La dinámica de la escalada de los últimos días transmitió mensajes muy singulares y poco comunes. Dejó en evidencia más que nunca la problemática interna entre Hamas-que es el gobierno en Gaza- y el Jihad Islámico.
Está claro que al eliminar a Baha Abu el-Ata, jefe de la zona norte de las Brigadas Al Quds del Jihad Islámico, responsable de casi todos los ataques del último año desde Gaza hacia Israel, le resolvió a Hamas el problema de lidiar con un elemento demasiado independiente, que no responde a los intereses de los jefes de Hamas sino a su propio encare y a la agenda de Irán.
Hamas tiene interés en cierta estabilidad y calma para poder mejorar la situación económica y así perpetuarse en el poder, por lo cual ahora no le sirve una guerra de gran envergadura contra Israel. No porque se haya tornado sionista por cierto ni porque haya pasado a reconocer el derecho del Estado judío, sino porque su agenda interna indica que eso es lo que ahora le conviene más.
Es por ello que desde el asesinato de Baha Abu el-Ata, Hamas se llenó la boca hablando sobre la unidad de armas, pero no disparó ni un cohete, tampoco cuando Israel comenzó a responder a los disparos del Jihad Islámico. El viernes de noche todo pareció cambiar cuando tras casi dos días desde la entrada en vigencia del alto el fuego-que de todos modos el Jihad Islámico ya había violado varias veces-, por primera vez hubo disparos hacia Beer Sheba , la ciudad más grande del sur de Israel.
En la cúpula de seguridad, la apreciación era que los responsables de dichos disparos habían sido “elementos rebeldes” en Hamas, que actuaron contra la decisión de la cúpula que dirige la organización. No hay certeza al respecto, pero no es de descartar. De todos modos, es muy probable que la razón haya sido querer limar las asperezas con el Jihad Islámico, furioso por la reacción (o mejor dicho la no reacción) de Hamas al asesinato de su líder por parte de Israel.
El hecho que Israel respondió a los cohetes atacando pura y exclusivamente blancos del Jihad Islámico, fue notorio. Muy especialmente, tomando en cuenta que en todas las otras oportunidades en las que el Jihad Islámico había atacado, Israel respondió hacia blancos de Hamas, señalando que por ser el gobierno, es quien carga con la responsabilidad por todo lo que ocurre en Gaza y lo que sale desde allí en relación a Israel.
Y es cierto. Claro está que cuando Hamas quiere impedir que se dispare, en general lo logra.
El sábado de madrugada, la respuesta israelí volvió a la fórmula original: ataques aéreos a blancos de Hamas, recordando la “lógica” anterior: es el responsable en Gaza.
De fondo había habido al parecer demasiadas voces de ministros y comentaristas israelíes destacando que Hamas no participaba en el fuego, que el interés de Hamas no era como el del Jihad Islámico. Fue lo que en hebreo se llama “jibuk dov”, un abrazo de oso, que ahoga.
El hecho es que el jueves de noche, cuando una delegación de Hamas encabezada por Mahmud al-Zahar fue a una visita de duelo al Jihad Islámico, los echaron del lugar en medio de insultos. Tuvo que intervenir la policía de Hamas. Luego, una delegación del Jihad Islámico, con la participación de parientes de Abu el-Ata, fue a disculparse ante Hamas.
Horas después, llegaron los disparos a Beer Sheba, interceptados por la Cúpula de Hierro.
Complejo mosaico que tendrá aún serias repercusiones no sólo en las relaciones internas en Gaza sino también, ineludiblemente, en la relación con Israel.
La tensión entre Hamas y Jihad Islámico es un hecho que irá en aumento.
Pero no nos ilusionemos de más. No nos equivoquemos. Hamas es una organización terrorista cuya infraestructura armada es mucho más seria y peligrosa que la del Jihad Islámico. En estos momentos le conviene la calma, pero eso dependerá de sus consideraciones de turno.
Para comprenderlo, recordemos partes del discurso de Yehia Sinwar, jefe de Hamas en Gaza, pronunciado hace poco, el 4 de noviembre y transmitido por su cadena televisiva, al Aksa.
– Dijo que Hamas tiene cientos de kilómetros de túneles subterráneos, cientos de comandancias subterráneas y visibles en tierra, miles de trampas y de misiles anti tanques hechos en Gaza, capaces según él de destruir tanques israelíes.
– Declaró que Hamas tiene miles de misiles que convertirán las ciudades israelíes en ruinas y ciudades fantasmas si Israel comete algún “error estúpido”.
– A Beni Gantz le dijo “haremos que maldigas el día en que tu madre de parió”.
– Destruiremos Tel Aviv y haremos que sus alarmas suenan cada mañana, tarde y noche durante seis meses enteros.
En ese discurso Sinwar recordó que años atrás las brigadas Qassam se habían quedado sin caños de metal para fabricar misiles y que un agricultor les mostró varios que habían quedado en lo que antes eran asentamientos israelíes cuando fueron desalojados. Eran parte de un sistema de irrigación que había quedado en el lugar cuando Israel seretiró. Esos caños, contó Sinwar, sirvieron para hacer cohetes durante 10 años.
Ese es el problema. Uno los usaban para irrigación. Los terroristas, para cohetes.
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