Probablemente algunos soñadores estuvieran esperando que la enorme maquinaria humana y edilicia llamada Naciones Unidas, con miles y miles de empleados en todo el mundo y presupuestos burocráticos siderales, tuviera un rol clave en esta terrible guerra planetaria contra el coronavirus, que sabemos cómo se inició, que está arrasando con vidas, tejido social y economías, y no se puede vislumbrar racionalmente cuando tendrá fin.
Más allá de discursos bonitos de sus autoridades (todas profesionales) y de sus promesas de formar grandes fondos para atender a los países más vulnerables, sí se esperaba que el Consejo de Seguridad hiciera algo. En una guerra, donde los bandos están claramente demarcados entre todos los seres humanos y un virus, el Consejo de Seguridad lo único que tiene que hacer, que no es poco, pero es esencial, es terminar como sea la cantidad de guerras que asolan varios continentes.
Hay seis millones de sirios en calidad de refugiados por una pérfida guerra que sirve a muchos intereses, menos a los civiles sirios que hace casi una década son masacrados.
Hay guerras en Africa, los venezolanos están encerrados en una prisión gigante hoy ya sin siquiera combustible y ni que hablar de alimentos y medicinas, los terroristas de Hamas creen que lanzando cohetes hacia los civiles israelíes pueden lograr que los israelíes se junten en refugios y así puedan contagiarse del virus, y por ello probaron con varios lanzamientos en estas dos semanas.
Pues bien, el Consejo de Seguridad sí se reunió esta semana en forma virtual. Y sí discutió sobre Siria .Incluso emitieron un comunicado. “Los miembros del Consejo de Seguridad señalan que es necesario asegurar todas las medidas que se requieran para enfrentar la expansión del Covid 19 en Siria y hacen un llamado a todas las partes para que aseguren toda la asistencia humanitaria, incluyendo insumos médicos, para todo el país y para todos los sirios que lo precisen de acuerdo a los principios humanitarios y en línea con las resoluciones del Consejo”. Es difícil aceptar tanta frivolidad, tanto palabrerío hueco, tanta indiferencia, y a la larga, tanta maldad.
La ridícula declaración que respalda la negativa de China de tratar el tema del Covid 19 usando sus poderes de veto, que respalda la intromisión rusa en Siria que Rusia no acepta con su veto que sea siquiera esbozada, encontró la oposición de Estados Unidos, pero inevitablemente por más que lo intente, los vetos son los que hacen la invariable inutilidad del Consejo. Estados Unidos pidió un inmediato cese del fuego; que se permita el ingreso de ayuda humanitaria, y que se terminen los ataques de Assad a enormes campos de refugiados que Assad considera “enemigos”. Nada de eso va a suceder. Los refugiados sirios y la población civil está en manos de una agresión externa y un dictador que no le importa cuántos habitantes pueda tener su país a la larga y a la corta. Y el Consejo de Seguridad hace declaraciones. Como la Liga de las Naciones después de la Primer Guerra Mundial. No es que las potencias no aprendieron nada del siglo XX, es que creen que su desmesurada omnipotencia puede durar para siempre.
En la reunión virtual del Consejo de Seguridad, también se discutió la situación entre Israel y la Autoridad Palestina. Primero, comenzaron por reconocer la realidad, lo cual aunque sea extraño, puede suceder a veces.Todos los representantes de los 15 miembros reconocieron la cooperación y coordinación entre Israel y la Autoridad Palestina, lo cual es público y notorio en cuanto a la cantidad de insumos que Israel viene entregando al gobierno de Ramallah, a pesar que Israel tiene su propio y muy difícil combate de la pandemia.
De todas formas, era muy difícil pensar que el Consejo dejara pasar la oportunidad para falsear la realidad y actuar como acostumbra: dividiendo, anunciando hechos de los que no tiene pruebas. Eligió un momento lamentable, y fue vocero de ello, el Embajador ruso Vassily Nebenzia que sin inmutarse dijo:”El coronavirus no ha detenido la construcción de asentamientos”. O sea, que Israel que tiene una cuarentena obligatoria severa, con soldados y policías patrullando para que se cumpla, está, según Rusia, construyendo edificios. Toda actividad está paralizada pero para Rusia, que le importa cero el desbarranco humanitario en Siria del cual es culpable en porcentaje muy alto, usa su lugar en el Consejo de Seguridad para acusar a Israel de algo que no existe y así manejar esa interminable secuencia de incitación que tanto utilizan no sólo Rusia sino varios integrantes del organismo de Naciones.
El Embajador de Israel ante ONU Dany Danon fue contundente: “A pesar de la ayuda de Israel a la Autoridad Palestina, hemos escuchado al propio Primer Ministro Mohammed Shtayyeh hacer comentarios públicos en los cuales acusa a los soldados de Israel de contagiar el virus en territorio palestino. Creemos que no es el momento para comentarios de este calibre llenos de sinsentido, y que los mismos deben ser debidamente condenados por Naciones Unidas”.Obvio que las palabras de Danon cayeron en el vacío. Obvio que no hay ni habrá condena para las expresiones de odio sobre conspiración y contagio.
El espíritu y la filosofía nazi de acusar al pueblo judío tomada desde la época de la peste negra ha vuelto desafortunadamente desde el mismo Medio Oriente, y los delegados de los países del Consejo de Seguridad no han tenido ni siquiera coraje, no hablemos de decencia, para al menos, decir algo. El Consejo de Seguridad también sabe, porque se ha hecho público, que la Autoridad Palestina ha priorizado el pago de subsidios a lo que llaman “mártires” por encima de los asistentes sociales y los docentes. En tiempo de coronavirus, las familias de terroristas que asesinaron civiles ocupan un lugar de privilegio, junto al personal médico y las fuerzas de seguridad.
Israel seguirá cooperando y proveyendo de insumos a la Autoridad Palestina, aunque ésta siga distorsionando la realidad e invente conspiraciones. Es tiempo de pandemia, de destrucción planetaria.
Aunque el Consejo de Seguridad crea que igual los lugares de guerra no importan, en el caso del Medio Oriente, sí le importa a Israel y sí le importa a la Autoridad Palestina cuando recibe los insumos, no cuando tiene micrófonos delante. Pero eso no es sino parte de la naturaleza humana que puede ser solidaria y generosa en tiempos extremos como se ve hoy en muchas partes del mundo, y puede ser miserable y artera como siempre ha sucedido para desgracia de la especie humana, tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra.
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