Michel Aoun, Presidente de El Libano
Hace exactamente un año Claudine Aoun, hija del presidente libanés, asombró a su país cuando explicó por qué vale la pena lograr la paz con Israel. “Me gustaría mucho visitar Jerusalem”, reveló, y destacó un gran interés por la posibilidad de una cooperación económica con el vecino del sur.
“¿Por qué no ir en busca de eso?”, preguntó Claudine y provocó escándalo e indignación. Pero al mismo tiempo inspiró a un movimiento de libaneses en el exterior, “Calling for Peace 2020”, que explicó a su creciente base de seguidores cuáles son los beneficios de mantener lazos con Israel, por qué Líbano debería sumarse al camino de los Acuerdos de Abraham y por qué los israelíes “no son lo que pensamos sobre ellos”.
Tiempo después un canal de televisión árabe entrevistó a ciudadanos libaneses que expresaron la necesidad de alcanzar la paz con Israel, y especialmente de derrocar a Hezbollah de los puestos de poder que mantiene en el país. Miles de jóvenes libaneses utilizan Instagram y Tiktok para mostrar los beneficios de la paz, en un contexto libanés que desde la explosión en el puerto de Beirut sufrió un año de creciente tensión entre las clases dominantes ricas y las masas populares que cayeron en una verdadera hambruna. Decenas de miles de personas hoy viven en Beirut en completa oscuridad desde la tarde, sin poder cocinar, lavar, leer o ver televisión.
El último llamado a revisar el vínculo con Israel se encuentra en un artículo de Nadim Koteich publicado esta semana en el periódico árabe Asharq al-Awsat. Koteich, un prestigioso periodista de la cadena Sky News en árabe, presentó el tema en términos más claros: si Líbano acuerde la paz con Israel descubrirá qué fácil y rápido será sacar provecho de eso, en medio de una situación libanesa tan mala.
El periodista dio a elegir entre dos opciones: que Irán regrese al Líbano a través de Hezbollah, o el camino de la ayuda humanitaria y económica de Israel. Los israelíes llegarán a su propio ritmo, explica Koteich, y traerán todo tipo de beneficio económico y comercial.
El presidente Michel Aoun no adoptó una posición sobre el tema. Afirma que existen problemas con Israel, y que después de resolverlos se puede ver qué ocurre. Aoun, vale señalar, tiene una historia con Israel desde sus días como general del ejército: el ex ministro israelí Matan Vilnai le salvó la vida cuando lo empujó al fondo de su auto militar y lo rescató de un enfrentamiento que pudo haber terminado muy mal. El presidente no olvidó el incidente, ni la ayuda que prestó el general Menachem Einan, pero por el momento prefiere omitir esos recuerdos.
Jordania se comprometió a proveer gas y electricidad al Líbano. El presidente de Egipto, Abdel Fattah Al Sisi, también se ofreció a ayudar. Ante esto Koteich, cuya voz es cada vez más fuerte, está tratando de demostrar al gobierno libanés qué camino es más rentable y correcto: obtener gas y electricidad de Irán a través de Siria y de esa manera fortalecer a Hezbollah, comprar electricidad a Egipto para que viaje por el Sinaí, Aqaba y Siria hasta llegar a Beirut, u optar por atajos importantes y obtener los mismos productos, e incluso mejores, directamente de Israel. Oficialmente, en Líbano guardan silencio.
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