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| jueves octubre 10, 2024

Una disertación que es un trozo de historia…y una advertencia

Un texto para guardar: la ponencia del Dr. Eduardo Kohn en el acto de la Noche de los Cristales Rotos


El Presidente de la República Luis Lacalle Pou encendido una vela recordatoria. A su lado, el Dr. Kohn, el Presidente de B´nai Brith Andrés Yusupoff y el Embajador de Israel Yoed Magen

En 2008, cuando se cumplían 70 años del pogrom de noviembre conocido como Noche de los Cristales Rotos, la ciudadana chilena Mina Mendel de Pincus, testigo y víctima de los hechos, dio su testimonio en el Colegio Hebreo de Santiago ante alumnos y docentes.

“Tenía 15 años en 1933 cuando Hitler llegó al poder. Crecer en un pueblo chico como Meckenheim-bei-Bonn, es diferente a vivir en una ciudad grande. Meckenheim tenía una población de 2.500 habitantes, de los cuales éramos sólo 17 familias judías y una sinagoga. Todos nos conocíamos, éramos amigos y compartimos muchas cosas hasta el maldito 9 de noviembre de 1938. Esa mañana tocaron violentamente a nuestra puerta. Cuando abrí vi un Policía con una orden de revisar mi casa por armas. Como sabía que no había armas en nuestra casa, tranquilicé a mis padres y mostré todo al Policía. Tenía orden de llevarse a mi papá para firmar un documento en la Municipalidad. Como al mediodía mi papá no regresó, fui con mi mamá a la Municipalidad a preguntar por él y nos informaron que todos los hombres judíos fueron llevados a Bonn. En la estación de trenes de Bonn nos dijeron que todos los hombres judíos de Bonn y alrededores habían sido trasladados al campo de concentración de Dachau, y ya no había nada más que hacer. Esa misma tarde regresamos a Meckenheim y vimos que nuestra casa tenía todas las ventanas rotas, la puerta destruida con hachas, y había personas entrando y saliendo con nuestras pertenencias. La luz y el teléfono estaban cortados, y cuando entré, alguien de la calle me tiró una piedra muy grande. Me salvé de milagro. Las tropas S.S. que llegaron a Meckenheim, destruyeron todas las casas y tiendas de judíos, y quemaron la sinagoga. Así por toda Alemania. La gente con quienes mis padres y abuelos habían convivido y se habían ayudado en los tiempos difíciles de la Primera Guerra Mundial, miraban … y no decían nada. Nadie nos ayudaba…, sólo miraban ¿Justificaban esto? Mis excompañeros tampoco ayudaron nada, sólo miraban… ¿justificaron esto? Sólo tengo preguntas. No encontré respuestas. Inmediatamente después, Hitler dictó una ley por la cual los judíos de Alemania teníamos que reparar y financiar los daños del pogrom y los que tenían seguros por sus bienes no podían cobrarlos. A los judíos nos congelaron todas las cuentas bancarias. Ahora nuestros exvecinos y examigos podían expropiar nuestros bienes, sin pagar. El 30 de diciembre de 1938 nos embarcamos en un barco carguero desde Ámsterdam a Chile. Cruzar la frontera de Alemania a Holanda fue el mejor día de mi vida”.

 

 

 

Las preguntas como las que se hizo Mina Mendel en su testimonio siguen resonando hasta hoy. ¿Por qué NO hacer un pogrom el 9 de noviembre y destruir, saquear, quemar sinagogas, asesinar judíos y llevarse a más de 30 mil a campos de concentración?

¿Alguien en algún lado estaba enfrentando a los nazis por eso? ¿Por qué NO el pogrom si en abril de 1933 los nazis ya en el poder decretaron boicot total contra todo lo judío y funcionó perfectamente? ¿Por qué NO el pogrom si en 1935 se decretaron leyes raciales que segregaron radicalmente a los judíos alemanes que pasaron a ser judíos perseguidos y nada de alemanes, e igualmente no sucedió ninguna reacción en ningún lugar del planeta? Y más aún, la hipocresía, la indiferencia y la complicidad formaron un equipo imbatible y en 1936 se hicieron las Olimpíadas en Alemania poniendo una mancha imperecedera en la parte tenebrosa de la historia de este tipo de evento mundial.

 

Los nazis anexaron Austria en marzo de1938. Silencio. Del 6 al 15 de julio de ese año se reunió en Evian una Conferencia mundial con gobiernos de todos los continentes para ver cómo se podría ayudar a los judíos que querían salir de la persecución. Hoy, 9 de noviembre de 2021, todavía no se levantó el cuarto intermedio de esa Conferencia que, en vez de abrir, cerró puertas. En setiembre también de 1938, Chamberlain y Daladier le entregaron Checoeslovaquia a Hitler y proclamaron que así se conseguía la paz. Entonces, con estos antecedentes, ¿por qué NO un pogrom? Y con una alfombra roja tan enorme para seguir avanzando contra los judíos, los nazis obviamente continuaron, como lo hacen los dictadores desde siempre y hoy en día también, cuando sienten que incluso hay democracias que los apoyan por acción u omisión.

Y así, Hitler dijo el 30 de enero de 1939 ante el denominado Parlamento nazi: “Hoy quiero volver a ser un profeta: si los judíos financieros internacionales dentro y fuera de Europa logran sumergir a las naciones una vez más en una guerra mundial, el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación. de la raza judía en Europa”.

Por consiguiente, cuando nada ni nadie desde las potencias mundiales levantaba aunque sea una tímida voz y hasta el asesinato de alemanes con discapacidad en un plan programado disfrazado de eutanasia tampoco merecía ningún rubor, el proceso de llegar al genocidio estaba cerca y no sólo sus creadores lo vieron posible y sin dificultades de desarrollarlo, sino que se encontraron con verdugos voluntarios y cómplices en cada país de Europa ocupada por los nazis, el apoyo de sus aliados fascistas, y el trabajo denodado de industrias químicas para fabricar el gas para matar y la labor sin pausas de médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, docentes, que se unieron a la misión de matar y matar.

Hannah Arendt ha mencionado tres etapas de la deshumanización, eso que hicieron los nazis hace ochenta años y que los totalitarismos han desgraciadamente copiado en varios continentes en las décadas posteriores del siglo XX y en lo que va del siglo XXI.

 

La primera fase del proceso de deshumanización pone de manifiesto la instauración de un sistema autoritario y arbitrario que condena a las personas por su condición y no porque hayan cometido algún delito, privándolos de sus derechos. Como señala Arendt: “Los Derechos del Hombre, que nunca habían sido filosóficamente establecidos, sino simplemente formulados, que nunca habían sido políticamente garantizados, sino simplemente proclamados, habían perdido validez en su forma tradicional”.

El segundo paso hacia la transformación de los prisioneros en cadáveres vivientes es la aniquilación de la persona moral. Una persona es un agente moral cuando es consciente, libre y responsable de sus acciones. En los campos, la solidaridad humana es pervertida y las decisiones de los prisioneros se tornan ambiguas y cuestionables, ya que la elección no se da entre el bien y el mal, sino entre el mal y algo mucho peor. Al respecto, Primo Levi escribió: “En el campo, no hay criminales ni locos; no hay criminales porque no hay una ley moral que infringir; no hay locos porque estamos programados. En los campos nazis se aniquila la humanidad de los prisioneros, extirpando la solidaridad y la conciencia”.

Arendt considera que cuando se aniquila la persona jurídica y la persona moral, el último paso para la dominación total es la destrucción de la identidad o humanidad de la víctima.

Esta es la última fase para convertir a los prisioneros en “cadáveres vivientes”, en aquellos hombres que lo han perdido todo: su cabello, su nombre, su ropa, sus costumbres, su pensamiento, su voluntad, su capacidad para juzgar, su capacidad para sufrir.

Arendt sostiene que los tres pasos de este proceso de deshumanización culminan con la aniquilación de la humanidad. A diferencia de los gobiernos despóticos, los regímenes totalitarios no buscan la dominación tiránica de la libertad de los hombres, sino que pretenden construir un sistema donde los hombres se vuelvan superfluos, innecesarios. La dominación totalitaria busca deshumanizar a los hombres y terminar con la condición humana.

En el libro “El hombre en busca de sentido”, Viktor Frankl sostiene que ”La libertad no es la última palabra. La libertad es una parte de la historia y la mitad de la verdad. La libertad es la cara negativa de cualquier fenómeno humano, cuya cara positiva es la responsabilidad. La libertad se encuentra en peligro de convertirse en mera arbitrariedad salvo si se ejerce en términos de responsabilidad”. Viktor Frankl, psiquiatra vienés, sobrevivió Auschwitz. Su padre murió en Terezín, víctima del hambre y una neumonía; su madre en las cámaras de gas de Auschwitz, y su esposa, en Bergen-Belsen. Frankl sin embargo siempre buscó todos los rostros posibles del ser humano y sostuvo que su generación llegó a conocer al hombre en estado puro

y escribió:” … el hombre es ese ser capaz de crear las cámaras de gas, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y la oración Shemá Israel en sus labios”.

Cuando las democracias serias, como la uruguaya, uniendo los conceptos de Frankl, ejerce la libertad en términos de responsabilidad, es cuando los países enfrentan con certeza y convicción a las dictaduras, los totalitarismos, y a las amenazas contra ellas, porque la propia historia del hombre marca a fuego a quienes midieron posibles costos. El Pacto de Múnich y la Conferencia de Evian les dieron a los nazis vía abierta para hundir Europa y perpetrar el Holocausto. ¡Vaya costos que pagó y paga la humanidad cuando las democracias fueron y son pusilánimes! Costos que de acuerdo con Arendt entronizaron a quienes aplastaron la condición humana.

El químico italiano sobreviviente de Auschwitz Primo Levi en una de sus obras “Si esto es un hombre”, nos recuerda que cuando Hitler o Mussolini hablaban en público se les creía, y se les admiraba por las multitudes como si fueran dioses.” Las ideas que proclamaban eran en general aberraciones o crueldades, pero igual se les hacían himnos y millones de fieles los seguían hasta la muerte. Esos fieles ejecutores de órdenes inhumanas no eran monstruos en general, eran cualquier ser humano. Los monstruos existen, por supuesto, pero los hombres comunes, los funcionarios listos a obedecer sin discutir, son más peligrosos”.

En 1982, cinco años antes de su muerte, Levi fue entrevistado por Marco Belpoliti. La última pregunta fue: ¿No le parece que los otros, los hombres, hoy en día quieren olvidar Auschwitz cuanto antes? Y Levi respondió hace casi 40 años: “Hay indicios que permiten pensar que quieren olvidar o algo peor: negar. Es muy significativo: quien niega Auschwitz es precisamente quien estaría dispuesto a volver a hacerlo”.

Poco tiempo después comenzaría un período de negación del Holocausto desde varios seudo docentes hasta llegar a Estados negadores, uno de ellos no sólo organizando “conferencias sobre negación” sino amenazando desde los podios internacionales con el exterminio del Estado de Israel, algo que sigue sucediendo y deslegitima peligrosamente los principios fundacionales y la ética política de los foros internacionales creados para bien de todo el planeta y no para dinamitarlo. Primo Levi auguró la negación y la ambición de reiterar la barbarie, y entre nuevos monstruos y hombres comunes como él los llamó, han aparecido otra vez los nubarrones oscuros del totalitarismo.

Las democracias, pero no todas y no siempre, han sentido que debían tener la palabra. Hay sin duda ejemplos positivos recientes e importantes. NNUU estableció el 27 de enero de cada año como Día Internacional de Recordación del Holocausto, así como la condena y el combate a toda negación de la Shoah; hay una fuerte y contundente definición mundial de cómo se define el antisemitismo que Uruguay adoptó el 27 de enero de 2020;

hay Comisionados para monitorear el antisemitismo en la Unión Europea, en el Departamento de Estado de EE. UU., y desde hace un mes, en la OEA. Y en la primera semana de octubre de este año, la Unión Europea anunció una batería de medidas centradas en: 1) la prevención y la lucha contra todas las formas de antisemitismo; 2) la protección y la promoción del modo de vida judío en la UE, y 3) la pedagogía, la investigación y la conmemoración del Holocausto.

Es cierto y doloroso que el Premio Nobel y sobreviviente de la Shoah Elie Wiesel haya escrito:  “Nunca olvidaré esta noche, la primera noche en el campo, que hizo de mi vida una larga/noche cerrada con siete llaves./ Nunca olvidaré este humo./ Nunca olvidaré las caritas de los niños cuyos cuerpecillos vi transformados en torbellinos/de humo bajo un cielo mudo./Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe./Nunca olvidaré este silencio nocturno que me ha arrancado para toda la eternidad el deseo de vivir./ Nunca olvidaré estos instantes que asesinaron a mi Dios y a mi alma, y los sueños que/tomaron el aspecto de un desierto./ Nunca olvidaré esto, aunque estuviera condenado a vivir tanto tiempo como Dios mismo./ Nunca”.

Pero más allá de ese sufrimiento que los sobrevivientes han sobrellevado y sobrellevan de por vida, tanto Wiesel como la enorme mayoría de los sobrevivientes han sido resilientes, apostaron a la memoria, a la reconstrucción y a la vida. Cuando física y psicológicamente han podido hablar, han narrado y hemos sabido y conocido,

y todavía hoy se hace difícil llevar el testimonio de la bestialidad al vocabulario humano. Y, además, se educaron, trabajaron y formaron familias. Han sido y son un ejemplo para las generaciones que llegamos después y para las que vendrán. ¡Hoy, al encender las luminarias vaya si tuvimos testimonio de ello!

Desde el inicio de nuestra lucha histórica para ser nación, Artigas ya nos enseñó que la cuestión es entre la libertad y el despotismo. Los monstruos junto a los hombres comunes, en el lenguaje de Primo Levi, le han quitado al hombre su libertad muchas veces incluyendo en el tiempo presente. Para guardar y cuidar la libertad frente al despotismo, no se puede ni pestañar un segundo. Como hombres de nuestro tiempo, es inadmisible ver que haya democracias que no quieran comprender que quienes alientan y ejecutan terrorismos despiadados no piensan diferente que hace 80 años lo hacían otros monstruos, y que jamás soslayar el pasado nos puede ayudar a construir presente y futuro. Dice el Profesor Andreas Huyssen que “…aún si la amnesia es un producto colateral del ciberespacio, no podemos permitir que nos domine el miedo al olvido…”. Y pararse firme para defender los valores que tanto nos ha costado y nos cuesta preservar, se hace y ejerce con responsabilidad, cuando compartimos y difundimos siempre la memoria, para de esa manera, cuidar de todos nosotros hoy, y arar el camino que recorrerán nuestros hijos y nietos, mañana.

Autoridades nacionales, comunitarias y público en general, en el acto recordatorio de Kristallnacht en Bait Jadash. En primera fila, entre otros, el Presidente de la República Luis Lacalle Pou, la Vicepresidenta Beatriz Argimón y el Presidente de Bnai Brith Uruguay Andrés Yusupoff

 

 

 
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