Considerando la involución de Venezuela y más aún la de Cuba y Nicaragua, los resultados de las últimas elecciones en Chile no presagian nada bueno. No se puede curar a un continente que escoge mal de sus decisiones erróneas, de su populismo barato y, sobre todo, de la ceguera de la izquierda para cuando de Israel se trata. Es cierto que hoy por hoy las democracias tienen brotes de populismo de derechas, pero a mi juicio no son tan graves como los populismos de izquierda, todos ellos teñidos de islamismo radical y de una pretenciosa inocencia. Como si los idealismos pudiesen evitar la mentira y la sangre derramada. Es conocida la relación del Podemos español con Irán, el Irán de los ayatolás, y también la de la izquierda extrema chilena con Podemos. De manera que, lasciate ogni speranza. Los judíos en Chile tendrán que enfrentar desafíos muy serios, el vinagre habitual de los palestinos de la zona y la torpeza económica que sin ninguna duda hará de Chile un país peor de lo que era y es. Creo que es una pena que la derecha chilena haya estado lastrada por el pasado nazi del padre de su líder y lo peor de Pinochet, y tal vez también por una campaña electoral no demasiado brillante.
La izquierda peronista argentina, que sin duda se alegrará por los resultados en Chile, no ha logrado en sus años de gobierno reciente sacar al país de su marasmo social y su profunda depresión económica. Por el mismo motivo Acido Boric, pese a su juventud y entusiasmo, no convertirá al país andino en un paraíso de la noche a la mañana. Así como es siempre la derecha liberal la que crea riqueza, es la izquierda decimonónica y resentida la primera en repartir a dedo e inflar la burocracia llevando a los países en los que reina a la aparatosidad represora del estado y la escasez de alimentos. La izquierda acaba, casi siempre, en una dura postración social. Ya vemos a qué conduce la Revolución con mayúsculas de Maduro y de Ortega: al narcotráfico y la pobreza endémica, el militarismo rígido y la policía secreta. Sucederá, en Chile, un poco como con los talibanes recientes, que se dicen diferentes de los anteriores pero ya tienen en su haber incontables crímenes y fracasos en su organización. Es una pena que el ser humano no tenga una tercera mano, porque la enfermedad dicotómica izquierda-derecha ha hecho perder mucho, mucho tiempo a la Humanidad.
Con todo y ser geográficamente un país largo y estrecho, Chile posee incontables riquezas minerales, agua y sol en abundancia, y la calidad de su fruta es conocida en el mundo entero. Podría, y ojalá sea sí, alcanzar al bienestar de todos sus habitantes en unos pocos años de racionalidad y libertad. Esperemos que el ejercicio de poder del señor Boric reduzca su acidez para con Israel y reconozca todo lo que puede aprender del país de los judíos. Caso contrario, que solicite ayuda científica y técnica a los palestinos que tanto dice representar. Que nos avisen cuando la encuentre.
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