El acuerdo de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y Marruecos, anunciado el jueves por el presidente estadounidense Donald Trump, es el más “natural” de todos los acuerdos con países musulmanes que ocurrieron en los últimos meses.
Este acercamiento se basa en una estructura informal de relaciones entre los países que data de hace varios años, reflejado especialmente en el turismo, el comercio y, por supuesto, el estatus especial de la comunidad judía de Marruecos.
En 2019 circularon versiones de que la administración Trump presionaba a Rabat para que acceda a relaciones diplomáticas plenas con Israel, pero el reino se negó. ¿Qué cambió ahora? Principalmente, el impulso que dio el acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos.
En las últimas semanas desde Abu Dhabi hicieron todos los esfuerzos posibles para persuadir a Marruecos para que se una abiertamente a una alianza anti iraní y anti islamista dentro del mundo árabe. Inclusive, los Emiratos abrieron un consulado en El Aaiún, la capital del Sahara Occidental.
Irónicamente, la derrota de Trump en las elecciones aceleró el proceso de normalización. El reconocimiento estadounidense a la soberanía marroquí en el Sahara Occidental es un logro que en Rabat soñaron por años, y el reino entendió que la administración del presidente electo Joe Biden no tendría ninguna prisa en abordar el tema. Por eso Marruecos prefirió cerrar el acuerdo ahora, en un contexto de tensión con la vecina Argelia, que apoya al movimiento independentista saharaui.
La apertura de un paso fronterizo entre Marruecos y Mauritania, país con el que se puede conectar solamente a través del territorio del Sahara Occidental que está en disputa, provocó que desde hace algunas semanas soplen vientos de guerra con Argelia. Este reconocimiento que recibe el gobierno marroquí de parte del país más importante del mundo es un gran respaldo, y despierta condenas al acuerdo con Israel en los medios árabes afines a Qatar y Turquía.
Aunque el aspecto económico no fue decisivo en las consideraciones del rey marroquí para acceder a la normalización, en Rabat esperan que este acercamiento ayude a salir de la grave caída que provocó el coronavirus: durante el tercer trimestre de 2020 el desempleo se disparó al 12,7%, la mayor tasa registrada en 20 años, y según estimaciones del Banco Mundial la economía marroquí este año caerá más de un 6%. Los cálculos más optimistas del Banco de Marruecos estiman que el país tardará al menos dos años en recuperar la actividad económica previa a la pandemia.
Inclusive antes de que golpeara el coronavirus, una severa sequía castigó a la agricultura, una de sus industrias más importantes. La economía de Marruecos depende principalmente del turismo, las exportaciones y la inversión extranjera, por lo que es fácil comprender la angustiante situación actual, y se espera que las relaciones diplomáticas con Israel sean muy beneficiosa para el turismo y la cooperación agrícola.
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