En un artículo sobre los orígenes de la Estrella o el Escudo de David, leí que hasta 1945 había formado parte de la bandera de Marruecos y que, cuando el Sello de Salomón o Jatam Suleimán (así prefieren llamarlo en el mundo islámico) pasó a convertirse en “el emblema del movimiento sionista”, el país norteafricano optó por sustituirlo por la estrella de cinco puntas, pentagrama que simboliza los cinco pilares del islam.
¿El Maguén David en la bandera del reino del Comendador de los Creyentes? Me sorprendí, me extrañé, me puse a investigar y resultó que
– no: el Marruecos moderno (est. 1956) ha tenido siempre la misma bandera, de color rojo alauita con su referida estrella de cinco puntas de color verde islam;
– sí: el Maguén David/Sello de Salomón/Jatam Suleimán ha sido profusamente utilizado como símbolo en lo que actualmente conocemos como Reino de Marruecos. Sirva como ejemplo esta moneda de 100 francos de cuando el Imperio Jerifiano había de conformarse con ser un protectorado francés. O estos sellos del Protectorado Español (atención a la bandera mercante), que harán cortocircuitar a más de muchos. O la bandera de la fantasmagórica República del Rif, que volvió a ondear hace solo unos años en una serie de protestas populares que tuvieron lugar en Alhucemas;
y que
– si no era vero que el antisionismo fuera la causa de ese cambio de bandera que no se produjo, desde luego estaba ben trovato. Porque también la israelofobia ha causado estragos en Marruecos. Así, en 2009 el diario Ajbar al Yum fue clausurado por publicar esta viñeta, en la que la bandera nacional era ultrajada por una estrella davidiana que la israelizaba. Y en 2015 a la judeo-bereber Jama Mejtaly le censuraron su obra Bandera marroquí revisitada por, de nuevo, haber incluido en ella el símbolo que desde 1948 todo el mundo asocia con el Estado de Israel. “Hablamos mucho de pluralismo y tolerancia en Marruecos, pero no se refleja en la realidad ni en la escuela pública”, se lamentó/denunció la joven artista, que finalmente, y tras ser amenazada con la cárcel, retiró el cuadro de la exposición de la que formaba parte. Pero no el título, que siguió ahí cuando la pared se quedó en blanco.
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Cinco años después, diciembre de 2020, Jama Mejtaly ya no es que no anduviese escondiendo su cuadro sino que lo exhibía nada menos que en Dubái, capital de los Emiratos, nada menos que en compañía de la vicealcaldesa de Jerusalén, la judía sefardí Fleur Hasán-Nahum, miembro muy relevante del Likud de Benjamín Netanyahu, gran artífice junto con Donald Trump de los Acuerdos de Abraham, que pretenden poner fin a la marginación de Israel en el mundo árabe y que cuenta entre sus firmantes a Emiratos y a Marruecos.
Apenas un año después, enero de 2022, la concienciada Jama Mejtaly anda organizando seminarios para una “cooperación israelo-marroquí sostenible y exitosa”.
Qué no diría Bob Dylan de todo esto.
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