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| jueves marzo 28, 2024

Con el Coronel (R) Amos Faran, piloto de uno de los aviones que llevó a los judíos de Etiopía a Israel

"Parecía la salida de Egipto. Desde la cabina del piloto, en silencio, todos llorábamos"


A sus 70 años de edad, tras 51 años de servicio, cuando Amos Faran mira hacia atrás y analiza su trayectoria, tiene claro que uno de los capítulos más emocionantes que le tocó vivir, si no el más, fue su participación en los operativos que trasladaron a los judíos de Etiopía al Estado de Israel. Esta semana, al cumplirse un nuevo aniversario del Operativo Salomon que se llevó a cabo entre el 24 y 25 de mayo de 1991, tuvimos la oportunidad de realizarle una entrevista telefónica.

Con el  Coronel (R) Amos Faran, piloto de uno de los aviones que llevó a los judíos de Etiopía a Israel

Con la voz entrecortada en varias ocasiones por la emoción, este  Coronel ya retirado de la Fuerza Aérea de Israel, piloto de Hercules (aviones conocidos en hebreo como “Karnáf”), comparte con nosotros un hermoso trozo de historia de Israel y el pueblo judío.

Amos Faran, Coronel en la Fuerza Aérea de Israel

 

P: Amos ¿Por dónde empezamos? Lo llamo porque se acaban de cumplir 29 años del Operativo Salomon, pero entiendo que su papel en la llegada de los judíos de Etiopía comenzó antes. Así que son varios eslabones de orgullo.

R: Así es. Permíteme comenzar diciéndote que yo soy un orgulloso sionista. Para mí, mi curso de pilotos, mi servicio regular y luego los años que agregué y me quedé en la Fuerza Aérea, también en la reserva, como comandante, fueron un aporte al país y al sionismo. Amo a Israel y trato de hacer lo más que puedo por el país. Al finalizar casi 30 años en la Fuerza Aérea, fui piloto en El Al varios años y a los 67 me retiré. Hoy, voluntariamente, estoy al frente de la comisión local de administración de Beit Itzjak, una localidad cercana a Natanya, en el centro de Emek Hefer, donde vivo. También dirijo la Asociación de Veteranos de los aviones Karnaf, los Hercules de la Fuerza Aérea de Israel.

P: Que fue el avión que siempre piloteó, en rutina y en grandes operativos. Y seguramente traer a los judíos etíopes fue algo singular.

R: Sin duda alguna. Cuando un combatiente sale a un operativo, va “con el cuchillo entre los dientes”, en el sentido que lo que quiere, ante todo, es que el operativo sea exitoso. Si se corre riesgos, pues se corre riesgos. Se hace lo que hay que hacer, de la mejor forma profesional posible, por el país. Pero cuando años después uno mira aquel operativo que consistía en traer judíos a Israel, cuando uno lo analiza en una perspectiva nacional histórica, capta el impresionante significado que tenía. El Operativo Salomon fue el punto cúlmine de un capítulo emocionante e impactante de la historia de Israel.

P: Y usted participó en algunas de sus etapas…

R: Así es. Yo tuve una pequeña parte, junto con muchos otros por cierto, durante casi 15 años. El proceso fue prolongado y por suerte se dio cuando yo estaba aún en servicio, ya en la reserva. Todo comenzó con el psak halajá, la decisión tomada por el Gran Rabino Ovadia Yosef  en 1977,  en la que determinó que desde el punto de vista de la ley religiosa judía, las tribus judías de Etiopía son en efecto miembros de nuestro pueblo.

Todos sabemos que cuando se creó en 1948 el Estado de Israel, la intención era que sea el hogar del pueblo judío. Por eso, fue muy emocionante cuando poco después de aquella decisión, el Primer Ministro Menajem Begin se reunió con la cúpula de las Fuerzas de Defensa de Israel y les dijo: “Traigan a los judíos de Etiopía a casa”.

P: Y ese fue el comienzo de una epopeya.

R: Sin duda alguna. Así comenzó una gran lucha. Primero el Mossad instaló una estación en Sudán desde la que trabajó durante muchos años, juntando a los judíos de Etiopía para trasladarlos a Israel. Luego pasaban por campamentos de refugiados en Sudán. La situación en Etiopía era muy complicada porque se pasaba hambre, los judíos que marchaban hacia los puntos de encuentro, eran atacados en el camino por bandas de criminales. Muchos murieron por la situación general. Huían a la frontera con Sudán, allí el Mossad los concentraba y seguía a las próximas etapas.

P: ¿Cuál fue la primera vez que usted entró en escena?

R: Mi primera intervención fue en la etapa en la que aún no se traía a los judíos etíopes en los Hercules. En aquel momento el Mossad llevaba a los judíos hasta la costa del Mar Rojo, la Marina israelí llegaba en una embarcación no militar, y trasladaba a los judíos hasta Sharem al-Sheikh en el Sinaí que en ese momento estaba bajo gobierno israelí, y de ahí en aviones hasta el aeropuerto Ben Gurion. Pero el médico militar que acompañaba el operativo, informó que una niña tenía meningitis y estaba grave. Era una noche tormentosa. El Estado de Israel decidió que no se la dejaría morir en el Mar Rojo. Un helicóptero Yasur de la Fuerza Aérea salió a traerla al hospital en Israel, pero era demasiado lejos y el combustible no alcanzaba. El avión Karnaf, Hercules, puede cargar combustible al Yasur en el aire, y fue ahí que me llaman. Cargué el combustible del Yasur, pero me enteré del objetivo del operativo recién años después.

P: Y ahí, o muy cerca, empezó otra etapa.

R: Así es. Decidieron que sacar a los judíos en ese barco era demasiado arriesgado, porque ir de Port Sudan hasta Sharem, en un Mar Rojo tan hostil, era muy problemático. En 1980 se llevó a cabo el operativo “Bat Shir”, en el que en una noche 4 helicópteros Yasur volaron via Sharem hacia Port Sudan llegaban de vuelta cada vez repletos de judíos etíopes y así nuevamente., volvían a salir y traer otro gupo. Ya sabían que solos no podrían, que necesitarían cargar combustible de un Karnaf. Ahí yo ya sabía de qué se trata. En una noche, cuatro aviones Karnaf cargamos nafta a los helicópteros Yasur, que pudieron así traer a algo más de 400 judíos etíopes.

P: ¿Qué otras etapas hubo hasta que se llegó a lo que hoy recordamos como Operativo Salomon?

R: Como en Port Sudan había una pista de aterrizaje de la época británica, pensamos que no era necesario enviar a los Karnaf a cargar nafta en los Yasur, y que sería más práctico enviar directamente a los Hercules a traer a los judíos. Nuestros aviones volaban 2 ó 3 veces más rápido y podrían traer por supuesto mucha más gente en un vuelo. Al terminar pues con el papel de la embarcación, se pasó al uso directo de los Karnaf para traer a los olim, los inmigrantes judíos, que volaban directo a Port Sudan. Por primera vez un avión  Hercules de Israel aterrizó  allí.  Y en una noche, en 7-8 horas de actividad, fueron traídos 150 judíos etíopes a Israel.

Desde comienzo de los 80 hasta 1991, se llevó a cabo una larga serie de operativos Moshe, el primero, con los aviones Karnaf volando cada varias semanas, primero a Port Sudan y luego más tierra adentro, para acortar camino a los judíos a los que el Mossad guiaba entre caminos peligrosos, hostiles y el ejército sudanés. Cada vez llegamos más tierra adentro, con todos los riesgos que ello suponía.

P: Riesgos a distintos niveles…¿verdad?

R: Sin duda alguna. Todo debía ser absolutamente secreto porque si se filtraba información podía arruinarse todo. En mayo de 1991 culminó ese glorioso capítulo en la historia de Israel, cuando el Mossad, con sus vínculos especiales, logró identificar una ventana de oportunidades  para la salida masiva desde Addis Abeba a Israel, en un operativo sin precedentes que duró 36 horas y que con decenas de aviones, logró traer a casi 15.000 judíos etíopes a Israel.

P: ¿Cuál fue esa ventana de oportunidades?

R: La situación interna en Etiopía era muy compleja. Había una guerra interna, el país estaba dividido. Finalmente Mengistu autorizó que Israel vuele a Etiopía de la forma más silenciosa posible. Su condición era que no se vea nadie de unforme, ni armas, ningún símbolo militar, nada. A todos los aviones se les taparon los símbolos de Israel. Todos estábamos de civil, desde el comandante del operativo Amnon Lipkin Shajak, hoy lamentablemente fallecido, hasta nosotros mismos, los pilotos. Claro que sí teníamos armas, pero estaban muy bien escondidas. Fue un puente áreo sin precedentes, único en la historia, que duró 36 horas, entre el aeropuerto de Addis Abeba y el aeropuerto internacional Ben Gurion, al que llegó la mayoría de los aviones.

P: Algunos llegaron también a una base de la Fuerza Aérea. Yo estuve allí.

R: Así es. Y todos teníamos claro que el tiempo estaba contando, que hay que trabajar de la forma más rápida y eficiente posible.

P: ¿Cuáles eran las dificultades especiales?

R: Era lejos, a unos 2500 kms de Israel. El Mar Rojo, zona hostil. El aeropuerto de Addis Abeba tiene varios niveles de topografía, está a unos 850 pies de altura y es difícil tanto despegar de allí como aterrizar. Imagínate que en Ben Gurion tenemos sólo 100 pies de altura. O sea que es difícil maniobrar, lo cual limita la cantidad de combustible que uno puede llevar. Y como tenía sólo una pista, si había un Jumbo y otro avión, hasta que no salieran, no se puede aterrizar otro porque no tiene donde parar.

O  sea que no podíamos aterrizar 40 aviones al mismo tiempo. Teníamos que controlar todo muy bien, y no enojar a los etíopes. Y todo, en un operativo en el que participó todo el sistema de seguridad israelí, civiles, militares, combatientes de la Fuerza aérea, médicos, mecánicos, pilotos, mucha gente, toda convencida de que estaba participando en un gran operativo sionista que honraba precisamente la razón para la que había sido creado Israel.

P: Amos…¿Cuál fue el momento más emocionante?

R: Se me pone la piel de gallina de solo recordarlo. Mira, esperamos en secreto muchos días para concretar todo.  Se nos informaba  todo muy en secreto en la escuadrilla. Esperábamos la luz verde del Mossad. El jefe que estaba en el terreno, me imagino que pagó mucho dinero para que nadie se enoje, para que nos dejen trabajar.Sabíamos que se debía hacer todo lo necesario para salvarlos, correr riesgos, pagar grandes sumas de dinero…Israel hizo todo lo que pudo para traer a esos judíos a casa.

Pues la espera era muy larga. Mapas, planos, aviones, decenas de aviones . Luego de mucha espera, de postergaciones, mucho cansancio, al comenzar el vuelo, toda la concentración se pone en el vuelo mismo. En un vuelo éramos 4 pilotos, 3 co-pilotos y otros 3 miembros claves del equipo, cada uno encargado de otra cosa. Éramos 11 en total en mi avión.

Estábamos todos en la cabina del piloto, avanzando lentamente, sin apagar los motores , y ante nuestros ojos apareció una escena que cuando la vuelvo a describir ahora, se me eriza la piel . Aparecieron ómnibus rojos, se abrieron las puertas y los judíos etíopes comenzaron a salir…todos con túnicas blancas, con bastones, bebés en brazos o atados a la espalda, una madeja humana blanca antes nuestros ojos. Parecía la salida de Egipto de la Biblia. Parecían vestidos como hace miles de años. Sin valijas ni riqueza ninguna. Lo único que llevaban consigo era el deseo de llegar a la tierra de Israel. En la cabina había un silencio absoluto. Nadie dijo ni una palabra. Estábamos todos con los ojos clavados en el vidrio del avión. Y yo sé que todos lloraban, en silencio.

P: Y ahora yo lloro al escuchar este relato.

R: He contado esto muchas veces en distintos marcos, y siempre lloro. Pero no es sólo el recuerdo de aquello vivido, sino también el hecho que a medida que pasan los años, entiendo más profundamente el significado sionista de ese operativo. Para mí, eso había comenzado como un operativo militar que había que cumplir. Pero era mucho más que eso. Fue un momento de gran orgullo por lo que hace Israel, un país que se preocupa por su pueblo, que tiene enorme capacidad, osadía, inteligencia, para hacer algo así. Y participó en ello una enorme cantidad de gente que unida, logró llevar a cabo un operativo casi imaginario. Siento hasta hoy un enorme orgullo de haber participado en eso, de estar aquí, de haber cumplido con esa misión.

P: ¿Se encontró en algún momento con judíos etíopes a los que usted trajo a Israel?

R: Sí, muchas veces. Y uno de los más significativos encuentros fue hace ya varios años, cuando la escuadrilla 103 de los Karnaf cambió los viejos C130G por los más modernos que hoy llamamos Shimshon, el heredero del mitológico Hercules. El jefe de la escuadrilla organizó una actividad para los jóvenes pilotos y me pidió a mí que comparta con ellos una historia interesante del legado de los Karnaf. Conté sobre aquellos operativos y la salvación de los judíos etíopes.

Después de hablar yo, habló un joven oficial de la comunidad etíope, que de niño había llegado en uno de los aviones. Tenía una queja para plantearme, que me enseñó mucho. Dijo: “El honorable piloto que les habló, les contó cuán importante era salvar a los judíos de Etiopía del hambre. Es verdad que tuvimos que escaparnos de asaltantes y del hambre, pero ese no era el tema central. Nosotros nos criamos desde siempre y crecimos siempre, plenos de amor por Sion y Jerusalem. Desde que mamé la leche materna, mi deseo era vivir en la tierra de Israel. Todo esto no era importante. El tema no era que nos salvaran, sino que nos trajeran a la Tierra de Israel”.

P: Impresionante

R: Yo lo escuché y aprendí de él algo muy profundo. Ese joven oficial habla hebreo perfecto como nosotros, y me dio una lección. Desde entonces, destaco esa parte de la historia. Ese joven etíope-israelí, me enseñó el significado más profundo de aquel histórico operativo.

P: Amos, no tengo palabras. Muchas gracias.

R: Gracias a ti.

 

Semanarihebreojai

 
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