En las últimas semanas, los Emiratos Árabes Unidos enviaron dos vuelos comerciales al aeropuerto Ben Gurión de Israel, cargados con material médico para ayudar a los palestinos a luchar contra el Covid-19.
La autoridad Palestina (AP) ha rechazado ambos envíos, porque consideraron que los vuelos de Emiratos constituían un paso hacia la “normalización” con los sionistas. Sin duda lo eran. Pero el propósito de ambos vuelos era salvar vidas palestinas.
La contradicción simboliza un cambio radical tanto entre los israelíes como entre los palestinos hacia los principales países árabes. Por una parte, Israel ha cultivado pacientemente relaciones secretas durante la última década esperando que éstas finalmente den fruto y se conviertan en relaciones diplomáticas formales. Esto, unido a profundos cambios en el panorama geopolítico de la región, ha dado a los árabes razones poderosas de carácter práctico para establecer relaciones de mayor cercanía con el estado judío.
Al mismo tiempo, el liderazgo palestino sufre un deterioro del apoyo de los países árabes. Los países árabes están perdiendo la paciencia ante el desdeñoso rechazo de toda negociación con Israel, ante su fracaso en los intentos de reconciliación con el gobierno de Hamas en Gaza, su novedosa amistad con el archi-enemigo Irán y su despilfarro de billones de dólares de ayuda árabe sin que contribuyan a lograr el menor éxito económico o político.
La cooperación y el diálogo de Israel con el liderazgo con ocho naciones árabes, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Omán, Marruecos, Omán, Bahrein y Sudán son más intensos que nunca. Sin embargo, a pesar del incremento de los contactos, ninguno de estos países está dispuesto a establecer una alianza formal con Israel. Tampoco, la opinión popular en sus países, manifiesta la menor simpatía por el sionismo.
Sin embargo, numerosos gestos de dirigentes políticos y de opinión del mundo árabe, podrían contribuir a cambiar la manera de pensar de sus pueblos.
Tanto Arabia Saudita como los Emiratos Árabes Unidos han recomendado a los líderes palestinos a que adopten el plan de paz del presidente Trump como base para entablar nuevas negociaciones con Israel.
Tanto el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu y la entonces Ministra de Cultura Miri Regev visitaron Oman en 2018, y las dos naciones han mantenido relaciones cordiales a partir de 1994, brindando a Omán la oportunidad de servir de mediador entre Israel y los palestinos.
Vinculados por un tratado de paz, Israel y Egipto han mantenido una estrecha relación, coordinando tanto ataques aéreos contra grupos de Al Qaeda en el Norte de Sinaí como el tránsito palestino entre Egipto y Gaza.
Igualmente vinculada con Israel por un tratado de paz, Jordania depende de Israel tanto en cuestiones de seguridad como en lo referente al abastecimiento de agua, particularmente para los palestinos, que representan un peligro permanente pues constituyen el 80% de la población . Jordania ha dicho que no quiere una presencia militar palestina en sus fronteras. Más aún, un alto jerarca jordano dijo recientemente : “No tenemos ni el interés ni la intención de poner en peligro nuestras relaciones con Israel por los palestinos”.
En enero de 2020, Marruecos firmó un acuerdo militar con Israel para comprarle 3 drones israelíes por suma de U$S 48 millones.
Después de que Israel lanzara ataques militares en 2019 contra Irán en Irak, el Líbano y Siria, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein defendió la posición de Israel , señalando que “ alguien que destruye un arsenal de municiones de Irán no puede ser culpado, ya que actúa en defensa propia.”.
En febrero de 2020, Netanyahu se encontró con el líder del Consejo de Transición de Sudán en una entrevista secreta de dos horas en Uganda, en la cual ambos acordaron “iniciar una relación de cooperación tendiente a la normalización de las relaciones entre ambos países.”
Por otra parte, los palestinos han seguido manteniendo una negativa obstinada a cualquier negociación con Israel. Han venido rechazando todo diálogo desde 2014 y actualmente también se niegan a hablar con los Estados Unidos, que a comienzos de este año lanzó una iniciativa cuidadosamente preparada para llevar a Israel y a los palestinos a la mesa de negociaciones.
Por otra parte, ambos gobiernos palestinos, en Ramalla y en Gaza, siguen duramente enfrentados en un conflicto que ya dura 14 años.
Lo que es peor es que ambos grupos palestinos tienen un contacto estrecho con Irán con quien no solo tienen estrecho contacto político sino de quién también reciben ayuda. Como la República Islámica es considerada el enemigo número uno de los países del Golfo y de Occidente, estos flirteos palestinos amenazan sus relaciones con sus hermanos árabes, con el gobierno de los Estados Unidos, con miembros del Congreso norteamericano e incluso con países que integran la Unión Europea. A medida que crecen peligrosamente las tensiones entre Irán, los Estados Unidos, los europeos, los estados árabes del Golfo e Israel, la mayor amenaza geopolítica para todas las partes es una chispa que encienda una cara y muy destructiva guerra regional. La preocupación por el fracaso auto-infligido de los palestinos para alcanzar la independencia es algo muy menor en comparación con el peligro de una conflagración bélica de proporciones apocalípticas.
Más aún, el reciente plan de paz de los Estados Unidos ofrece una visión de cooperación entre los estados del Golfo, Israel y los Estados Unidos, no solo para resolver el problema palestino, sino también para generar una colaboración económica y militar entre Israel y las naciones árabes. Este punto de vista tiene como objetivo la protección mutua entre las partes, y al mismo tiempo el logro de un avance económico significativo tanto de Israel como de los países árabes.
Mientras los países del Golfo y de Israel se encaminan hacia una colaboración provechosa para ambas partes, los palestinos están al borde de la bancarrota económica y el aislamiento político. Al no haber ninguna apertura de paz con un mínimo de realismo de parte de los palestinos, algo que hoy parece una fantasía, es difícil imaginar que las facciones palestinas eternamente enemistadas entre sí, tengan la chance de hacer un progreso efectivo hacia su presunto ideal de independencia y menos aún de lograr su sueño obsesivo de destruir a Israel.
(Traducido del inglés para Porisrael.org por Egon Friedler, 26.6.2020)
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