Así lo afirmaron científicos de  la Universidad Ben Gurion del Néguev (BGU) luego de tomar muestras en las plantas de tratamiento de aguas cloacales y tuberías del área de Tel Aviv durante el brote de coronavirus.
El equipo de investigación confirmó que el ARN del SARS-CoV-2 se encuentra en los excrementos humanos y que incluso se halló una mayor concentración que en otros focos infecciosos.

 

La detección del coronavirus en aguas residuales podría dar un mejor índice de la propagación del virus que la que dan los métodos actuales según dijeron los investigadores.

De acuerdo con ellos, este procedimiento podría convertirse en un sistema de alerta temprana para futuros brotes.

Por el momento, aún no se sabe si el virus permanece en fase de contagioso cuando se encuentra en las aguas cloacales. Y si es así, durante cuánto tiempo.

 

En el caso de que el coronavirus siguiese en su fase infecciosa, los trabajadores de las plantas de tratamiento de aguas residuales podrían ser un vector adicional para su propagación. Esto también es relevante para las regiones más pobres donde hay un riesgo mayor de que alguien esté más expuesto a las aguas de cloaca no tratadas.

 

Oded Nir, investigador del departamento de Desalinización y Tratamiento del Agua del Instituto Zuckerberg de Investigación de Agua de la Universidad Ben Gurion del Néguev. Foto: Michal Levita Nir

El equipo ya pidió subvenciones para promover su investigación, que se realizó bajo el auspicio de la Fuerza de Trabajo contra el Coronavirus de la BGU.

 

El profesor Ariel Kushmaro es el director del equipo de científicos del departamento de Ingeniería Biotecnológica Avram y Stella Goldstein-Goren de la BGU. Y trabaja junto al dotor Itay Bar-Or , virólogo del Centro Médico Sheba; Yakir Berchenko, del departamento de Ingeniería y Gestión Industrial de BGU; Oded Nir, del departamento de Desalinización y Tratamiento de Aguas del Instituto Zuckerberg de Investigación del Agua de BGU; y el profesor Eran Freedler del Technion.

 

En un estudio previo en 2013, Berchenko monitoreó con éxito la presencia de un virus de la poliomielitis en el sistema de alcantarillas de Israel.​