Imagen: Grafiti antisemita en el centro de la ciudad de Madrid, foto vía Wikipedia.
No es difícil demostrar que el antisemitismo es parte integral de la cultura occidental. Para ser claros: esto es radicalmente diferente a decir que todos los europeos son antisemitas. Sin embargo, los políticos y líderes en Occidente casi nunca admiten esta evidente realidad acerca de las culturas en sus sociedades.
Uno de los pocos europeos que ha declarado inequívocamente que el antisemitismo acecha dentro de la cultura occidental es el Arzobispo de Canterbury Justin Welby. En el 2016 este escribió: “El antisemitismo es un mal dañino y perjudicial. Los hábitos del antisemitismo han ido incrustándose muy dentro de la cultura europea y británica desde que poseemos memoria. En Inglaterra, durante el período medieval tardío, la comunidad judía enfrentó una constante persecución: Shylock, el gran villano del Mercader de Venecia, fue el refrán de su época. Para cuando Cromwell reabrió Inglaterra al asentamiento judío ante el Commonwealth en la década de los años 1650, el antisemitismo había mutado dentro del lenguaje y la cultura común. Es una vergonzosa verdad que, a través de sus enseñanzas teológicas, la iglesia, que debería haber ofrecido algún antídoto a ello, agravó de hecho la propagación de este virus”.
El ya longevo y centenario antisemitismo entrelazado dentro de la cultura occidental se manifiesta de muchas maneras. El antisemitismo contemporáneo contiene no solo elementos importantes del antisemitismo medieval sino también manifestaciones más nuevas. En muchas de las nuevas ideologías, movimientos y corrientes intelectuales, las expresiones de antisemitismo finalmente salen a relucir. El odio puede centrarse en los judíos o en Israel. El fenómeno puede encontrarse en una variedad de ámbitos.
En el ámbito de los derechos humanos, por ejemplo, el antisemitismo es claramente visible. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU (UNHRC) se encuentra en lo más alto de la lista de promotores del nuevo tipo de antisemitismo, el respaldo del odio a Israel. Muchos de sus estados miembros son dictaduras. Hillel Neuer, director ejecutivo de la organización UN Watch, lo resumió de esta manera: “El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ubicado en Ginebra, posee una agenda permanente contra Israel. Israel es el único país que específicamente es puesto en la mira en cada reunión. Ni siquiera los principales países violadores de los derechos humanos tales como China, Cuba, Pakistán, Arabia Saudita, Sudán, Siria o Zimbabue están sujetos a dicho trato”.
El feminismo es otro movimiento en el que el antisemitismo se manifiesta a sí mismo con frecuencia. La ya jubilada profesora estadounidense en psicología y estudios de la mujer Phyllis Chesler, prominente feminista, fue invitada en el año 2003 a hablar ante una audiencia feminista principalmente afroamericana e hispanoamericana en una conferencia celebrada en el Instituto Universitario Barnard. A ella se le preguntó sobre cuál era su posición respecto al tema de la mujer en Palestina. Chesler respondió que el Islam es el mayor practicante al apartheid del tipo de sexo y de religión en el mundo. Ella respaldó su declaración haciendo referencia a la obligación de llevar puesto el velo, los matrimonios arreglados, la poligamia, la violencia basada en el honor y los asesinatos por honor en la sociedad palestina. Chesler dice: “un motín cercano irrumpió. Fui sacada a empujones por mi seguridad. A estas feministas no les importaba Palestina en lo absoluto, sino demonizar a Israel”.
La académica y feminista estadounidense Angela Davis, ex-integrante del grupo Black Panter y comunista, es una incitadora extremista anti-israelí. Ella se encuentra entre aquellos que compararon el asesinato de un individuo afroamericano cometido por un policía blanco en Ferguson, MO a las presuntamente no-relacionadas acciones israelíes en Gaza.
La plataforma del grupo Black Lives Matter, otro movimiento igualitario, acusa a Israel de genocidio.
Los enemigos de Israel entre los movimientos que se centran en los derechos de la comunidad LGBTQ muy a menudo acusan a Israel de “promocionar su reputación”, en el que Israel le concede igualdad de derechos a la comunidad homosexual, es simplemente un medio de desviar la atención de su (supuesta) discriminación contra los Palestinos. En el 2017, los organizadores del desfile Orgullo Gay en Chicago expulsaron a los manifestantes que portaban banderas con la Estrella de David en estas.
Las poblaciones vegetarianas y veganas se están incrementando en número y sus elementos ideológicos se ven fortalecidos. La comparación del sufrimiento infligido a los animales ante las maldades ocurridas en el Holocausto es un tema frecuente. Ingrid Newkirk, fundadora de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), utilizó analogías del Holocausto ya en el año 1983: “Una rata es un cerdo es un niño” y “Seis millones de personas murieron en los campos de concentración, pero seis billones de pollos de engorde morirán este año en diferentes mataderos”. El término “Holocausto animal” ha recurrido en el material de PETA a lo largo de los años, por lo cual la organización ocasionalmente se disculpa por ello.
El entonces Director Nacional de la Liga Anti-Difamación (ADL) Abe Foxman dijo lo siguiente sobre esta práctica: “El esfuerzo realizado por la organización PETA de comparar el asesinato sistemático deliberado de millones de judíos con el tema de los derechos de los animales es aborrecible. El esfuerzo de PETA en buscar “aprobación” para su campaña denominada “Holocausto en su plato” es indignante, ofensivo y lleva la osadía hacia nuevas fronteras… Hay que oponerse al maltrato abusivo hacia los animales, pero no se puede ni se debe comparar con el Holocausto. La singularidad de la vida humana es la base moral para aquellos que resistieron el odio de los nazis y otros dispuestos a cometer genocidio incluso en esta época”.
El movimiento defensor de los derechos de los animales en Europa ha logrado prohibir la matanza ritual judía en varios países europeos. Los casos más nuevos son más difíciles para el movimiento porque se centran principalmente en la matanza ritual que realizan los musulmanes. El movimiento de los derechos del niño también, ataca muy a menudo la práctica de la circuncisión no-médica.
Al oponerse a la amenaza de genocidio por el uso de la bomba atómica, una expresión en el uso generalizado sería “Holocausto nuclear”. En su declaración hecha en el 2007, el entonces presidente George W. Bush dijo que el programa nuclear de Irán amenazaba con poner “una región ya conocida por su inestabilidad y violencia bajo la sombra de un holocausto nuclear”. La frase es de uso común en Internet, en películas y en temas de ficción. Esta distorsiona radicalmente la singularidad del Holocausto, que fue precedido por un complejo proceso neo-industrial de discriminación, robo y abuso físico hacia los judíos.
En las instituciones académicas, el pos-colonialismo se ha convertido en una nueva categoría intelectual popular. En algún momento, los enemigos de Israel comenzaron a llamarlo un poder colonialista. Esta nueva expresión de antisemitismo ganó mucha fuerza y es utilizada a menudo por los izquierdistas en contra de Israel. El término es totalmente inapropiado: el comportamiento de Israel no guarda relación con los masivos crímenes de los belgas, británicos, franceses, alemanes, portugueses y españoles en sus colonias a lo largo de los siglos. Esos poderes invadieron y conquistaron sus colonias para hacer dinero de estas. El pueblo judío hizo exactamente lo contrario. No solo regresó a su patria ancestral de la cual la mayoría de sus miembros (aunque no todos) habían sido expulsados, en vez de invadir tierras extranjeras, sino que invirtió inmensos esfuerzos y grandes sumas de dinero para revivir la tierra de su larga negligencia y mal estado en la que se encontraba. Aún así, la absoluta falsedad en la comparación no ha hecho nada para obstaculizar a los enemigos de Israel en las instituciones académicas.
El antropólogo Philip Carl Salzman, quien enseña en la Universidad McGill en Montreal, dijo: “El pos-colonialismo no ilumina tanto a los pueblos, lugares y tiempos de los que habla, sino que impone su discurso e intenta a través de argumentos ad hominem y partidistas, silenciar a todos los otros”.
Otro concepto nuevo es la interseccionalidad, que trata de unir a los oprimidos en las sociedades contemporáneas a través de la etnia, el tipo de sexo y clases. Así como el himno izquierdista del siglo 19, ‘la Internacionale’ convocó a los trabajadores a unirse, la interseccionalidad exige que las víctimas dentro de las minorías se unan. La única minoría victimizada no-invitada es el judío.
Nada de esto significa que la mayoría de los promotores de los derechos humanos, feministas, ideólogos veganos, académicos que promueven la teoría poscolonial etc., sean antisemitas. Pero sus movimientos contienen grados significativos de antisemitismo – nuevos elementos de odio que se vinculan a los anteriores.
Interconectado a todo esto se haya el concepto del mal absoluto en la sociedad contemporánea: cometer genocidio o comportarse como nazis. En un ejemplo extremo de la medida en que el antisemitismo se interconecta con la cultura occidental, alrededor de 150 millones de cada 400 millones de ciudadanos adultos de la Unión Europea creen que los israelíes se comportan como los propios nazis con los palestinos o tienen la intención de exterminarlos.
El uso de la semántica y el significado ha sido resumido por el lingüista francés Georges-Elia Sarfati. Este dijo que las falsas semejanzas utilizadas contra Israel “son tan malvadas porque vinculan las cuatro principales características negativas de la historia occidental en el siglo pasado – nazismo, racismo, colonialismo e imperialismo – al Estado de Israel. Estas se relacionan con una memoria colectiva y son memorizadas fácilmente”.
El Dr. Manfred Gerstenfeld es Investigador Asociado Sénior en el Centro BESA y ex-presidente del Comité Directivo del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén. Este se especializa en las relaciones Israel-Europa occidental,
Traducido por Hatzad Hasheni
Las primeras «víctimas» del antisemitísmo, son por paradójico que pueda parecer, los própios antisemitas, al evidenciar con su abyecta conducta, la miseriá moral que les caracteriza, el complejo no asumido que les corroé, y la orfandad intelectual en la que viven inmersos …
Podriamos decir en éste caso, que en el «prejuicio» tienen la penitencia …