B’H
Deuteronomio 32:1-32:52
Una gran parte de la porción de la Torá Aazinu (Oigan) consiste en una «canción» de 70 líneas dicha por Moshe al pueblo de Israel en el último día de su vida.
Llamando al cielo y la tierra como testigos, Moshe exhorta al pueblo «Recuerda los días de antaño / Considera los años de muchas generaciones / Pregunta a tu padre, y él te relatará / A tus ancianos, y ellos te dirán» como Di-s «los encontró en una tierra desierta», los hizo un pueblo, los eligió para sí mismo y les legó una hermosa tierra. La canción también advierte sobre las dificultades de la abundancia: «Ieshurún engordó y pateó / Tu has engordado, grueso, anadeado / El olvidó al Di-s que lo hizo / Despreció la Roca de su salvación» — y las terribles calamidades que ocurrirían, que Moshe como Di-s «ocultando Su rostro». Sin embargo, hacia el final, él promete, Di-s será vengado por la sangre de sus sirvientes y se reconciliará con su pueblo y su tierra.
La parashá concluye con la instrucción de Di-s hacia Moshe de subir a la cima del Monte Nevó, desde donde observará la Tierra Prometida antes de morir ahí. «Tu verás la tierra frente a ti; pero no entrarás allí, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel»
UN NIÑO Y SU FLAUTA
En las cercanías de Mezhibuzh vivía un campesino judío viudo con su único hijo, un niño muy vivaz que amaba tocar una flauta de caña que él mismo se había hecho. Cuando llegó la víspera de Iom Kipur el padre decidió ir a Mezhibuzh, a la sinagoga del Baal Shem Tov y llevar a su hijo con él.
“Padre” dijo el niño “¿Puedo llevar mi flauta?”
“Ni se te ocurra” dijo el padre seriamente. Pero el niño, en un descuido del padre, tomó la flauta y la ocultó entre sus ropas.
Pasó la plegaria de Kol Nidrei. Pasó Shajarit, Musaf, Minjá y llegó la hora de Neilá. El Baal Shem Tov comenzó a orar y su plegaria sonaba triste, al contrario de otros años. De pronto el niño no se pudo contener, sacó la flauta y gritó “¡Esta canción es para ti Di-s, ya que todavía no sé como rezar!” Y arrancó con una alegre melodía. Antes que el padre pudiera reaccionar todos notaron que la plegaria del Baal Shem Tov había cambiado de tono. Ahora sonaba alegre y ligera. Después de Arvit dijo el Baal Shem Tov: “Cuando subí a la bimá para Neilá vi que se estaba por sellar un duro decreto contra Israel. Pero la alegría de ese niño anuló el decreto y se concedió al pueblo de Israel un año de bendiciones”
Este miércoles a la noche comienza Iom Kipur. No importa si somos grandes sabios que conocemos todos los secretos cabalísticos de las plegarias, o si sabemos leer las plegarias del majzor, o si solo sabemos tocar una flauta de caña. Si nos presentamos ante Di-s con alegría y fe, seguro que vamos a ser sellados para un año bueno de salud, paz, parnasá y alegrías de nuestros hijos. ¡¡¡GMAR JATIMÁ TOVÁ!!!
La Plegaria del Cantonista
Por Tuvia Bolton
Llegó a un pueblito y le indicaron que todos los judíos habían viajado a Vítebsk para el Día del Perdón. Estaba desesperado, ¿cómo estaría el día más sagrado del año sin minian (quórum de 10 hombres)? «Rabino» -le dijo un campesino- a dos horas de aquí hay un pequeño poblado de Cantonistas (judíos que habían sido arrancados por orden del Zar de sus hogares, cuando eran pequeños. Eran torturados y educados a la fuerza para que olvidaran su judaísmo. Permanecían en el ejército hasta por 25 años).
«Son en realidad un poco extraños, pero son los judíos que habitan más cerca de este lugar». Apresuradamente Rabí Mordejai se dirigió allí. Fue recibido calurosamente por los Cantonistas que se alegraron inmensamente al enterarse que rezaría junto a ellos un verdadero rabino. Sólo pusieron una condición. «Usted dirigirá todas las Plegarias, con excepción de Neilá (la última de Iom Kipur), que será dirigida por uno de nosotros». Después de una hora estaban todos reunidos, envueltos en la sagrada atmósfera de Iom Kipur y transportados por las Tefilot de Rabí Mordejai. Éste a su vez sentía que algo especial estaba sucediendo. Se encontraba con hombres que habían pasado por el infierno, sólo por el hecho de ser judíos. Su alma se elevó con las Plegarias y así pasó la noche y luego el día. Finalmente llegó el momento de Neilá. Era el turno de ellos. Rabí Mordejai tomó asiento y esperó para ver qué sucedería. ¿Qué tipo de rezo especial tenían preparado?
Uno de los Cantonistas se puso de pie, se paró en el podio y comenzó a desabrocharse y luego quitarse la camisa. El rabino quiso protestar, ¡no es correcto quitarse la ropa en una Sinagoga! Pero la camisa se deslizó de los hombros y dejó a la vista cientos de cicatrices; años y más años de profundas cicatrices… cada una de ellas porque este hombre se había negado a abandonar al Di-s de Israel.
Rabí Mordejai ahogó un grito y un torrente de lágrimas se deslizó de sus ojos.
El Cantonista elevó sus manos al Cielo y dijo en voz alta: «¡Di-s, envíanos al Mashiaj! ¡Redime a los judíos ahora! No te lo pido en mérito a nuestras familias, pues no las tenemos. No lo solicito por nuestro futuro, pues no tenemos futuro. No lo hago por el bien de nuestros hijos, o de nuestra comodidad, o reputación, pues carecemos de todo ello. Sólo te pedimos que… lo hagas en mérito de Tu Gran Nombre» Entonces vistió nuevamente su camisa y comenzó a rezar.
Eso es lo que pedimos en el Día del Perdón:
«Di-s, el mundo ha sufrido lo suficiente. Sólo envíanos al Mashiaj pues Tu eres bueno». (www.es.chabad.org)
¡¡¡GMAR JATIMÁ TOVÁ!!!
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