El líder de Hezbollah, a pesar de seguir escondido en su búnker, y tras sufrir miles de combatientes muertos en Siria, y de contar con una precaria mayoría en el parlamento, probablemente seguirá siendo obediente a su amo iraní… hasta el final.
“Recuerdo en 1979 cuando todo el mundo miraba al imán Khomenei en París. Los corazones de decenas de millones estaban con él cuando abordó el avión camino a Teherán. En Irán, recibió la mayor bienvenida de la historia. Fue una declaración de victoria”. Así, Hassan Nasrallah, en una extravagante oleada de nostalgia, comenzó su entrevista televisiva con la estación de propaganda iraní Al-Alam la semana pasada.
Han pasado treinta años desde que Israel asesinó a su predecesor, Abbas Musawi, el 16 de febrero de 1992. Desde ese día, el régimen de los ayatolás en Teherán no ha tenido un vocero más destacado, un orador consumado capaz de cautivar a sus admiradores y enemigos por igual, puede ser visto con razón como la voz árabe de la república islámica.
Desde el momento en que los iraníes crearon Hezbollah en 1982, sus líderes estuvieron subordinados a la voluntad del líder supremo de Irán, sin excluir a Nasrallah. Su obediencia ciega a los ayatolás -que no se resquebrajó ni tras la caída de miles de combatientes de Hezbollah en los campos de batalla sirios, ni tras el asesinato de Mustafa Badreddine- no impidió que Nasrallah negara en la entrevista la esencia fundamental del movimiento chiita, llegando a preguntarse en voz alta cuándo (si acaso) había actuado alguna vez en nombre de Teherán. “Estas son cosas que escucharemos hasta las elecciones. Una diatriba antigua, un montón de tonterías. Hezbollah está formada por 100.000 combatientes aparte de las otras instituciones y marcos, y cuenta con el apoyo de las masas en el Líbano”.
La elección de dárselas de inocente
Los comentarios de Nasrallah causaron una tormenta en el Líbano. Las figuras políticas quedaron desconcertadas ante el espectáculo televisado de Nasrallah jugando a ser un simple inocentón, particularmente a la luz del papel que juega Hezbollah en Siria, Irak, Yemen e incluso en Bahrein.
En este contexto, por ejemplo, la prensa saudí informó recientemente sobre el asesinato de un asesor de Hezbollah en la guerra contra los hutíes en Yemen, mientras que en Baréin decenas de personas fueron detenidas en 2018 bajo sospecha de pertenecer a la organización.
La negación (del nexo con Irán) de Hassan Nasrallah pretendía neutralizar las críticas mordaces que ha enfrentado en medio de la corrupción y el colapso económico del Líbano, que ha exacerbado las tensiones con los sunitas y cristianos en el país. Después de que los partidarios de Hezbollah fueran asesinados a tiros en una manifestación en octubre de 2021, el líder cristiano del Líbano, Samir Geagea, fue acusado de ser el responsable.
El mes pasado, el ex primer ministro Saad Hariri, líder del partido al-Mustaqbal, anunció su renuncia. El hombre que siempre regresa (Hariri) culpó a Irán de la crisis en el Líbano, y la creencia es que su sucesor será su hermano Bahaa, quien es hostil a Hezbollah y rechaza cooperar con ellos.
En un artículo publicado el mes pasado por el Washington Institute for Near East Policy, el autor, Hanin Ghaddar, planteó que aunque los grupos de oposición no obtendrán suficientes mandatos en el parlamento para una victoria contundente, podrían aumentar su fuerza en al menos 10 escaños más para finalmente poner fin a la actual mayoría que disfrutan Hezbollah y sus aliados. Ghaddar señaló que el principal aliado de Nasrallah, el Movimiento Patriótico Libre Cristiano encabezado por el presidente Michel Aoun, está cayendo en picado en las encuestas a menos del 13% de apoyo. También señaló que la falta de aprobación de Hezbollah se está extendiendo, incluso entre el público chiíta.
Según Ghaddar, Hezbollah y sus aliados también están preocupados por el aumento en el número de expatriados libaneses que se han registrado para votar desde el extranjero, la mayoría de ellos cristianos que viven en Occidente. En medio de este telón de fondo, la preocupación es que Nasrallah intente posponer las elecciones o torpedear la formación de un gobierno.
El Dr. Shimon Shapira del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén cree que Hezbollah mantendrá su fuerza parlamentaria en las elecciones de mayo si la alineación actual de las fuerzas políticas permanece intacta. Hezbollah, explica Shapira, quiere tomar el control del Líbano a través del parlamento, a través del cual se forma el gobierno y se nombra al presidente. Sin embargo, no cree que Nasrallah intente anular las asignaciones de poder establecidas constitucionalmente según las líneas étnicas; de lo contrario, el país se desintegrará en cantones y socavará su objetivo de controlar todo el país.
Más allá de este juego de tronos libanés, el compromiso de Nasrallah con Khamenei podría ponerse a prueba en el escenario de un futuro ataque israelí en Irán. Shapira enfatiza que Nasrallah también mintió en la entrevista sobre la respuesta de Hezbollah a tal ataque cuando dijo que la organización se reuniría y decidiría qué hacer según las circunstancias. “Si Israel ataca sitios nucleares en Irán, se lanzarán misiles inmediatamente sobre Tel Aviv. No se lo cuestionarán. Ya existe tal directiva desde Irán. Además, todo el arsenal de misiles estratégicos de Hezbollah, todo el proyecto de misiles de precisión, está destinado para disuadir a Israel para que no apunte a los sitios nucleares”.
Shapira tampoco está de acuerdo con la percepción de que Nasrallah es un líder racional y quizás incluso un “activo para Israel”, especialmente considerando su miserable decisión que desencadenó la Segunda Guerra del Líbano. “A lo largo de sus 30 años en el poder, Nasrallah no ha cometido ningún error cardinal, excepto en 2006. Secuestró a dos soldados de las FDI [los reservistas Ehud Goldwasser y Eldad Regev] y pensó que Israel no respondería, en uno de los errores más colosales de su tiempo en el poder. Entonces, ¿cómo explicas eso? Incluso como el supuesto experto número uno en Israel en el mundo árabe, mira qué error cometió en 2006. Es un error que todavía está pagando hasta el día de hoy. Desde 2008, cuando Imad Mughniyeh fue asesinado, no ha salido de su búnker”.
Traducido por Hatzad Hasheni
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