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| lunes diciembre 23, 2024

Insulta, que algo queda


En el rapero español Hasel, por fin preso, confluyen varias desgracias, la primera es la horrorosa calidad de la música popular actual, a la que el rap ha hecho más mal que bien. Pura pobreza sonora para acompañar unas letras mediocres y reiterativas. La segunda desgracia es la de ser un bocazas y desear la muerte de aquellos a los que desprecia, lo que lo convierte en un falso asesino, en un criminal de pacotilla. Y, por fin, la tercera desgracia, es adaptar para su uso y abuso las ideas de un anarquismo pasado de moda. Que un personaje así, que se refugia en una universidad, la de Lleida, sin estudiar allí, desprestigia de un plumazo a ese centro educativo. Todo lo que rodea a Hasel es antiestético y deplorable, y que cientos, o quizás más, de jóvenes se preocupen por él e incendien Barcelona, es horrible y una catástrofe para una ciudad herida por la pandemia y la consecuente crisis turística. En lugar de ser creativos, salir fuera de las zonas urbanas y ponerse al servicio de sus sociedades reconstruyendo pueblos y limpiando bosques, en actos nobles y heroicos, los jóvenes se nos muestran como protestones llenos de ira y furia. Una pena, ya que esa actitud aumentará sin duda los mecanismos represores  de la policía y endurecerá la  estructura del orden público.

 

La trama social ni se limpia ni se reordena con la rabia de la juventud. Cuando pinchamos un organismo vivo primero se contrae y luego se defiende si tiene medios para hacerlo. Como testigo directo del París de 1968 no recuerdo nada bueno de sus efectos, aparte del ruido y la vociferación ambiente. La idea de  levantar un adoquín de la calle para que reaparezca la playa, es menos buena que la que llevó esa piedra trabajada a colaborar con la mejoría del tráfico urbano. Del mismo modo que la blasfemia es inferior a la bendición, y el desprecio menos válido que la admiración, lo que el rapero Hasel representa  es una de vetas de la decadencia moral que nos acecha. La culpa no es de los comerciantes ni de la Bolsa o la clase política, la culpa es de la educación que, lastimada por el Covid 19, deja mucho tiempo libre a las mentes calenturientas de los jóvenes, a la par que  creciente carencia de buenas ideas. Una famosa periodista catalana afirma que los jóvenes están rabiosos porque en Cataluña no se puede votar con libertad. Peligrosa pamplina. La mala calidad del agitador provoca un eco nefasto en sus seguidores, algunos de los cuales, leí, no han oído nunca sus deplorables canciones. O sea sordos por todas partes.

 

La perla en el pensamiento de Hasel el rapero es su apoyo a Palestina en algún momento de su carrera. Sabemos por qué: está, o estuvo, de moda en la izquierda progre de España, apoyar causas lejanas y pasar, así, por justiciero. Podemos , ante su música, obviar en algún momento que Wagner fuera un furibundo antisemita, pero la música del rapero citado no se salva ni con levadura del Mozart joven o unos toques de clásicos del jazz. Lo doloroso es que la generación que ha participado en los desmanes de Barcelona no tenga ningún sentido crítico, sea básicamente inculta más allá de sus tuits y sus teléfonos móviles, e ignore los elementos suicidas presentes en su protesta, la fuerza tanática que anima su violencia. Así como las malas palabras se han puesto de moda en las series de televisión , y no han ninguna norteamericana que obvie sus fuck esto y fuck lo otro, hay que ver en los tenebrosos ataques al Capitolio del fin de la era Trump la consecuencia directa de la mala o ninguna educación, es decir de la ausencia de un pensamiento noble que proceda de la democracia que tan importante fue en la formación del país. Entronizar el insulto es el camino más corto para destronar la verdad.

 
Comentarios

Poco que añadir a tan brillante y descriptivo articulo, mas allá subscribírlo en su literalidad …
En manos de sujetos como éste, se haya la izquierda podemita, sectaria, totalitária y revanchista que asola ciudades como Barcelona, desde que este indivduo fue justamente encarcelado por delitos NO DE OPINION como falazmente afirman sus partidarios, sino por enaltecimiento del terrorismo e incitacion al ódio, ambos penados con arreglo a la ley

El tal Ribadulla (pues ese es su apellido) no seriá en el seno de una sociedad sana,eticamente hablando, objeto siquiera de una linea o comentario, dada su miseria moral y orfandad intelectual,y solo se explica a que lo sea, al proceso de degradacion que vive ésta, a todos los niveles, incluido el institucional, el académico y el periodístico …no busquen mas !!!!

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