Los judíos de Yemen, lo que una vez fue una floreciente comunidad en el corazón de Arabia, llegaron a instalarse en la zona mucho antes de que el islam apareciera por las costas de Hijaz (lo que hoy se conoce como Arabia Saudita).
Siendo uno de los grupos minoritarios más antiguos que se asentaron en Arabia Félix (el antiguo nombre de Yemen), los judíos jugaron un papel fundamental en el desarrollo del país, ayudando a dar forma a la cultura, la historia y los avances socioeconómicos de la nación.
Hoy, los judíos de Yemen prácticamente han desaparecido de la región.
Los teimanim, como se los suele llamar, subieron al poder en Yemen bajo el reino yemenita judaizado de Himyar (reino homerita) (400-525 AEC). Durante siglos, judíos y musulmanes aprendieron los unos de los otros, nutriéndose mutuamente de sus culturas. La intolerancia religiosa todavía no había llevado a las personas a tener que temer de sus vecinos a causa de sus diferencias.
Un joven judío muele café en un molino de piedra, Sanaa (Yemen) 1934
A diferencia de muchas otras comunidades judías de la región, los judíos de Yemen disfrutaban de una relativa paz con sus vecinos árabes, y eran libres para practicar su fe. Todo eso cambió en 1922 cuando se reavivó una antigua práctica que propugnaba la conversión forzada al islam de los huérfanos. A medida que pasaban las décadas, los judíos de Yemen llegaron a enfrentar cada vez más violencia y opresión estatal, lo que obligó a muchos a abandonar sus hogares y buscar costas más seguras.
El nacimiento del moderno Estado de Israel en 1948 afectó el delicado estatus quo religioso de Yemen, llevando el sectarismo al centro de un acalorado debate político y religioso; un conflicto marcado por la violencia y el retorno masivo a Israel de miles de judíos yemenitas. Entre junio de 1949 y setiembre de 1950, con la Operación «Alfombra Mágica», se estima que 45.000 judíos dejaron sus hogares para no regresar nunca, prácticamente toda la comunidad judía yemenita.
Hoy en día sólo quedan unos pocos judíos.
Operación «Alfombra Mágica»
La primera vez que entré en contacto con la comunidad judía de Yemen fue en el 2010, cuando viví en Sanaa, la capital, unos pocos meses antes de la «Primavera árabe», un momento crítico de la historia moderna.
En ese momento, Iaakov era el jefe de seguridad de Total E&P. Si bien nuestra relación inicial fue bastante breve y nuestras conversaciones limitadas (mi árabe no era demasiado bueno), rápidamente se sintió cómodo y se abrió conmigo al descubrir que al igual que él, yo era una judía viviendo en Arabia, una tierra a menudo hostil con las minorías religiosas. Aunque nuestra crianza no podía ser más diferente, reconocí su dolor y sus anhelos de paz.
Iaakov había logrado construir una buena vida para él y su familia, pero confesó que su éxito había tenido lugar con grandes costos: una conversión forzada y una doble identidad. Conocido por sus colegas como Maguid, Iaakov y su familia se mudaron de Aden en 1990, tras la reunificación de Yemen, con la esperanza de que Sanaa ofreciera mejores oportunidades y la posibilidad de una nueva vida.
La familia de Iaakov se convirtió al islam a comienzos de 1948 para evitar ser ejecutados por las pandillas.
«Mi familia se convirtió al islam a comienzos de 1948 para evitar ser ejecutados por las pandillas. La violencia contra la comunidad judía de Aden estalló tras haber sido acusados de practicar asesinatos para sacrificios. Decenas de miles de judíos partieron a Israel en ese momento. Sus negocios y sus hogares fueron atacados por los árabes. Otros, como mi familia, decidieron quedarse y ocultar nuestra identidad aceptando el islam… Mis padres estaban recién casados y mi madre no quería que su primogénito (yo) naciera en el exilio. A pesar de que Israel es nuestra tierra, mis padres se sentían más conectados con Yemen, el único hogar que habían conocido.
«Yo nací en Crater, un barrio muy popular de Aden. Era el hijo de un ingeniero civil y una maestra. Mi vida en ese entonces era simple y sin problemas, a no ser por el secreto que manteníamos ante todos nuestros amigos y vecinos. Para poder vivir libremente, mi padre decidió actuar externamente como un musulmán. En ese entonces ser un musulmán al sur de Yemen no requería demasiado. Sólo con la llegada de la Hermandad musulmana en la década de 1990, Aden pasó al islamismo conservador.
Un judío yemenita a comienzos del siglo XX
«Mi tío abuelo y el primo de mi padre fueron asesinados durante los disturbios de 1947, y muchos de los comercios de los amigos de nuestros padres fueron saqueados y sus hogares destruidos por las turbas enfurecidas. Aunque personalmente yo no fui testigo de la violencia, cuando crecí mi padre se ocupó de dejarme claro qué peligros enfrentaríamos si llegábamos a revelar nuestro origen. Yo crecí sabiendo que mi país nunca me aceptaría por completo por lo que soy, que mi fe me convertía en un paria y un criminal. Los judíos de Yemen sufrieron terribles injusticias durante más de cien años.
«Me considero afortunado. La conversión de mis padres al islam me permitió obtener una buena educación y brindar un buen nivel de vida a mi familia, privilegios que de lo contrario me hubieran negado. Desde comienzos de los años 50 los judíos fueron alejados de la sociedad y sus prospectos económicos estuvieron severamente limitados por el enorme antisemitismo. Muchas profesiones están completamente vedadas a los judíos, lo que nos obliga a operar dentro de nuestra comunidad».
Si bien los judíos de Yemen gozaron de relativa paz bajo la presidencia de Ali Abdullah Saleh, el advenimiento del movimiento hutí en el 2011 y la posterior toma del poder por parte de este grupo en setiembre del 2014 cambió por completo las reglas de juego, obligando a muchas familias a huir del país por lo desilusionadas que estaban respecto a cualquier forma de reconciliación civil.
«La gente puede decir lo que quiera respecto al régimen pasado y a la corrupción que sufría Yemen, pero nosotros disfrutamos de un período de seguridad y estabilidad social. Por lo menos bajo el gobierno de Saleh los judíos de Yemen podían esperar cierto grado de reconocimiento. Es cierto, no teníamos permitido ocupar cargos de poder y teníamos que pedirle permiso al estado para construir nuestras escuelas, pero ya nos habíamos acostumbrado a esas limitaciones. Sabíamos cómo existir dentro del sistema. Hoy enfrentamos la opresión abierta, al grado en que todos fuimos expulsados. Aquellos que como yo se negaron a irse o no pudieron hacerlo, se vieron obligados a vivir en la clandestinidad, escondiendo nuestra verdadera fe.
«Ser judío bajo el gobierno de los hutíes se considera un crimen de apostasía. A pesar de todos los pogromos que soportamos a lo largo de los siglos, Yemen se transformó en una nueva frontera de la intolerancia religiosa. Ya no nos queda más espacio para retroceder, no hay ningún rincón de la tierra en donde podamos reconstruir nuestros templos o reafirmar nuestras tradiciones. Hoy vivo con la esperanza de que mis hijos y sus hijos se reconecten con sus raíces. Me siento muy avergonzado… Viví ocultando mi identidad durante toda mi vida. Cada día, actúo como si fuera alguien que no soy, todo por miedo a lo que puede ocurrirle a mi familia, y aunque trate de decirme a mí mismo que esta es nuestra única opción, no puedo evitar pensar en todos aquellos que continúan luchando por su identidad sin importar lo que pueda ocurrir. Se trata de una elección imposible».
Es difícil saber cuántos judíos como Iaakov eligieron la conversión antes que la opresión.
Durante siglos, Yemen tuvo una relación complicada con sus religiones minoritarias, todavía más con sus comunidades judías. Por lo general, los judíos fueron considerados como la fuente de todos los problemas del país, tanto que decretaron leyes especiales para mantenerlos marginados de la sociedad.
Judíos en Yemen, 2007
Iaakov me contó que en Yemen hay una ley que obliga a los judíos a construir en un nivel inferior al de sus vecinos.
«Hay una ley que requiere que los judíos tengan casas mucho más pequeñas que los musulmanes. Esto es para simbolizar la supremacía del islam en Yemen y evitar que los judíos manifiesten externamente su riqueza. Los judíos de Yemen en un momento fueron el orgullo de Arabia. Nuestra historia está desapareciendo y la vuelven a escribir, nuestras huellas son negadas por aquellos que desean negar nuestra existencia.
«La familia de mi esposa es originaria de Saada (al norte de Yemen), y su familia sufrió una suerte todavía peor que la mía. En la década de 1960 los hombres de las tribus del Norte de Yemen periódicamente secuestraban jóvenes de la comunidad judía para obligarlas a casarse con hombres musulmanes con el deseo de que se alejaran de sus raíces. De esta forma se perdieron muchas personas de la familia de mi esposa y nunca volvieron a verlos.
«Al igual que yo, Nawal se convirtió al islam cuando era una niña. Sólo después de que nos casamos ella se reconectó con el judaísmo. Ha sido un camino difícil, todavía más ahora que tengo nietos. Estoy desesperado por enseñarles sobre nuestra historia, nuestras tradiciones, pero es difícil hacerlo bajo la amenaza de los hutíes y sus lemas. Nuestros niños están perdiendo su conexión con el judaísmo. Con los años tuvimos que hacer demasiadas concesiones… hemos perdido demasiado».
Tras la partida del presidente Abdo-Rabbo Mansour Hadi a finales del 2014, los hutíes llegaron al poder e impusieron rápidamente el antisemitismo como una expresión del nacionalismo yemenita. Al abrir cada declaración pública y cada discurso con el infame: «Muerte a los Estados Unidos, muerte a Israel, malditos sean los judíos», los hutíes dejaron muy clara su postura respecto a la comunidad judía de Yemen.
Iaakov vive con miedo. «Los yemenitas en general sufren bajo el gobierno de loa hutíes. Ahora existe el temor de que el estado comience a investigar nuestros orígenes y a cuestionar nuestras conversiones. Los judíos de Yemen han contribuido mucho a la cultura, con nuestra música, nuestro arte, nuestra literatura. Un día, y siento que será muy pronto, nadie recordará que estuvimos aquí, en esta isla a la que consideramos nuestro hogar durante más generaciones que las que puedo contar».
Nadie mejor que los judios afincados en paises de mayoria musulmana, para poder hablar con conocimiento de caúsa, acerca de la marginacion que han venido (y siguen) sufriendo a cuenta de una especifidad que incomóda a los que profesan el islam como único crédo «verdadero» …los judios etiópes, yemenítas,, iraquies ,e iranies entre otros, permanecen en estado de abandono y olvido, logrando a duras penas mantener su identidad y la trasmision de unos valores que ellos mismos recibieron de sus mayores, en médio de un entorno hostil, cuando no abiertamente agresivo …el rechazo que su presencia inspira, pese a las muchas y valiosas aportaciones con las que han contribuido al desarollo de sus respectivos paises, es por ello tanto mas doloroso, como incomprensible, y merece ser recordado cada vez que algunos de ellos, busca refugio en Israel …
la judeidad no depende (jamas lo ha hecho) de una cuestion «étnica» en el sentido etimológico del término, y no debe como tal considerarse determinante a efectos identitários …