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| viernes noviembre 22, 2024

Los desafíos de Lior Haiat, el nuevo Director de Diplomacia Pública de Israel


Esta semana,el experiente diplomático de carrera Lior Haiat –hasta ahora portavoz de la Cancillería israelí- asumió como nuevo Director de Diplomacia Pública, o sea el responsable de la coordinación entre todos los organismos encargados de esclarecimiento en el Estado de Israel , además de asesor principal del Primer Ministro Yair Lapid en temas de comunicaciones.

Lior Haiat con el Primer Ministro Yair Lapid

 

Lior Haiat inició  su carrera diplomatica en el curso de cadetes de la Cancillería en 2001. Antes de su nuevo cargo , además de vocero del Ministerio de RREE encabezó el departamento de Medios y Prensa en el mismo.  Fue Cónsul General de Israel en Miami y vocero de las embajadas de Israel en Argentina y en España.

Entre sus funciones en la Cancillería fue Director del Departamento de Centroamérica y el Caribe y vice vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores para los medios de comunicacion israelíes.

Tiene Licenciatura en Economía y Comunicación de la Universidad de Tel Aviv y Maestría con honores en políticas públicas de la Universidad Hebrea de Jerusalem.

Lior es casado y padre de tres hijos.

Claro está que su nombramiento para el cargo de Director de Diplomacia Pública es resultado del reconocimiento del que goza al más alto nivel en el nada sencillo campo de explicar ante el mundo y la prensa internacional los desafíos con los que lidia Israel.

Lior con el Primer Ministro Yair Lapid

 

Compartimos algunos fragmentos de una entrevista que le realizamos tiempo atrás, relevantes también hoy.

 

P: Me pregunto si se puede preparar a un diplomático israelí para los nervios de acero que necesita en muchos lados. Me imagino que tú, por ejemplo cuando estuviste en la Embajada de Israel en Madrid, habrás vivido no pocas situaciones difíciles en las que habrás  pensado “me salen canas verdes”. ¿Conoces esa expresión?

 

R:  Conozco muy bien y estoy buscando una respuesta diplomática. Uno de mis jefes me dijo: cuando no tienes una buena respuesta diplomática, cuenta una historia. Les cuento una historia. Yo llegué al Ministerio de Asuntos Exteriores por un error, tal vez mío o del ministerio, nunca pensé que iba a terminar siendo diplomático. Estudié comunicación y economía y quería trabajar en periodismo, pero una amiga que estudió conmigo en la universidad tenía como sueño ser diplomática. Cuando se publicó el examen del curso de cadetes me llamó y me ofreció que vayamos juntos a hacer los exámenes. Era para no ir sola, porque son muy largos, de 9 horas los primeros. Yo estaba en ese momento en el servicio de reserva en el ejército. Y decía que en realidad, no tenía tiempo ni para llenar los formularios que debíamos llenar. Ella, con tal de no ir sola, completó mis formularios. Al final, yo pasé y ella no. Pasé los segundos exámenes, y después la tercera ronda, hasta que llegó un día que nos invitaron al Ministerio de Asuntos Exteriores, éramos alrededor de 40, para decirnos cuál era el curso, para el que habíamos pasado tantos exámenes. Después de media hora le dije a mi novia en ese entonces, mi esposa hoy: tenemos que salir de aquí, no me parece un buen lugar para mí. Yo tenía cabello largo, la imagen de un diplomático no era la que yo tenía de mi mismo… Me dijo que ya que estábamos ahí esperáramos al final del día para ver. Y esa noche finalmente tomamos la decisión de empezar una aventura entrando al curso de cadetes.

P: Realmente una etapa singular que te abrió a una nueva vida.

R: Te cuento que de los cuatro años y medio que pasé en el servicio militar, casi tres los pasé en el sur del Líbano en los 90…, y recuerdo bien esos momentos cuando estábamos desde las bases mirábamos hacia el sur y veíamos las luces en las montañas. Sabíamos que eran las ciudades, los kibutzim, las aldeas israelíes, y que estábamos ahí físicamente para defender al Estado de Israel, a nuestras familias y vecinos. ¿Por qué digo eso? Porque me llevó muchos años de ser diplomático entender que estoy haciendo lo mismo.

P: Qué lindo concepto…

R:  A pesar de que llegué por error, tal vez ha sido mi destino. En un momento, creo que en 2006, cuando estuve como vocero de la embajada de Israel en Buenos Aires, entendí que mi objetivo es defender al Estado de Israel. Tengo un uniforme diferente, armas muy diferentes, pero el objetivo final es defender a mi familia, mis vecinos y mi patria, que es el Estado de Israel. Eso es lo que me dio la fuerza para estar en lugares muy difíciles, de verdad muy difíciles -mencionaste Madrid, y es uno de esos lugares-, y saber que yo soy la primera línea de defensa y tengo que estar ahí, porque si no estoy yo nadie va a defender a Israel de la misma manera.

Es difícil, creo que hay muchos lugares en los que hay una obsesión sobre Israel, sobre lo que hace Israel, por diferentes razones, una de ellas el antisemitismo, pero no es la única, no es siempre y hay diferentes formas. Realmente es nuestro rol como diplomáticos estar en esos lugares para mantener la seguridad de Israel en el sentido más amplio de la palabra.

A veces son días difíciles, igual que el servicio militar, a veces son días mejores, pero siempre estamos ahí defendiendo el Estado.

P: Por eso hablaba de los nervios de acero, sin duda es una defensa clave en la arena diplomática. ¿En qué medida ves como un desafío ese intento de convencer, de explicar? ¿No es agotador a veces? Me pregunto si este tema de explicar, siempre, a Israel, es uno de los principales retos diplomáticos. 

R: Hay que entender el rol del Ministerio de Asuntos Exteriores y la diplomacia. El rol principal es crear esos lazos entre los diferentes países, los diferentes sectores en el país. Cuando mis hijos eran más jóvenes y me preguntaban qué hace un diplomático, como es difícil explicarlo a un niño de cinco o seis años, yo decía que trabajo en construcción, que construyo puentes entre países, entre personas, entre sociedades, entre economías. Esos puentes no son puentes que uno pueda ver, pero los puede sentir.

Nuestro trabajo no es siempre explicar lo que hace Israel. Esa  es la parte fácil, porque no tengo ninguna dificultad en volver a decir la verdad y otra vez y tratar de encontrar ese punto donde el otro lado me puede entender mejor. Es como un juego, vendemos un producto, es un producto interesante de vender, es un Estado que, como decía antes, es diverso y representa tanto el futuro como el presente y el pasado de la historia de la humanidad. Aun así, cuando hablamos con una persona encontramos cuál es el punto en el que se puede conectar a Israel con sus intereses.  Israel tiene algo especial, que es que se puede conectar con diferentes personas en diferentes niveles, hay lugares donde se pueden crear esos puentes.

 

P: A mí me molesta en especial la gran diferencia que hay a menudo entre discursos y posturas hostiles en la ONU y la actitud de los embajadores que atacaron a Israel en el podio y luego, entre cuatro paredes, dicen  “yo te entiendo, pero…”. ¿Ese es realmente un frente importante con el que hay que lidiar, o quizás como decía Ben-Gurion, la ONU no importa?

R: Es cierto, el mundo diplomático es muy hipócrita, muchas veces uno no dice lo que cree, y ciertamente a veces no dice todo lo que cree. Pero aún así hay momentos en la vida diplomática en los que uno siente que está en el lugar adecuado. Me pasó. Tuve la suerte de estar en diferentes lugares y momentos justamente en esos momentos interesantes, y gracias a Dios tenemos las redes sociales, especialmente el Facebook, que nos hace recordar todos los días qué pasó este día hace tantos años. Justo hoy me recordó que hace tantos y tantos años estuve con un candidato a la Presidencia de Estados Unidos,  Barack Obama, y en ese momento yo tenía la suerte de presentarlo en una rueda de prensa. Poco después ese señor, que vino a visitarnos, pasó a ser la persona más importante del mundo… La importancia de ese diálogo que había tenido con él  unos minutos antes de la rueda de prensa, a lo mejor hizo un poco de diferencia en su manera de tomar las decisiones tan importantes que tomó.

 

Entre la amenaza iraní y el avance de la paz en la región

En Abu Dhabi, antes de un encuentro de alto nivel

 

P: Irán desestabiliza a todos aquellos países en los que se instala intentando siempre aumentar su influencia. Recuerdo que tú estuviste hace unos meses en Emiratos Árabes Unidos, creo que fue cuando viajó la primera delegación oficial israelí. ¿Te parece que  la percepción de Irán como enemigo fue uno de los motores de esa paz y que recién después  de firmada la paz  “estallaron”-en el buen sentido del término- varios campos de cooperación?

 

R: Es parte de eso, tal vez no una parte muy grande, porque de hecho hay varias razones para los acuerdos de Abraham, el nuevo proceso de paz en Medio Oriente.  Mucho antes del anuncio público sobre la firma de la paz, sumándose luego Bahrein, Sudán y Marruecos,  nosotros ya teníamos relaciones no oficiales con esos países. Diplomáticos israelíes trabajaban en esos países, construían los puentes con esas sociedades. Durante décadas esos diplomáticos israelíes crearon, un bloque tras otro, esa realidad que convenció a los líderes de esos países de que sus pueblos están preparados para la paz con Israel.

P: Los contactos se daban por varias vías ¿verdad?

R:  Sin duda. Una de las cosas que hemos hechos en ese contexto fue crear puentes digitales con esos países. Creamos cuentas en las redes sociales en árabe donde Israel en forma oficial hablaba con los pueblos en Medio Oriente. Poco a poco se juntaban millones de seguidores de Israel en esos países árabes que querían entender nuestra realidad. Por muchos años tanto los líderes como los medios de comunicación boicoteaban esa idea de tener acceso a lo que pasa en Israel, la realidad israelí pasaba por un filtro en los países árabes y las redes sociales nos dejaban bajar el filtro y hablar de forma directa con los pueblos. Había muchos mensajes agresivos, hay que mencionarlo también, pero poco a poco había más y más mensajes de quienes se interesaban en Israel, su sociedad, su realidad, su democracia, su economía…

 

P: Eso es un proceso de normalización…

R: La cantidad de gente de los países árabes que preguntaban sobre maneras de venir a Israel para trabajar es increíble. Cuando me enteré de esas cantidades y esos mensajes decía: tenemos algo, tenemos un diálogo que puede durar mucho más, como con algunos países que todavía no han salido a la luz, y con otros países ya era en el punto en el que esos países entendían que sus pueblos estaban preparados.

P: Y tú lo viviste personalmente.

R: En agosto de 2020, poco después del anuncio histórico del 13 de agosto sobre la intención de firmar la paz, recibí una llamada del director general del Ministerio de Asuntos Exteriores. Me llama y me pregunta si tengo el pasaporte preparado, ¿para qué preciso un pasaporte si el mundo está con Covid y no hay ningún lugar que podamos visitar? Y él me dijo: mañana te vas a Abu Dhabi. Pensé que era una broma. Era antes de los vuelos directos, así que volamos a Frankfurt y de ahí tomar un avión de la compañía aérea de Abu Dabi, para llegar muy tarde a la noche, sin saber hacia dónde íbamos. Recuerdo al representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos que nos recibió ahí y nos dijo: te estábamos esperando, bienvenidos a vuestro país, aquí estamos para empezar una nueva amistad…

P: ¿Eso fue antes de la formalización?

R: Después del anuncio pero antes del primer vuelo directo. Llegué con una delegación anticipada, estuvimos cinco días preparando la visita de la delegación oficial. Recuerdo llegar a la terminal de Abu Dhabi esperando el vuelo directo…   En ese momento, cuando llegó el vuelo de El Al, aterrizó, empezó a acercarse en la terminal, recibo una llamada del canal 12 de la televisión israelí y me dicen: “Estamos al aire, no tenemos a nadie ahí, ¿nos puedes contar lo que estás viendo?”. Un buen portavoz nunca hace una entrevista sin preparación, y yo lo hice, sin saber lo que iba a decir, sin preparar un mensaje, empecé a hablar. El 50% de la población israelí me escuchó explicando lo que estaba viendo. Eran 45º al sol, ahí afuera, y yo pensaba en ese momento que por ese día me hice diplomático, no lo entendía antes, para estar en ese momento en Abu Dhabi, ver el vuelo de El Al llegando, entender que estamos empezando una cosa nueva, que nunca ha pasado en Medio Oriente… Conté toda esta historia para decir que justo después tuve una rueda de prensa con 35 periodistas emiratíes, que todos querían hablar con el portavoz de Israel, y me preguntaban decenas de cosas y  ni una tenía que ver con Irán o los palestinos. Todas  tenían que ver con la amistad y el potencial de las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos.

Me pasó casi lo mismo en Bahrein y en Marruecos cuando visité esos países. Esos pueblos esperaban esa puerta. Ya hay vuelos directos entre Israel y Marruecos, funcionan la embajada de Israel en Abu Dhabi y el consulado general de Israel en Dubai. Es un nuevo Medio Oriente, estamos viviendo el sueño de Shimon Peres de crear nuevas amistades y cooperaciones y realmente nuevos puentes entre los pueblos, porque cada acuerdo que firmamos es un nuevo puente, cada proyecto que llevamos a cabo es un nuevo puente, cada reunión con el nuevo embajador de Emiratos Árabes Unidos es un nuevo puente.

P: Muchas gracias Lior.

 
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