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| miércoles diciembre 25, 2024

¿Hizo pausa la Cumbre de Reconciliación del CCG o fue un gran avance?


Obra de la artista saudita Basma al-Balawi celebrando la 41ava Cumbre del CCG en Al-Ula 

La reciente reconciliación entre los estados del Golfo en conflicto es potencialmente un paso positivo y esperanzador. Bien sea que haya sido diseñado por interés propio, un último suspiro diplomático de la administración Trump o el temor a una nueva administración demócrata en Washington, la reconciliación fue un esfuerzo por reparar un episodio doloroso y costoso en la historia regional. La 41ava Cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en Al-Ula Arabia Saudita aparentemente curó una brecha que duró más de tres años cuando Qatar se enfrentó a cuatro de sus oponentes: Arabia Saudita, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto. La declaración final de Al-Ula, destinada a reforzar la unidad del CCG, fue un modelo diplomático.[1] Pero los verdaderos pasos para restaurar el transporte aéreo y terrestre (del bloque anti-Qatar) y el congelamiento de algunas demandas internacionales (por parte de Qatar) fueron hechos mucho más tangibles.

Si bien las declaraciones oficiales fueron cautelosas, los partidarios de Qatar fueron menos moderados en clamar victoria. En Twitter, el ex-director de Al-Jazeera Yasser Abu Hilaleh, habló sobre «la victoria del bloqueo, sin renunciar a ningún principio o postura, sin retornar al Acuerdo de Riad [2013] y sin ceder a las 13 demandas».

A pesar del alarde, hay mucho bien que pudiera resultar de una verdadera reconciliación. La disputa fue costosa para ambas partes, interrumpió los lazos comerciales y económicos, alentó la intromisión regional y en general, introdujo elementos adicionales de inestabilidad y tensión en una región ya inestable. Pero, ¿fue la reconciliación de Al-Ula un verdadero avance, o más bien hizo pausa en lo que resulto ser una lucha mucho más larga por el poder?

Ciertamente, los países que más presionaron para tomar este paso, Arabia Saudita y Kuwait, en lugar de Estados Unidos – esperan lo mejor. Pero yo soy muy escéptico porque existe un problema básico que no ha sido resuelto y muy probablemente no se pueda resolver. Ésta es la esencia de cómo Qatar ve su papel en la región y en el mundo. No se puede ignorar el importante factor humano de la fricción personal entre los líderes jóvenes agresivos en Riad, Doha y Abu Dabi. Pero el otro factor es el gran éxito de Qatar en la proyección de poder a través de su alianza fáustica con los partidarios del Islam político, especialmente la Hermandad Musulmana, en la región. Esta es una relación fatídica vista por varios de sus vecinos como una amenaza. Arabia Saudita fue una vez el padrino del salafismo global, una herencia de la que ahora el Reino busca distanciarse y la utilizó como forma de ganar influencia en todo el mundo. El liderazgo saudita finalmente vio este patrocinio como problemático y cambió las políticas. Qatar creó para sí mismo un papel similar como el gran patrocinador del islamismo, tanto a nivel regional como inter-regional.

El papel de Qatar como financista, de respaldo y apoyo a los movimientos y estados islamistas (la Turquía liderada por Erdogan y la región de Gaza gobernada por Hamas) les ha otorgado poder regional. Qatar es un país muy pequeño – tiene más población de hindúes y bangladesíes que ciudadanos de Qatar, quienes constituyen solo el 12% de la población de su propio país, pero ha ganado gran influencia a través de una hábil combinación de dinero, medios de comunicación y política. Uno puede condenar tal resultado y al mismo tiempo maravillarse de que haya demostrado ser tan exitoso.

Dado que gran parte del éxito de Qatar se debe a los esfuerzos realizados por los representantes, es particularmente interesante observar las acciones de sus socios después de la Cumbre del CCG. La forma en que Turquía y Hamas interactúan en el futuro con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos será algo para observar. Obviamente, cualquier cosa relacionada a Irán como país, dadas las tensiones regionales, las ambiciones iraníes y la administración Biden, también será tomado como un factor importante.

En cuanto a otros agentes-estados, las señales de advertencia ya se encuentran ahí y no parecen ser de buen augurio para el futuro. La relación de Qatar con Turquía ha dado frutos tóxicos en el desarrollo de una horda de medios propagandísticos en idioma árabe, en su mayoría islamistas, ubicados en Estambul y utilizados para librar una guerra ideológica incesante contra enemigos – en su mayoría Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.[2] Uno de los más destacados es el canal de televisión Mekameleen, que posee un fuerte enfoque en el régimen anti-egipcio y ha tenido claras conexiones con Qatar, ya que ha estado disponible a nivel regional ubicado en un satélite propiedad de Qatar.[3]

Canal de televisión en Estambul Mekameleen se pregunta si los Emiratos Árabes Unidos han «traicionado» a Egipto

Luego de Al-Ula, yo estuve particularmente interesado en ver el cómo cambió el tono de estas estaciones, si es que lo hicieron. El canal de televisión Mekameleen parece estar hablando menos de Arabia Saudita que antes, pero además de la incesante propaganda contra Abdul Fattah Al-Sisi, el egipcio, el canal ha sido implacable contra los Emiratos Árabes Unidos en las últimas semanas, desde que sucedió la reconciliación del CCG.

Un segmento presentado el 9 de enero en el que destaca al presentador principal Muhammad Nasr Ali buscó impulsar la idea de que los Emiratos Árabes Unidos «traicionaban» a Al-Sisi al acercarse a los triunfantes qataríes.[4] Otro segmento, presentado el 17 de enero, atacó a los Emiratos Árabes Unidos por permitir que se celebrara una «conferencia sobre los derechos de los homosexuales» en Dubái a finales de este año.[5] Otro segmento, del día 12 de enero, vio a los Emiratos Árabes Unidos como el gran perdedor en la región y se espera que Qatar juegue un papel clave a futuro haciendo de «paloma de la paz», reconciliando a Turquía e Irán con los estados árabes. Este rol potencial de Qatar contrastó positivamente con el de los Emiratos Árabes Unidos, aliado de Israel, un Israel que «representaba una amenaza existencial y estratégica para Egipto».[6] Esta amenaza israelí, señaló el comentarista egipcio Hamza Zubaa, es para Egipto y no para el Presidente Al-Sisi. «Los dos no son lo mismo» dijo y agregó que incluso dentro del liderazgo militar del régimen egipcio, existe descontento con el liderazgo del presidente. Con acuerdo de reconciliación o no, los dos objetivos de atacar sin descanso, en especial, la legitimidad y el liderazgo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos parecen estar muy vivos.[7]

Un artículo publicado el 6 de enero en el diario Al-Arabiyya, financiado por Arabia Saudita, insinuó que los canales islamistas y de oposición en idioma árabe en Turquía tales como Mekameleen pueden que estén enfrentando problemas financieros en un futuro cercano a medida que comiencen a secarse los medios de financiación (supuestamente qataríes pero este no fue mencionado como tal en el artículo), lo que obligó a algunos canales a consolidarse, cerrar tiendas o trasladarse a Londres desde Estambul.[8] Si estos perros agentes-estados atacantes disminuyen y si ya no tienen acceso al espacio satelital de Qatar, este hecho será una prueba tangible de que si existe algo de sinceridad en ambos bandos del dividido Golfo. Si estos continúan, demostrará que este elemento vital, aunque a la vez tóxico, del «poder blando» de Qatar es demasiado valioso como para perderlo.

*Alberto M. Fernández es Vicepresidente de MEMRI.


[1] English.alarabiya.net/en/News/gulf/2021/01/06/Full-transcript-of-AlUla-GCC-Summit-Declaration-Bolstering-Gulf-unity, 6 de enero, 2021.

[2] Véase el Informe Diario de MEMRI No. 222 – La guerra propagandística árabe desde Estambul, 17 de julio, 2020.

[3] Lyngsat.com/Eshail-2.html.

[4] Youtube.com/watch?v=hxMh9w2QPTw.

[5] Youtube.com/watch?v=Ig2qb0zXHPU&t=42s.

[6] Youtube.com/watch?v=2HhXspcU0Mo

 
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