A simple vista es como una adolescente cualquiera, joven, briosa, guapa incluso. Pero cuando la oímos despotricar contra los judíos con una fría pasión de actriz mediocre, nos damos cuenta en seguida de que será manipulada por la mano negra de los enemigos de la Humanidad, que eso son, en definitiva, los nazis de antes y de ahora. Se trata de una enfermedad, el odio racial, difícil de erradicar, nacida en el fango de la disconformidad y la envidia, centellante aún en los rescoldos de una ideología que no murió. El neonazismo está esperando su oportunidad y el hecho de que se declare anti-Vox, honra en cierto modo a este último partido, al que acusan de demócrata y sionista. Sólo engañosamente esta década se parece a la de los años treinta del siglo pasado. Hoy podemos, en cierto, defendernos mejor, pero no con un gobierno permisivo, ciego y tibio con los nacionalismos intransigentes. Gran prueba, entonces, para el grandilocuente Sánchez, ocuparse del tema y atacar de raíz este brote de peligrosa locura que ha sido el homenaje a la División Azul. España es un país obsesionado por sus muertos. Víctima de sus viejos fantasmas.
E Isabel Peralta es una de esas víctimas, desinformada y torpe, pero como es joven y bien parecida tendrá su cuarto de hora de éxito y fama en las filas de fascismo. Emplear la vieja fraseología sobre los judíos y mezclarla con el comunismo y la democracia, a su juicio también odiosos, revela cuan poca esperanza tiene en su camino, que ausencia total de formación tiene su tierno carácter. Alemania e Italia perdieron la guerra, el fascismo y el nazismo fracasaron y no tendrán una segunda oportunidad. Y también el comunismo, aunque haya países que se empeñen en titularse así. Estoy, estamos, los judíos, indignados por la permisiva actitud del gobierno socialista para con gentes que odian más de lo que aceptan, y que se apoyan en la tolerancia de otros para demostrar a las claras su intolerancia. La guinda del encuentro neonazi de Madrid fue la participación de un sacerdote católico, seguramente preconciliar. ¡Ahora hay, de nuevo, curas antisemitas, justamente cuando la Iglesia como institución reconoce su herencia judía, la admira y hasta la defiende desde los días de Juan XXIII! No es hora de dormir, de ignorar estos desprecios. Se los ha de combatir con la verdad y con los hechos. No es casual que Isabel Peralta, a la par que niega el Holocausto, odie a los judíos. ¡Ocurrió y hemos sobrevivido! ¡Nos defenderemos con uñas y dientes y la fuerza de la Ley, si es que quedan leyes operativas en Occidente!
Vox no es declaradamente antisemita porque con el desprecio del Islam y de los inmigrantes tiene bastante por el momento. Pero eso podría cambiar, así como muta el virus de la Covid19. Como suele decirse, éramos pocos y parió la abuela. Que una cosa tan rancia y fracasada-en todo sentido-como la ideología nazi, siga allí y haga ruido, es una gran vergüenza para todos nosotros. Revela el fracaso de la educación y la necedad de tantas y tantas personas ajenas al dolor padecido por sus semejantes. La reacción de Rusia, que defiende su verdad sobre la invasión y los crímenes nazis en su territorio, revela que aún hay políticos y diplomáticos honrados y valientes. La División Azul habrá sido buena para algunos españoles, que no lo fue para los rusos. Como dijo Sartre, ´´el infierno son los otros´´. Excepto para los que ya están en él con su correaje, sus esvásticas y sus taras. Un día u otro acabarán de quemarse.
Esta permisividad es una ofensa a la Humanidad.