organización terrorista» que sigue negándose a aceptar las exigencias de la ONU. Principalmente, el reconocimiento del derecho de Israel a existir, la renuncia a la violencia terrorista y a aceptar los Acuerdos de Oslo de 1993 por los que el entonces líder palestino, Yasir Arafat, y el primer ministro israelí, Isaac Rabin, recibieron el Premio Nobel de la Paz.

Y aunque en los dos últimos años Hamás ha perdido grandes aliados, sobre todo en 2013 con la derrota de los Hermanos Musulmanes en Egipto, los ataques y las treguas no han dejado de sucederse. Uno de los peores se produjo el 27 de diciembre de 2008, cuando Israel emprendió la denominada «Operación Plomo Fundido», una ofensiva militar desde el aire, tierra y mar con el objetivo de destruir la «infraestructura terrorista» y la capacidad militar de Hamás.

«Operación Plomo Fundido»

«Los cuerpos uniformados de los policías sin cabeza, sin brazos, reventados, se amontonaban en los pasillos de la morgue, mientras seguían llegando camiones que arrojaban los cadáveres allí para irse a por otros. La sangre se nos metía por la boca», describía Safwat Kahlout, un reportero residente en Gaza, en las primeras horas del bombardeo israelí. Inmediatamente después, los soldados de Hamás intensificaron el lanzamiento de cohetes hacia Israel y sus líderes hicieron llamamientos a la Tercera Intifada y a la reanudación de los atentados suicidas. Y tanto un bando como el otro fueron acusados de cometer crímenes de guerra durante este episodio por distintos informes de Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Esta última tregua llega precisamente en el primer día de ramadán y antes del Día de la Independencia, que Israel celebra el jueves. Y está también a las puertas del festival de Eurovisión que acoge Tel Aviv, un certamen que será seguido por millones de personas en todo el mundo. Ni Hamás ni Israel parecen querer ahora una confrontación a gran escala, pero las escaladas de tensión se repiten de forma cada vez más frecuente y violenta. El último alto el fuego, alcanzado en vísperas de las elecciones israelíes, duró apenas un mes.

 
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