Congreso Sionista Mundial. (OSM)
En algunos rincones del mundo progresista, ha surgido la tendencia de cambiar la narrativa antiisraelí de criticar a Israel a demonizar el sionismo y a los sionistas.
La demonización del sionismo no es nada nuevo: los soviéticos la perfeccionaron en los años sesenta y setenta del siglo pasado como parte de sus campañas de propaganda antisemita, que culminaron con la infame resolución de la ONU en 1975 que equiparaba el sionismo con el racismo.
Lo que sí es nuevo hoy es que este lenguaje se ha normalizado en el discurso progresista sobre Israel.
Siendo un judío estadounidense que se identifica como liberal y progresista, esta tendencia me parece muy preocupante por muchas razones, entre ellas que yo también soy sionista. Y con esto quiero decir que creo que los judíos, al igual que otros pueblos, tienen derecho a la autodeterminación, específicamente en su patria histórica de Israel.
También apoyo firmemente el derecho de los palestinos a autodeterminarse en esa misma tierra, y por eso apoyo una solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí, un enfoque que es a la vez una solución imperfecta y la mejor opción para resolver una cuestión muy compleja.
Sin embargo, esto no es suficiente para esta nueva cosecha de antisionistas. Estas voces y organizaciones sostienen que el sionismo no tiene nada que ver con la autodeterminación y las conexiones históricas sino que es simplemente una ideología racista originada en un esfuerzo colonial por desarraigar a otro pueblo y cometer actos innombrables de violencia y opresión contra él.
En lugar de gastar tinta en desacreditar estas falsas afirmaciones —cosa que muchos ya han hecho con gran eficacia—, me siento obligado a señalar que quienes juegan la carta del «sionismo es racismo/colonialismo» no solo critican a quienes apoyan las opiniones pro-Israel, sino que —intencionalmente o no— apuntan a un componente central de la identidad y la vida judías contemporáneas que es parte integral de las creencias y prácticas de millones de judíos en todo el mundo.
Cuando la revista The Nation decide contratar a un corresponsal que, con bastante frecuencia, propugna un auténtico odio hacia el sionismo, tuiteando cosas como «el sionismo es un culto a la muerte» y «el sionismo es un genocidio», ¿qué mensaje transmite eso a los lectores judíos y no judíos de la revista?
Cuando el corresponsal hace un guiño casual al racismo trinando «‘¿patria ancestral? Entonces expliquen por qué no pueden caminar por Jerusalén sin quemarse con el sol», tenemos que preguntarnos cuál es el nivel de tolerancia de The Nation ante los intentos de reescribir la historia y ante el antisemitismo y racismo descarados.
Y cuando grupos progresistas como Sunrise DC se niegan a asociarse con organizaciones sionistas en una campaña para luchar contra la supresión de votantes porque «se oponen al sionismo y a cualquier Estado que imponga su ideología», uno se pregunta si realmente están diciendo a la gran mayoría de las organizaciones e instituciones de la comunidad judía —desde las sinagogas hasta los comedores sociales, organizaciones juveniles y las ONG— que su judaísmo no cumple con los estándares de Sunrise DC, por lo cual son impuros para el compromiso y la asociación.
Desgraciadamente, hay muchos otros ejemplos de este tipo de comportamiento antisionista, siendo estos solo dos de los más recientes.
En últimas, lo que muchos antisionistas le están diciendo a los judíos es lo siguiente: No tenemos ningún problema con ustedes… siempre y cuando se amputen los órganos sionistas. El sionismo está infectando vuestro cuerpo y eso los hace malos.
Entonces, ¿qué hacer? Para empezar, no podemos permitir que las voces marginales dicten las normas sobre el sionismo y el apoyo a la existencia de Israel; normas estas que corren el riesgo de convertirse en la corriente principal.
Cuando los más ruidosos critican a los partidarios de Israel como defensores del genocidio o de una potencia colonial, tenemos que denunciar enérgicamente esas voces como un ataque a un componente básico de la identidad judía. Esto incluye a las voces marginales dentro de la comunidad judía, entre ellas Jewish Voice for Peace e IfNotNow, que han construido una práctica casi de culto en torno a atacar lo que ellos llaman la clase dirigente judía estadounidense por sus opiniones sionistas.
Estos grupos judíos no representan las opiniones de la mayoría de los judíos ni deben ser reconocidos como tales. De hecho, yo diría que sirven como peones útiles de las voces antisionistas, que ahora tienen un nuevo y quizás más eficaz frente para sus descaradas opiniones antiisraelíes e, incluso, antisemitas.
El sionismo debe ser celebrado como un momento de transformación en la historia judía y no como una mala palabra. Tras milenios de antisemitismo, que incluyeron pogromos y los horrores del Holocausto, el sionismo y la existencia de Israel han permitido a los judíos de todo el mundo buscar refugio y seguridad frente a la persecución.
Congreso Sionista Mundial. (Ynet)
Es hora de recuperar el término sionismo de aquellas voces que intentan enturbiar su significado. Si usted apoya el derecho de los judíos a la autodeterminación en su antigua patria de Israel, usted es sionista. Eso no significa que apoye el movimiento de asentamientos o las políticas del gobierno israelí. Tampoco significa que rechace la autodeterminación palestina. Pero tampoco significa que usted sea un asesino de bebés, que defienda el apartheid o que apoye el genocidio y la limpieza étnica.
En últimas, tenemos que establecer un marcador sobre el apoyo a Israel y no disculparnos ni rehuir el sionismo. El mensaje debería ser: Somos judíos y somos sionistas. Ambos forman parte integral de nuestra identidad, historia y creencias. Si usted no puede reconocer ese hecho vital, eso es un triste testimonio de su incapacidad para aceptar plenamente a la comunidad judía por lo que es. No es algo en lo que estemos dispuestos a transigir y es totalmente injusto y erróneo que ustedes esperen que lo hagamos.
Shaya Lerner es el director asociado de Asuntos del Medio Oriente de la Liga Antidifamación (ADL).
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