Abbas y Haniye
Los recientes disturbios en el Monte del Templo procuran nuevas pruebas del amplio apoyo palestino a Hamás, el grupo islamista que controla la Franja de Gaza y es considerado una organización terrorista no sólo por Israel sino por EEUU, Canadá, la UE, Japón, Australia y el Reino Unido.
Aun así, ninguno de esos países ha condenado a Hamás por orquestar y provocar los tumultos, en los que miles de palestinos profanaron el complejo de la mezquita de Al Aqsa con el lanzamiento de piedras y material pirotécnico contra las fuerzas de seguridad israelíes. Tampoco han mostrado preocupación por los llamamientos de los seguidores de Hamás en el recinto sagrado en pro de la yihad (guerra santa) contra Israel y el asesinato de judíos.
En vez de condenar a Hamás por deshonrar el complejo de la mezquita y alentar a los feligreses musulmanes a atacar a la Policía israelí, el secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, sigue hablando de la necesidad de
poner fin al ciclo de violencia en Israel, la Margen Occidental y Gaza ejerciendo la contención y absteniéndose de acciones que incrementen la tensión, también en el Monte del Templo/Haram al Sharif de Jerusalén.
En la reunión que mantuvieron el pasado día 22 en Ramala los enviados del Departamento de Estado Yael Lempert y Hady Amr con el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, y sus principales asesores no se hizo la menor mención a las incesantes provocaciones e incitaciones de Hamás. Según un comunicado emitido por la Unidad de Asuntos Palestinos de la embajada de EEUU en Jerusalén, de lo que se habló fue de
la necesidad de que todas las partes llamen a y trabajen por la calma, especialmente en Jerusalén, y de nuestro mutuo compromiso con una solución de dos Estados.
La Administración Biden –y tantos otros en la comunidad internacional– sigue cerrando los ojos ante el hecho de que Hamás ha explotado el mes sagrado del Ramadán para reforzar su dominio sobre uno de los templos más sagrados del islam, la mezquita de Al Aqsa. Asimismo, ignora los llamamientos diarios que se hacen desde allí al asesinato de judíos. «Oh, colono, paciencia, paciencia, ¡Hamás cavará tu tumba!», clamaron los seguidores de Hamás en una de las concentraciones. En otra, los manifestantes corearon: «Somos los hombres de Mohamed Deif». Deif, comandante del ala militar de Hamás, lleva más de veinte años en la lista de los más buscados por Israel, por su implicación en varias operaciones terroristas, entre las que se cuentan secuestros y atentados suicidas. En 2015, el Departamento de Estado de EEUU lo incluyó en su lista de Terroristas Globales Especialmente Designados.
«En el nombre de Dios, en el nombre de la religión, queremos liberar Palestina», corearon una y otra vez miles de seguidores de Hamás y otros feligreses el pasado día 22. Cuando Hamás y sus partidarios hablan de la liberación de Palestina se refieren a la eliminación de Israel, como deja explícitamente de manifiesto la carta [fundacional] de la organización (1988), cuyo preámbulo dice: «Israel seguirá existiendo hasta que lo elimine el Islam».
Artículo 11:
El Movimiento de Resistencia Islámica [Hamás] cree que la tierra de Palestina es un ‘waqf’ islámico consagrado a las sucesivas generaciones de musulmanes hasta el Día del Juicio. No puede ser desperdiciada ni entregada en todo en parte.
Artículo 13:
Esas conferencias son sólo maneras de introducir a los infieles como mediadores en la tierra de los musulmanes (…) No hay solución para la cuestión palestina salvo por la Yihad. Las iniciativas, proposiciones y conferencias internacionales son sólo pérdidas de tiempo y empeños vanos.
Artículo 32:
Abandonar el ciclo de luchas contra el sionismo es alta traición, y maldito sea quien lo haga.
Artículo 33:
¡Salve a la Yihad!
En línea con su ideología, los seguidores de Hamás también vociferaron:
Alá es nuestra meta, el Corán es nuestra Constitución, la yihad es nuestro camino, Hamás es nuestro movimiento y las Brigadas Qasam [el ala militar de Hamás] nuestro Ejército.
Tras el rezo del viernes del pasado día 22 en la mezquita de Al Aqsa, miles de palestinos clamaron: «Jaibar, Jaibar ya yahud, jaishu Mohamed sawfa ya’ud!» («¡Jaibar, Jaibar, judíos, el ejército de Mahoma volverá!»). Se trata de una referencia a una batalla que libraron musulmanes y judíos en el s. VII y en la que estos últimos fueron masacrados; es decir, que se trató de una amenaza de matanza directa.
El año 2007 será recordado como el de la toma de Gaza por Hamás y el consecuente exilio de la Autoridad Palestina. El 2022 será recordado como el año en que Hamás se hizo con Haram al Sharif y lo convirtió en una plataforma para el lanzamiento de amenazas de matanza y destrucción contra los judíos e Israel.
En lo que respecta a la organización terrorista, las manifestaciones pro Hamás en el complejo de Al Aqsa de los últimos años muestran que los palestinos respaldan plenamente su carta fundacional y su terrorismo. El portavoz hamasiano Hazem Qassem ha dicho:
Nuestro pueblo ha mostrado, en Jerusalén y en los patios de la mezquita de Al Aqsa, que se alinea con los símbolos de la resistencia palestina. Sus cánticos y pancartas [en apoyo de Hamás] dan cuenta del alcance de su compromiso con la opción de la resistencia como método para la restitución de la tierra y sus santuarios.
Hamás, añadió, «seguirá comprometida con su carta hasta que se alcancen las metas de nuestro pueblo, incluida la liberación [de toda Palestina]».
Es importante entender que cuando Hamás habla de «resistencia» se refiere a distintos tipos de terrorismo, como los apuñalamientos, los tiroteos, los atropellos, los atentados suicidas y el lanzamiento de cohetes desde Gaza a Israel.
Los representantes de la Administración Biden que hablan de «la necesidad de que todas las partes trabajen por la calma, especialmente en Jerusalén», parecen pasar por alto que las últimas tensiones no están relacionadas sólo con la ciudad o con la mezquita de Al Aqsa. Para Hamás, los disturbios en Al Aqsa forman parte de una estrategia de largo plazo para acabar con Israel. «La lucha [contra Israel] está abierta», dijo el líder de Hamás Ismaíl Haniyeh. «Lo que está sucediendo en la mezquita acortará la vida del ocupante, hasta que sea expulsado de Palestina. Esto es sólo el principio».
Así que, mientras la Administración Biden se reafirma en su compromiso con una «solución de dos Estados», es decir, con el establecimiento de un Estado palestino al lado de Israel, Hamás y sus defensores están expresando abiertamente su intención de seguir con su yihad hasta que acaben con Israel.
Los acontecimientos de las últimas semanas en Al Aqsa, durante los cuales Hamás ha demostrado que sus seguidores controlan el santuario, deberían servir de alerta para quienes creen que la solución de los dos Estados conducirá al fin del conflicto israelo-palestino.
Las encuestas revelan un dramático incremento en el apoyo palestino a Hamás tras la guerra del año pasado entre la organización terrorista e Israel. Un sondeo reciente arrojó que el dirigente de Hamás Ismaíl Haniyeh sigue siendo más popular que Abás y que podría derrotarle sin problemas en una elección presidencial. Asimismo, vaticinó que, en caso de celebrarse elecciones legislativas en estos momentos, Hamás se impondría al Fatah de Abás.
Las encuestas dejan claro que cualquier Estado palestino futuro quedará bajo el control de Hamás y será utilizado como plataforma para la continuación de la lucha hasta que Israel sea derrotado.
Al ignorar las peligrosas repercusiones de la conquista hamasiana de Haram al Sharif y los llamamientos al exterminio de los judíos que emanan de la mezquita de Al Aqsa, la Administración Biden y el resto de la comunidad internacional están, de hecho, reforzando a los terroristas islamistas y facilitando su yihad contra Israel. Su silencio es correctamente interpretado como una luz verde para que sigan incrementando sus ataques.
Si los norteamericanos creen que Hamás se plegará a sus llamamientos para «abstenerse de acciones que incrementen las tensiones», se engañan a sí mismos. Y se engañarán a sí mismos si creen que Abás puede impedir que Hamás siga extendiendo su control sobre la Margen Occidental.
Entre tanto, y quizá para tratar de competir con la más popular Hamás, Abás y sus asesores siguen avivando las llamas del terror, especialmente mediante la incitación contra Israel, al que acusan de «librar una guerra contra los palestinos y contra los santos lugares islámicos y cristianos».
Hubiera sido mucho más beneficioso que los enviados norteamericanos que visitaron Ramala la semana pasada exigieran el fin de las declaraciones incendiarias de Abás y demás funcionarios palestinos. También habría ayudado mucho más que ellos y la Administración Biden denunciaran a Hamás y sus seguidores por profanar la mezquita de Al Aqsa y llamar al asesinato de aún más judíos.
Los palestinos, como siempre, han dejado meridianamente qué es lo que quieren. Y no es la mezquita.
Traducción del texto original: Biden Administration Ignores What the Palestinians Are Really Saying
Traducido por El Medio
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