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| martes abril 16, 2024

Obsesión, resentimiento e inmoralidad


Ayer, el líder supremo iraní Ayatollah Alí Khamenei hizo un discurso, de los tantos que hace habitualmente para marcar las líneas de acción y odio que caracterizan a la dictadura que maneja. Dijo, entre otros temas lo siguiente:” Hoy en día el sionismo es, obviamente, una plaga para todo el islam. Los judíos han sido siempre una plaga aún antes de establecer su fraudulento régimen sionista. Aún antes, los capitalistas sionistas eran una plaga para todo el mundo. Hoy, siguen siéndolo, especialmente para el islam. Las naciones musulmanas deben oponerse a la normalización de las relaciones con los sionistas, debemos levantar nuestros puños y acusar a viva voz a quienes buscan la normalización. El régimen sionista sólo está explotando a esos Estados musulmanes, que no parecen darse cuenta y que espero lo hagan antes que sea demasiado tarde”.

Quizás todavía quede alguien en el mundo de la investigación histórica o del periodismo que con suma ingenuidad se pregunte cómo es posible que alguien que lidera un país (más allá si es una dictadura o no) puede hacer este tipo de declaraciones que serían envidia de Goebbels en forma reiterada y más aún lo puede hacer desde su país o desde cualquier foro internacional. La sencilla respuesta se resume a una palabra: impunidad, y la explicación de la impunidad a otra sencilla palabra: complicidad. Y la impunidad la ha logrado porque la complicidad la tiene en gobiernos y todos los organismos internacionales.

Hace un año Hamas atacaba a civiles israelíes con más de 4 mil cohetes. Israel respondió la agresión. No es momento de reiterar qué y cómo sucedió, es reciente y notorio. Pero para el Consejo de DD.HH y para la Alta Comisionada Michel Bachelet, una vez terminó la agresión de Hamas, había que condenar al culpable. Y el culpable era Israel. Otra vez, este organismo impresentable de la ONU decidía que Israel no tiene derecho a defenderse, y otra vez revertía el orden de agredido a agresor. Y para abordar la tropelía, no sólo designaron pomposamente un “Comité de Investigación”, sino que, además, como la dilapidación de fondos ajenos es una regla natural en la ONU, hicieron a ese Comité, perpetuo. O sea, debe dar un informe anual hasta el fin de los tiempos. Nombraron presidenta del mismo a Navi Pillay, una exjueza sudafricana que fue Alta Comisionada entre 2008 y 2014 y presidenta del Tribunal Penal Internacional para Ruanda. Los otros dos miembros: Miloon Kothari (ex relator especial de la ONU para la vivienda) y el abogado australiano, ex Comisionado en derechos humanos Chris Sidoti.

Si ya la decisión de formar una Comisión para agredir al agredido es aberrante, varios antecedentes de Navi Pillay demuestran que, si bien no usa términos como los que emplea Khamenei, no piensa muy diferente. Cuando hace un año llovían los cohetes de Hamas sobre los civiles israelíes, Pillay, junto a varios que piensan como ella, le escribió una carta abierta al presidente de Estados Unidos pidiéndole a Biden que enfrentara las raíces de la violencia en la región “terminando con la discriminación y la opresión israelí”. Antes de comenzar el trabajo que le encargó el Consejo de DDHH, mostrando su equilibrio emocional y profesional, Pillay dijo que había que encarar la investigación sabiendo que las causas reales de la situación entre palestinos e israelíes radican en la “discriminación sistemática de Israel”. Antes de comenzar, para Pillay ya había “cosa juzgada”.

En mayo de 2021, Pillay declaró que Israel practica apartheid y que consideraba correcto que Israel tuviera un ítem aparte en los temas del Consejo de DDHH, algo que no tiene nadie en el planeta, ni Irán, ni Cuba, nadie. Una sudafricana que vivió lo que realmente es el apartheid, que vivió lo que es segregar en serio, con gente como ella aislada en barrios separados y con derechos diferenciados, se atreve con desparpajo, por un lado, pero con obvio resentimiento, por otro, a compararlo con la situación en que viven todos los ciudadanos de Israel incluyendo los 2 millones de árabes israelíes.

Este martes se conoció un resumen de 18 páginas del informe de la Comisión, el cual será públicamente presentado en Ginebra este lunes próximo 13 de junio. Estados Unidos y el Reino Unido criticaron a la Comisión y al informe por su “desproporcionado foco en Israel y contra Israel”. Inglaterra ya había dejado en claro hace un año su oposición al mandato “vagamente definido” de la Comisión. El Reino Unido reafirmó que está “comprometido a mejorar la situación de los derechos humanos en Israel y los Territorios Palestinos y también apoya la labor del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pero considera que esta Comisión no beneficia a sus objetivos”

El informe, tal como se preveía, sólo contiene unas pocas líneas sobre el lanzamiento indiscriminado de cohetes desde Gaza sobre centros de población israelíes, con referencias muy de pasada al papel desempeñado por grupos terroristas como Hamás en la perpetración de estos ataques. El resto del informe se dedica casi por completo a acusar a Israel de discriminación y racismo, al tiempo que entra en largos detalles sobre la acción militar de Israel en la operación sin el contexto elemental de defensa propia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel rechazó el informe como “parte de la caza de brujas llevada a cabo por el Consejo contra Israel”. El ministerio dijo además que el informe “es un despilfarro de dinero y esfuerzo”, “es un informe parcial y unilateral, manchado de odio hacia el Estado de Israel y basado en una larga serie de informes anteriores unilaterales y parciales”.

En forma lavada, Pillay igual reconoce que la Autoridad Palestina se refiere con frecuencia a la “ocupación” como justificación de sus propias violaciones de los derechos humanos, como la razón principal de que no se celebren elecciones y es criticada por su corrupción. La Comisión también escribe que Hamas muestra poco compromiso con la defensa de los derechos humanos y poca adhesión al derecho internacional.

Una brutalidad, por decir lo menos. ¿Cómo presuntos juristas que cobran fortunas por escribir informes retorcidos pueden escribir que un movimiento terrorista, que se enorgullece de ser terrorista como Hamas “tiene poco compromiso con los DDHH?” ¿Qué le importan los DDHH a un movimiento terrorista? ¿Hasta dónde se atreve a llegar la ONU convalidando informes que redactan estas aberraciones? ¿Israel es el culpable de la corrupción y la violación de los derechos de los palestinos en la Autoridad Palestina?

Volvemos al principio de esta columna. Las aberraciones en los organismos internacionales y/o al amparo de ellos se hacen porque las respaldan la impunidad y la complicidad de quienes permiten la impunidad. Y por eso está este informe asqueante de una Comisión espuria e indigna; se reproduce la matanza diaria de civiles ucranianos por los rusos hace 4 meses; Siria fue destruida por su propio presidente criminal y obviamente impune; y las dictaduras y sus muchos cómplices se ríen de las democracias y su triste impotencia para frenarlas.

El informe de Pillay y sus socios es para tirar a la basura. Aporta resentimiento e invita al terrorismo a seguir asesinando.

 
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