Hace pocos días se cumplieron 83 años de Kristallnacht, el pogrom que marcó el inicio de la “solución final”, proyecto de exterminio masivo dirigido contra los judíos y llevado a cabo por el Tercer Reich, que resultó en la hecatombe de gran parte de las comunidades judías de Europa y en el aniquilamiento de la tercera parte del pueblo judío.
En aquella trágica “Noche de los Cristales Rotos”, las pandillas nazis arremetieron contra los ciudadanos judíos en toda la geografía alemana y austriaca; fue un preámbulo de lo que ocurriría un par de años después: la matanza sistematizada de los judíos. Las hordas asaltaron casas y negocios, ultrajaron cementerios, incendiaron sinagogas y sedes comunitarias. Oficialmente hubo unos 100 judíos muertos y 30 mil llevados a campos de concentración, donde sufrieron torturas y devastación; las propiedades privadas y comunitarias resultaron destruidas. También se probó la impunidad de la brutalidad nazi.
El horror de esa infausta noche no surgió de forma inmediata ni espontánea, fue el producto de años de organización y adoctrinamiento por parte de los nacionalsocialistas, a través de la implantación de leyes específicas y difusión de prejuicios y estereotipos en los medios de comunicación, los cuales actuaron como vías de propaganda. Tras la toma de posesión de Hitler en 1933, se preparó psicológicamente a la población alemana para aceptar el odio y el exterminio industrializado. Ciertamente, las falsas acusaciones e insultos, que deshumanizaron a las víctimas de ese embate, constituyen el primer paso para la tragedia. Un añadido que se remonta a la tardía Edad Media alemana es el hecho que en esa misma fecha, pero de 1483, nació Martín Lutero, teólogo que impulsó la Reforma protestante en Alemania, cuya prédica exhortó al asesinato de judíos, a quemar sus propiedades y sinagogas, a vandalizar cementerios. Una ominosa similitud que siglos más tarde se repetiría con los crímenes perpetrados durante Kristallnacht.
Como todos los años desde la toma de consciencia de lo que significó Kristallnacht, las comunidades judías a lo largo del mundo, la conmemoran para dar a conocer los atisbos que pueden conducir a esa extrema intolerancia. Es un fatídico acontecimiento que debe servir de ejemplo, aprendizaje y alerta.
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