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| sábado noviembre 23, 2024

Palestina comete robo de identidad con respecto a Sudáfrica y Namibia


Desde hace 16 años, como miembro de una organización juvenil sionista, nos manifestamos contra el apartheid frente a la Embajada de Sudáfrica en Londres.

Nuestros héroes fueron las figuras judías anti-Apartheid en el Reino Unido, Israel y Sudáfrica. Casi todos los acusados en el Juicio de Rivonia de 1963 eran judíos, a saber: Lionel Bernstein, Arthur Goldreich, Denis Goldberg, Harold Wolpe y otros.

 

Nelson Mandela había señalado: “He descubierto que los judíos tienen una mentalidad más amplia que la mayoría de los blancos en cuestiones de raza y política. Quizás porque ellos mismos han sido históricamente víctimas de prejuicios”. Yo estaba en Johannesburgo en ese eufórico día de la liberación de Mandela.

El Apartheid había comenzado tres años después del Holocausto, promovido por el Partido Nacionalista y la rígida facción Verkampte, cuyos antecedentes de antisemitismo se expresaban a través de su dicho: “¡El judío tiene la cara blanca, pero el corazón negro!”. Cinco años después, visité el Museo del Apartheid en Johannesburgo. Toda conexión judía había sido eliminada. El curador se mostró avergonzado ante mis preguntas.

En 1994, una operación encubierta del Centro Wiesenthal condujo hacia Bariloche, Argentina, revelando una lista de nombres de Neonazis, predominantemente en Sudáfrica. Esto dio como resultado el arresto de un grupo empeñado en traer criminales europeos para asesinar a los mencionados miembros de la lista oficial del Comité Anti-Apartheid.

Para el primero de la lista, Chris Hani, ya era demasiado tarde. Había sido asesinado por el disparo de un inmigrante polaco, Janusz Walus, cercano al supremacista blanco Partido Conservador. El segundo en la lista fue el juez Richard Goldstone.

Durante una visita con nuestro entonces Director para América Latina, Sergio Widder, fuimos invitados por Goldstone a una cena de agradecimiento en Johannesburgo. Si tan solo hubiéramos sabido de su informe posterior sobre Gaza, castigando a Israel, habríamos declinado la invitación.

El robo de identidad

El liderazgo palestino ha cometido constantemente “robo de identidad” para validar su propia narrativa histórica, como en el Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, donde a lo largo de los años reclamaron numerosos sitios, desde la Iglesia de la Natividad en Belén hasta el Monte del Templo, renombrando el Kotel (Muro de los Lamentos) como “Plaza al-Buraq” y exigiendo propiedad sobre los Rollos del Mar Muerto (aún pendiente en su lista de deseos).

La nueva campaña de “Apartheid” en contra de Israel basada en mentiras y robo de identidad, adoptada por Amnistía Internacional, actualmente incluye a Sudáfrica y Namibia, esta última con una historia horrible.

Al trasladarme de Johannesburgo a Windhoek, fui recibido por el difunto líder judío Harold Pupkewitz, quien señaló que en la capital de Namibia todavía había calles con nombres alemanes, como Kaiserstrasse, un vestigio de la mordedura colonial de Alemania en África desde 1884 hasta 1919, perdida tras la Primera Guerra Mundial.

Indígenas Herero

En 1904, los colonos alemanes comenzaron el genocidio de los pueblos indígenas Herero, Nama y San, quienes sistemáticamente fueron deportados al desierto de Namib o bien internados en Shark Island y murieron por los abusos, el hambre y los experimentos médicos por parte de los precursores de Mengele, el monstruoso médico de Auschwitz. Cientos de cráneos fueron asimismo enviados a universidades alemanas. Recién en 2021 se otorgó alguna forma de compensación.

Pupkewitz sugirió: “Si quieres tener una experiencia nazi, visita los instrumentos africanos de Peter en Swakopmund (Namibia)”. Al día siguiente, tomé un vuelo temprano y fui a la tienda. Después de mencionar algunos nombres de Neonazis en Europa, pregunté dónde encontrar memorabilia de Hitler.

Peter explicó que estaba comprando artilugios nazis de alemanes de segunda o tercera generación que estaban intentando llevarse de regreso a su Patria. Luego abrió un “abracadabra” revelando estantes llenos de odio nostálgico. Estos “aparatos no africanos” se vendían principalmente a turistas alemanes.

Compré varios LP originales de canciones nazis, principalmente algunos en alabanza de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Al salir observé unas camisetas con esvásticas. Peter me dijo que se vendieron y enviaron a granel a Alemania. Luego me condujo al Altes Amtsgericht – Hohenzollernhaus (Namibia), donde se organizaban anualmente las fiestas de cumpleaños de Hitler.

De vuelta en Windhoek, Pupkewitz me aconsejó escribirle al presidente Samuel Daniel Nujoma, fundador de SWAPO (Organización Popular de África Sudoccidental). Herido en lucha contra los ocupantes sudafricanos que estaban a favor del Apartheid en Namibia, fue tratado por un médico judío quien le informó sobre el Holocausto.

Nuestra petición fue expulsar a Peter y cerrar su tienda de Artilugios Africanos. Debido a que poseía pasaporte alemán y no tenía ciudadanía namibia, su expulsión fue organizada por Joshka Fischer, entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania. Aparentemente, a partir de entonces, Peter desapareció.

La ocupación de Sudáfrica desde 1915 hasta 1990, especialmente en los años del Apartheid, es un caso de estudio del que abusan aquellos palestinos que se dedican al robo de identidad. Solicitamos a Sudáfrica y Namibia que informen a Amnistía Internacional que no permitirán que se abuse de su identidad.

* Traducción del Centro Simon Wiesenthal para América Latina

 

 

 
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