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| martes marzo 19, 2024

La verdad sobre la Nakba (catástrofe), tal como llaman los palestinos a la creación de Israel


Este sábado 14 de mayo, se cumplió el 74° aniversario de la declaración de independencia de Israel, según el calendario gregoriano. Fue el 14 de mayo de 1948, habiendo dejado la tierra de Israel el último soldado del Mandato Británico, que David Ben Gurion proclamó la fundación del Estado de Israel. En Israel se lo celebró el jueves 5 de mayo, ya que se lo hace siempre de acuerdo al calendario hebreo, según cuándo caía el quinto día del mes de Iyar.  Para los palestinos, no existe lo que Israel señala como Iom Haatzmaut. Ellos señalan, o mejor dicho conmemoran, lo que llaman la Nakba, catástrofe, concepto que a su criterio resume lo que significó para ellos la creación del Estado de Israel.

 

La sensación de frustración y despojo con la que viven los palestinos por el tema de la así llamada “Nakba”, es auténtica. Y nadie discute que en efecto esa guerra creó el problema de los refugiados árabes, hoy llamados palestinos, aproximadamente 750 mil en total . Hay quienes dan cifras menores, como el articulista Ben Dror Yemini del que citamos aquí más abajo ampliamente para tratar el tema.

 

Lo que sí se puede discutir es quién tiene la culpa de ello y por qué ocurrió. Y también se puede-y debe- contar la verdad acerca de la situación imperante en la tierra de Israel, la Palestina del Mandato Británico, cuando comenzaron las olas de inmigración judía. ¿Por qué? Porque los palestinos se encargan de  mentir sistemáticamente diciendo que la creación de Israel fue posible mediante la expulsión de millones de árabes, del robo de tierras y el asesinato masivo, entre otras difamaciones terribles.

Esto, claro está, además de no hacer referencia al hecho que si no se hubieran lanzado a la guerra contra el entonces naciente Israel, no habría habido ni un refugiado. Podría haberse creado el Estado árabe recomendado por la ONU el 29 de noviembre de 1947, así como se recomendó la creación del Estado judío. Los árabes optaron por el todo o nada, perdieron, y nació Israel. Si hubieran ganado, Israel no existiría. Así de sencillo.

 

Claro que a nivel personal, si un árabe perdió su casa a causa de la guerra, nada lo consolará. Pero la culpa es de quien se lanzó a la guerra, no de quien trató de evitarla.

 

Nos valemos de un muy buen artículo del periodista israelí Ben Dror Yemini sobre “El Mito de la Nakba”, publicado hace ya unos años, y aún sumamente válido.

 

“Los judíos llegaron a la Tierra de Israel, que formaba parte del Imperio Otomano, en sucesivas olas de poca envergadura, incluso antes de la primera aliá. Cabría preguntarse: ¿Expulsaron realmente a millones de árabes? Nadie discute que en aquellos años no había «palestinos», ni «Palestina», y tampoco existía una «identidad palestina». Y sobre todo, no existía una frontera real entre los árabes de Siria, Egipto o Jordania. Había un movimiento constante de personas. En los años en que Muhamad Ali y su hijo conquistaron estas tierras, desde 1831 hasta 1840, enviaron a muchos árabes de Egipto a Gaza, a Jaffa y a otras ciudades. Los judíos que llegaron también en aquellos años a Jaffa dieron lugar al desarrollo de la ciudad.

 

Existe una polémica entre los historiadores sobre el número de árabes que habitaban en esos años en Palestina, que agrupaba de hecho, varios distritos sujetos a Damasco o Beirut, formando parte del Imperio Otomano. La prueba más importante de la situación antes de la primera aliá es un testimonio que ha caído en el olvido, quizá no por casualidad. Se trata de una delegación de investigadores británicos (The Palestine Exploration Fund), que recorrió la parte occidental de Israel entre 1871 y 1878 y publicó un mapa exacto y auténtico de la población, según el cual el número total de habitantes era de aproximadamente 100.000 personas.

 

Otra cuestión también controvertida reside en la envergadura de la inmigración árabe a Israel a raíz del sionismo. Winston Churchill dijo en 1939: «A pesar de no ser perseguidos, los árabes fluyeron masivamente hacia esas tierras y se multiplicaron de tal manera que la población árabe creció más de lo que habrían podido sumar todos los judíos del mundo a la población judía».

 

Durante los años que duró el mandato británico había aquí dos poblaciones: la judía y la árabe. El territorio del mandato original, en virtud de la Declaración Balfour, incluía la ribera oriental del Jordán.La zona, como se ha señalado, estaba escasísimamente poblada. El establecimiento de un hogar para el pueblo judío no representaba injusticia alguna, porque no había aquí un Estado ni había aquí un pueblo. Este era el verdadero fundamento de la Declaración Balfour.

 

Al mismo tiempo que la ONU se pronunciaba sobre la propuesta de partición, los Estados árabes declararon una guerra de aniquilación contra Israel. El resultado es conocido por todos. La declaración de la guerra implicó que cientos de miles de árabes se vieran obligados a marchar a los países vecinos. Muchos de ellos huyeron. Muchos testificaron que se vieron obligados a salir bajo la presión de los dirigentes. Hubo también quienes fueron expulsados en el fragor de las batallas y la guerra. Unas 600.000 personas se convirtieron en refugiados”.

 

Ben Dror Yemini agrega:

 

“La experiencia vital por la que pasaron los árabes se convirtió en la Nakba, cuya historia se fue inflando con los años. Se convirtieron en los únicos expulsados de todos los países y conflictos. Y no hay mayor mentira que esta. En primer lugar, porque al mismo tiempo sucedía también la Nakba judía: con el mismo telón de fondo, el mismo enfrentamiento, más judíos de países árabes, más de 800.000, fueron desposeídos y expulsados. Ellos no declararon una guerra de aniquilación contra los países de los que procedían. En segundo lugar, y lo que es más importante, más de 50 millones de personas han pasado por la experiencia de los movimientos de población como consecuencia de conflictos nacionalistas o al crearse nuevos Estados-nación. No hay ninguna diferencia entre los árabes de Palestina y los demás refugiados, incluidos los judíos. Solo en la década posterior a la Segunda Guerra Mundial, y solo en Europa, fueron más de 20 millones las personas que pasaron por la experiencia de un movimiento de población. Esto ha sucedido también posteriormente, durante el conflicto entre griegos y turcos en Chipre, entre Armenia y Azerbaiyán, entre los países que se crearon como consecuencia del desmembramiento de Yugoslavia, y en muchas otras zonas de conflicto en el mundo”.

 

 

Poniendo los puntos sobre las íes, Ben Dror Yemini agrega:

 

“En muchos de los debates en los que he participado, he preguntado a mis colegas, defensores de la narrativa palestina, ¿desde cuándo los expulsados que han declarado la guerra, y la han perdido, pueden beneficiarse del «derecho de retorno»? ¿Hay algún grupo de las decenas de grupos, alguna de las decenas de millones de personas que han pasado por la experiencia de la expulsión durante el siglo pasado, que se haya beneficiado del «derecho de retorno» causando con ello la destrucción política de un Estado-nación? Hasta hoy no he recibido respuesta. Porque ese derecho no existe.

 

Una de las alegaciones palestinas es que para resolver el conflicto hay que reconocer la Nakba palestina, y sobre todo la responsabilidad de Israel con respecto al problema de los refugiados. Todo lo contrario: la exageración del mito de la Nakba es lo que retrasa una solución al conflicto. Los palestinos están ocupados en magnificar el problema, inflarlo, exigiendo algo que no tiene precedentes internacionales. Fueron ellos los que se opusieron a la partición. Fueron ellos los que incitaron a la aniquilación. Fueron ellos los que declararon la guerra.

 

Mientras sigan con el mito de la Nakba, haciendo caso omiso de los hechos fundamentales, no hacen sino eternizar su propio sufrimiento. Y a pesar de todo esto, los palestinos merecen respeto, libertad y también independencia. Pero al lado de Israel. No en lugar de Israel. Y no a través de la Nakba que no es más que un fraude político y un fraude histórico”.

 

 

 
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