Con el asesinato presuntamente por Israel del principal diseñador de ojivas nucleares de Irán, el Medio Oriente promete complicar el trabajo de Joe Biden desde el primer día. El presidente electo Biden conoce bien la región, pero si tuviera un consejo para él, sería: este no es el Medio Oriente que dejó hace cuatro años.
La mejor manera que Biden aprecie el nuevo Medio Oriente es estudiar lo que sucedió en las primeras horas del 14 de septiembre de 2019, cuando la Fuerza Aérea de Irán lanzó 20 drones y misiles de crucero guiados con precisión contra Abqaiq, uno de los más importantes campos petroleros y refinerías de Arabia Saudita, causando grandes daños. Fue un evento fundamental.
Los aviones teledirigidos y los misiles de crucero iraníes volaron tan bajo y con tal sigilo que ni su despegue ni su inminente ataque fueron detectados a tiempo por los radares saudíes o estadounidenses. Los analistas militares israelíes, atónitos por las capacidades que mostraron los iraníes, afirmaron que este ataque sorpresa fue el “Pearl Harbor” de Oriente Medio.
Tenían razón. El Medio Oriente cambió con este ataque con misiles de precisión iraní, por la respuesta del presidente Trump y por las de Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos a la respuesta de Trump.
Instalaciones petroleras saudíes en llamas, tras el ataque con drones y misiles del 14 de septiembre de 2019
(Foto: awsveanews.com)
Mucha gente no lo captó, así que retrocedamos a la cinta de video.
Primero… ¿Cómo reaccionó Trump? No hizo nada. No lanzó un ataque de represalia en nombre de Arabia Saudita, a pesar que Irán, sin provocación, había atacado el corazón de la infraestructura petrolera de ese país.
Unas semanas después, Trump envió 3.000 soldados estadounidenses y algunas baterías antimisiles a Arabia Saudita para reforzar su defensa, pero emitió este mensaje el 11 de octubre de 2019: “Estamos enviando tropas y otras cosas a Oriente Medio para ayudar a Arabia Saudita. Pero, ¿Saben? Arabia Saudita, a petición mía, aceptó pagarnos por todo lo que estamos haciendo. Esa es una primicia”.
Seguro que fue una primicia. Sin embargo, no estoy aquí para criticar a Trump. Él reflejó un cambio profundo en el público estadounidense. Su mensaje fue algo así: “Queridos saudíes: Estados Unidos es ahora el mayor productor de petróleo del mundo; estamos saliéndonos del Medio Oriente; estoy feliz de venderte tantas armas como puedas pagar en efectivo, pero no cuentes con nosotros para pelear tus batallas. ¿Quieres tropas estadounidenses? Muéstrame el dinero”.
Ese cambio en la postura estadounidense dio origen al primer elemento nuevo que enfrentará Biden en este nuevo Medio Oriente: los acuerdos de paz entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, y entre Israel y Bahrein, y un nivel completamente nuevo de cooperación secreta en materia de seguridad entre Israel y Arabia Saudita, que probablemente florecerán pronto en relaciones más formales (el primer ministro Benjamín Netanyahu visitó Arabia Saudita la semana pasada).
En efecto, Trump obligó a Israel y a los principales Estados árabes sunitas a depender menos de Estados Unidos y a pensar en cómo cooperar entre ellos ante nuevas amenazas como Irán, en lugar de luchar por viejas causas, como Palestina. Esto puede permitir a Estados Unidos asegurar sus intereses en la región con mucha menos sangre y menos recursos propios. Podría ser el logro de política exterior más importante de Trump
Pero un resultado importante es que mientras Biden considera reabrir las negociaciones para reactivar el acuerdo nuclear de Irán, que Trump abandonó en 2018, puede esperar encontrar a Israel, Arabia Saudita, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos operando como una coalición anti-iraní. Es casi seguro que esto complicará las cosas para Biden, debido a la segunda gran secuela del ataque iraní a Abqaiq: el impacto que tuvo en Israel.
Después que Trump rechazó el acuerdo nuclear, Irán abandonó sus compromisos de restringir el enriquecimiento de uranio que podría usarse para una bomba nuclear. Pero desde la elección de Biden, Irán ha dicho que volverá “automáticamente” a sus compromisos nucleares si Biden levanta las paralizantes sanciones impuestas por Trump. Solo después que se levanten esas sanciones, dice Irán, podría discutir asuntos regionales, como restricciones a sus exportaciones y capacidades de misiles de precisión.
Aquí es donde comenzarán los problemas para Biden. Sí, Israel y los Estados árabes sunitas quieren asegurarse que Irán nunca pueda desarrollar un arma nuclear. Pero algunos expertos militares israelíes le dirán hoy que la posibilidad que Irán tenga una bomba nuclear no es lo que los mantiene despiertos por la noche, porque no ven que Teherán la use. Eso sería un suicidio y los líderes clericales de Irán no son suicidas.
Sin embargo, son homicidas.
Y las nuevas armas preferidas de Irán para el homicidio son los misiles guiados de precisión que utilizó en Arabia Saudita y que sigue tratando de exportar a sus representantes en el Líbano, Yemen, Siria e Iraq, que representan una amenaza inmediata para Israel, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Irak y las fuerzas estadounidenses en la región (Irán tiene una red de fábricas de sus propios misiles guiados de precisión).
Si Biden intenta simplemente reanudar el acuerdo nuclear de Irán como estaba, y renuncia a las sanciones económicas extremas contra Irán antes de llegar a un entendimiento sobre su exportación de misiles guiados de precisión, sospecho que encontrará mucha resistencia de Israel, los Emiratos y Arabia Saudita.
“Durante las últimas dos décadas nos ha ocupado la prevención del gran arma de Irán, pero son las miles de pequeñas armas inteligentes que Irán ha estado desarrollando las que se han convertido en una amenaza real e inmediata para sus vecinos”
¿Por qué? Todo está en la palabra “precisión”. Durante la guerra de 2006 en el Líbano, la milicia de Irán, Hezbolá, tenía que disparar unos 20 cohetes no guiados, de superficie a superficie y de alcance limitado, con la esperanza de dañar un solo objetivo israelí. Pero con los misiles guiados de precisión fabricados en Irán, Hezbolá, en teoría, necesitaría lanzar solo un cohete contra cada uno de 20 objetivos diferentes en Israel, con alta probabilidad de dañarlos todos. Estamos hablando de la planta nuclear, el aeropuerto, los puertos, las plantas de energía, las fábricas de alta tecnología y las bases militares de Israel.
Es por eso que Israel ha estado librando una guerra en las sombras contra Irán durante los últimos cinco años, para evitar que Teherán alcance su objetivo de rodear virtualmente a Israel con sus representantes en el Líbano, Siria, Iraq y Gaza, todos armados con misiles guiados de precisión. Los saudíes han estado tratando de hacer lo mismo contra los representantes de Irán en Yemen, que han disparado contra sus aeropuertos. Estos misiles son mucho más letales.
“Piense en la diferencia de versatilidad entre los teléfonos simples y los celulares inteligentes”, observa Karim Sadjadpour, investigador principal de Carnegie Endowment. “Durante las últimas dos décadas nos ha ocupado la prevención del gran arma de Irán, pero son los miles de pequeñas armas inteligentes que Irán ha estado desarrollando las que se han convertido en una amenaza real e inmediata para sus vecinos”.
Es por eso que Israel y sus aliados del Golfo Pérsico no van a querer que Estados Unidos renuncie a su influencia sobre Irán para frenar su programa nuclear, antes que también use esa influencia y todas esas sanciones petroleras para asegurar algún compromiso por parte de Irán para poner fin a su exportación de estos misiles.
Y eso va a ser muy, muy difícil de negociar.
Entonces, si estaba planeando una fiesta para celebrar la restauración del acuerdo nuclear con Irán poco después de la inauguración de Biden, guarde el champán en la nevera. Es complicado.
****Columnista ganador de tres premios Pulitzer. Es autor de siete libros, incluido De Beirut a Jerusalén, que ganó el Premio Nacional del Libro de EEUU.
Traduccion: Sami Rosenbaum para Nuevo Mundo Israelita.
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