Debido al incremente de casos de COVID-19 causados por la variante Delta -3.000 diarios al cierre de esta nota- y las inquietudes sobre cuánto tiempo sigue siendo efectiva la vacuna Pfizer-BioNTech y qué tan efectiva es contra la nueva mutación, el gobierno de Israel decidió poner a disposición una dosis de refuerzo para todos los ciudadanos de más de 60 años.
Desde el principio, el país llevó adelante una política de vacunación agresiva y, en ese contexto, personas inmunodeprimidas ya recibieron una tercera dosis mientras que los de niños entre 12 y 15 años fueron inoculados con la primera.
Para saber más, ISRAEL21c en Español dialogó con el especialista Ronald Ellis para obtener respuestas a algunas de las preguntas más urgentes sobre la vacuna contra COVID-19 y las dosis de refuerzo.
Residente de Jerusalén, Ellis tuvo un rol crucial en el desarrollo de cinco vacunas que actualmente representan alrededor de 48 mil millones de dólares en ventas anuales en todo el mundo. Es consultor de la industria farmacéutica y editor en jefe de la revista internacional Human Vaccines & Immunotherapeutics.
ISRAEL21c en Español: El Ministerio de Salud de Israel halló una baja en la efectividad de la vacuna Pfizer en lo que respecta a la prevención de infecciones y enfermedades sintomáticas. ¿Esto significa que la variante Delta está resistiendo a la vacuna?
Ronald Ellis: La Delta forma parte de una larga lista de mutaciones y con el tiempo vamos a ver más de ellas. Hasta la fecha, no existe una única variante que sea completamente resistente a los anticuerpos inducidos por vacunas. Es posible que se necesiten más anticuerpos para neutralizar a estas variantes que a la original de Wuhan (Alpha) pero el virus no se escapa por completo.
¿Por qué hay menos casos graves de COVID-19 entre las personas vacunadas que se infectan?
Es probable que la vacuna no estimule la producción suficiente de anticuerpos para detener al virus. Éste puede entrar al cuerpo y empezar a replicarse. Así estimulará la memoria inmunológica, lo que aumentará en gran medida el nivel de anticuerpos en unos pocos días y, en la mayoría de las personas, evitará enfermedades graves y situaciones peores.
Entonces, ¿La vacuna Pfizer está haciendo su trabajo?
Con la variante de Wuhan, la vacuna tuvo hasta un 90 % de efectividad contra la infección y un 90 por ciento contra la enfermedad sintomática. Con la Delta, parece tener entre un 30 y un 40 por ciento de efectividad contra infecciones y un 90 por ciento contra enfermedades. En el último bimestre, la cantidad de casos graves se multiplicó por menos de diez a pesar de que el número de casos aumentó más de cien veces. La respuesta es que sí, la vacuna está funcionando. En general, las vacunas previenen las enfermedades mucho más que las infecciones.
Ni bien Pfizer publicó datos que mostraban una “seguridad razonable” para los jóvenes de 12 a 16 años, Israel comenzó una campaña agresiva para vacunar a esta población. ¿Está a favor de esta decisión?
Respecto al equilibrio entre beneficio y riesgo, sí. Hay informes raros de miocarditis leve o efectos secundarios significativos en adolescentes. Por otro lado, hay casos graves de COVID-19 que surgen incluso entre adolescentes y efectos secundarios graves que persisten después de una infección o enfermedad.
Además está el problema de la vacunación altruista: inocular a los adolescentes no es algo que es solo para protegerlos sino también para mantener bajo el nivel de coronavirus en la comunidad y en la familia del vacunado.
¿Qué piensa de vacunar a los niños más pequeños? Mientras se esperan los resultados de los ensayos clínicos, EEUU podría aprobar la vacunación de menores de 12 años en los próximos meses.
Qué tan joven sean las personas depende de las estadísticas de la enfermedad. Si la vacuna resulta segura entre los nueve y los 12 años, entonces, dependiendo de la cantidad de virus en circulación, probablemente vamos a querer hacerlo.
Pero los niños de 12 a 16 años tienen pulmones más grandes que los niños pequeños. Por ello exhalan mayores volúmenes de aire y eso hace más probable que infecten a otros que un niño pequeño que exhala volúmenes menores.
Por otra parte, la infección se propaga por gotículas y la gravedad las empuja de forma gradual hacia el suelo. Un joven de 16 años exhala a un nivel vertical para los adultos, mientras que un niño de dos años exhala cerca de las piernas de un adulto. Por lo tanto, el mayor riesgo proviene del niño más alto con un mayor volumen de aire, y esa es también una de las razones por las que vacunar a los adolescentes puede tener un mayor efecto altruista en los adultos.
Israel fue el primer país en empezar a administrar dosis de refuerzo a ciudadanos inmunodeprimidos. Muchas de estas personas no desarrollaron anticuerpos en respuesta a las dos primeras dosis. ¿Fue una buena decisión?
No lo sabremos con certeza hasta que veamos si se consigue el efecto deseado.
Es difícil realizar ensayos clínicos en pacientes inmunodeprimidos, por lo que impulsar a las poblaciones más vulnerables a medida que se propaga la variante Delta parece un equilibrio razonable entre beneficio y riesgo. Debemos tomar decisiones en tiempo real aunque todas nuestras decisiones no serán perfectas.
Hay que recordar que la vacuna se administra bajo autorización de uso de emergencia. Hasta ahora, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU (FDA) aún no dio una aprobación formal a ninguna vacuna contra el COVID-19. Recién estamos aprendiendo ahora sobre cómo trabajan y cuánto duran los anticuerpos.
Tomará un par de meses ver esos resultados y cualquier efecto adverso.
El 29 de julio, el Ministerio de Salud de Israel puso a disposición refuerzos para los mayores de 60 años. ¿Es prudente comenzar a darles la tercera dosis a todos?
Nos encontramos a apenas seis meses de la vacunación de la mayoría de las personas, y la mayor parte mantiene niveles de protección contra la enfermedad. La decisión de potenciar esto debe tener su base en la descomposición de los anticuerpos. Cuanto más se espere, más fuerte será el impulso.
Si aumenta demasiadas veces, es posible que el sistema inmunológico no responda tan bien.
Debido a que en el futuro habrá nuevas variantes, es posible que no sea razonable volver a impulsar cada vez que aparezca una, y hasta podría ser difícil “venderle” la idea a la gente de dosis de refuerzo.
Sin embargo, de cara al fuerte incremento reciente de las infecciones por la variante Delta, creo que un análisis de riesgo/beneficio claramente favorece la aplicación de la dosis de refuerzo en términos de cómo ésta aumenta los niveles de anticuerpos de forma significativa.
Esto es arriesgado ya que somos el primer país en recomendar refuerzos, y lo hicimos antes de una decisión de la FDA en EEUU.
Necesitamos vigilar la seguridad de las personas tras recibir la dosis de refuerzo. Y debemos seguir tomando otras medidas preventivas como el uso de máscaras.
Nota del editor: El Ministerio de Salud de Israel está reclutando a 1.000 familias para participar en un estudio que evalúe qué segmentos de la población se beneficiarían más con una dosis de refuerzo y cuándo. El 1 de agosto, el doctor Asher Shalmon, portavoz internacional del ministerio, le dijo a ISRAEL21c en Español que hoy no hay una correlación clara entre los bajos niveles de anticuerpos y los casos de enfermedad progresiva.
¿Cree que vayamos a necesitar dosis de refuerzo anuales como ocurre con las vacunas contra la gripe?
El COVID-19 es diferente de la gripe porque no escapa a los anticuerpos de la vacuna anterior como sí lo hace el virus de la gripe. En la influenza, la superficie del virus cambia o “se desplaza”, por lo que la vacuna anterior no trabaja bien y necesita una nueva composición.
Respecto al coronavirus, la pregunta es con qué potencias trabaja. La vacuna desarrollada para la variante Alfa de Wuhan podría potenciar los anticuerpos contra la Delta y contra la hipotética mutación futura Épsilon. O puede funcionar solo contra la Delta si es que la Épsilon se desplazado a una rama diferente del árbol del coronavirus. Para ello, necesitamos estudios de laboratorio y en animales para probar si tenemos que impulsar vacunas contra Wuhan, Delta, Épsilon o una combinación de estas.
La política correcta es seguir esperando, quizás un año más o menos desde la vacunación inicial. Si aumenta la Delta y la Épsilon aparece en seis meses y es resistente a los anticuerpos inducidos por la Delta, ¿qué hacemos?
El tiempo dirá si habrá refuerzos anuales.
Si alguien recibió la vacuna Pfizer, ¿tendrá que recibir también un refuerzo de esta?
Ya se están haciendo estudios clínicos en personas vacunadas para ver qué tan bien se refuerzan entre sí los diferentes tipos de vacunas. Todos expresan la misma proteína del virus aunque de forma diferente.
Un refuerzo vuelve a exponer al individuo al antígeno, por lo que espero que la mayoría de las vacunas refuercen a la mayoría de las otras. Pero necesitamos datos para estar seguros ya que algunas combinaciones pueden presentar problemas de seguridad inesperados.
¿Qué piensa acerca de la equidad de las vacunas?
El COVID-19 es un problema mundial. ¿Deberían los países ricos dar inyecciones de refuerzo y vacunas a niños o enviar esas dosis a zonas pobres que no tienen suficientes recursos? Desde el punto de vista de la equidad ética en la salud, es un tema difícil que influye en la forma en que se distribuyen y utilizan las vacunas.
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