El día 28 de julio del presente año 2022, el Tribunal del Distrito Basmanny en Moscú tiene programado comenzar las audiencias sobre si terminar las actividades de la Agencia Judía en Rusia. Aparentemente, el cargo es la recopilación de información sobre ciudadanos rusos, un trabajo que la organización ha realizado durante años en la red con la evaluación de solicitudes de inmigración a Israel. Tanto en Israel como en Rusia, la explicación dada por el secretario de prensa presidencial Dmitry Peskov, de que esta medida no tiene relación alguna con detener la fuga de cerebros de Rusia, sino que se trata simplemente de un tema al cumplimiento de la ley rusa[1], no fue tomada muy en serio, ya que aparentemente no existía ninguna razón para que la Agencia Judía haya entrado en conflicto con la ley precisamente ahora.
Hubo tres explicaciones principales por la acción rusa que no son mutuamente excluyentes: la primera es que los problemas de la Agencia Judía fueron daños colaterales causados por la represión general contra las organizaciones extranjeras y los «agentes extranjeros» desde el comienzo de la guerra de Rusia en Ucrania. La segunda es que el gobierno israelí ha enojado a Rusia al inclinarse hacia Ucrania y esta inclinación está particularmente relacionada al primer ministro interino de Israel Yair Lapid. De hecho, algunos de los principales analistas en política exterior de Rusia han expresado nostalgia por el ex-primer ministro Binyamin Netanyahu y esperan que su victoria en las elecciones parlamentarias israelíes del 1 de noviembre, 2022 restaure las relaciones. La tercera explicación – aparte de la negación de Peskov – afirma que Moscú realmente le teme a una fuga de cerebros dada la cantidad desproporcionada de científicos e ingenieros judíos y quiere detener esta hemorragia de su capital humano.
El informe de MEMRI sobre la crisis de la Agencia Judía en Rusia puede leerse a continuación:
Rusia está indignada con Lapid y añora por el retorno de Netanyahu
El profesor en politología y columnista Gevorg Mirzayan afirmó que la amenaza de cerrar la Agencia Judía en Rusia representaba una respuesta dirigida al primer ministro Yair Lapid sobre un tema muy delicado para Israel, su constante necesidad de nuevos inmigrantes para ayudar a defender el país. Si bien Israel hizo alardes al mayor crecimiento demográfico en el mundo desarrollado, una buena parte de ese crecimiento estuvo representado por los ultra-ortodoxos, que «no sirven en el ejército ni pagan impuestos, lo que significa que ellos, al igual que sus hijos, aportan muy poco beneficio práctico para Israel». Luego se encontraban los árabes, muchos de los cuales «no poseen lealtad particular hacia al estado judío». Por lo tanto, la inmigración judía representó la solución más rentable para Israel: «Finalmente, los pequeños recién nacidos israelíes aún necesitan ser criados, educados y entrenados. Es mucho más fácil y rápido importar judíos ya ‘preparados’, educados y adultos, que estén listos para trabajar por Israel.
“Como resultado, hoy los repatriados representan más del 15% de la población de Israel. Mientras tanto, alrededor de 900.000 de los judíos en Israel tienen su origen en Rusia y la antigua Unión Soviética (y su número está siendo incrementado por ciudadanos rusos). Si durante todo el año 2021 casi 7 mil rusos fueron repatriados hacia Israel, luego desde enero hasta mediados del mes de julio, 2022 – fueron 15 mil».
Este desborde estaba perjudicando a Rusia: «Supuestamente, el estado ruso no está contento con el decidido trabajo realizado por la Sokhnut con el fin de alentar la salida de Rusia de valiosos especialistas, científicos y de otro personal importante y necesario para Israel (bueno, tales especialistas también son importantes para Rusia)».
Israel estaba tratando de negociar una solución, pero un impedimento importante era la presencia de Lapid al frente del gobierno israelí: “Sin embargo, existen razones para creer que será extremadamente difícil para Lapid lograr el objetivo de salvar a la Agencia Judía. Y no sólo por el hecho de que las relaciones ruso-israelíes se hayan complicado seriamente en los últimos meses (debido a que Tel Aviv se niega a condenar a los nazis ucranianos y por la intensificación de los ataques israelíes en Siria), es que Moscú se siente extremadamente insatisfecho con la retórica de Yair Lapid. Hace unos meses (mientras aún se desempeñaba en la oficina del canciller) el Sr. Lapid condenó la operación militar rusa en Ucrania».
Mirzayan creía que Israel podía utilizar el proceso de apelaciones para salvar a la Agencia Judía en Rusia al instalar un nuevo equipo al frente y citó a otro peso pesado de la política exterior Andrei Kortunov, director del Consejo de asuntos internacionales de Rusia: «En caso de que Yair Lapid siga siendo primer ministro de Israel, las relaciones ruso-israelíes ciertamente no mejorarán. La situación pudiera ser diferente, siempre que Binyamin Netanyahu regrese a la oficina del primer ministro. Netanyahu y Vladimir Putin han disfrutado durante mucho tiempo de una relación de confianza y se pueden esperar algunos desarrollos positivos de tal relación».[2]
Otro importante analista Fyodor Lukyanov, editor en jefe de Russia in Global Affairs, temía se produjera un mayor deterioro en las relaciones Rusia e Israel a menos que Netanyahu regrese al cargo, algo que no podía ser garantizado:
“Aunque hasta ahora Tel Aviv no ha participado en esta campaña, a pesar de la constante presión ejercida por Washington, ahora, al parecer, veremos a Israel imponer las mismas sanciones que ya han impuesto Estados Unidos y la Unión Europea”. En tal caso, Rusia tomaría represalias, por ejemplo, haciéndose la vista gorda ante las acciones de Hezbolá en Siria. Además, “Israel será incluido en la categoría de países hostiles. Y esto implica no solo restricciones diplomáticas, sino también algunos aspectos financieros”.
El futuro dependía del resultado de las elecciones israelíes: «Si Netanyahu retorna al poder, la situación pudiera mejorar. Esto se debe a la relación que posee Netanyahu con Vladimir Putin. Pero el problema es que todavía no hay garantías para el regreso del ex-primer ministro. Sí y esto es difícil de predecir debido a la volatilidad en la política israelí».[3]
El experto en temas sobre el Medio Oriente Yevgeny Satanovsky, quien es judío y ferviente partidario del régimen de Putin, se unió al ataque contra el analfabeta pro-estadounidense Lapid, «quien ni siquiera posee un diploma de una escuela secundaria, pero como populista este se introduce por si mismo dentro de la arena política israelí». Satanovsky afirma que las relaciones ruso-israelíes se han desarrollado normalmente y su posible ruptura no sería beneficiosa para Rusia, pero si complacería a los Estados Unidos que «está tremendamente celoso de que Israel y Rusia posean relaciones normales» y está tratando de envenenar las relaciones entre los países. Para Satanovsky, una posible solución sería prescindir de la agencia judía siendo esta superflua en las relaciones entre los dos estados y que mantiene vínculos entre las diferentes cancillerías.[4]
La Agencia Judía es víctima de la actual mentalidad de acoso ruso
Otra explicación importante fue que los problemas de la Agencia Judía en Rusia fueron un sub-producto de la guerra en Ucrania y sus repercusiones y quizás fue ingenuo esperar que la Agencia Judía pudiese escapar del destino de otras ONG extranjeras. En un artículo escrito antes de que el tema de la Agencia Judía fuese colocado en el tapete y no estuviese relacionado con la Agencia Judía, la columnista Irina Alksnis escribió la forma en que el concepto de un mundo sin fronteras se había arruinado y el estado tuvo que protegerse contra el poder blando de otros estados y los intentos por subvertir a sus ciudadanos: «En este sentido, el endurecimiento de las normas relativas a la seguridad nacional de Rusia es simplemente otra confirmación formal ante una realidad casi evidente: el proyecto de un hermoso mundo globalizado sin fronteras se está cerrando debido a la insolvencia y la bancarrota. Una tormenta geopolítica se está gestando sobre el planeta, la humanidad está volviendo al sistema tradicional de estructura política y geopolítica, donde el punto de referencia y el sujeto principal son los estados.
«Los ciudadanos del mundo y los ‘nómadas digitales’ tienen derecho a seguir viviendo como deseen, pero deben tener en cuenta sus obligaciones y responsabilidades para con el estado, qué ciudadanía poseen. Sin embargo, esta ventaja corre el riesgo de causarles problemas en un futuro cercano siempre que tengan más de una ciudadanía».[5]
El ex-jefe de la Agencia Judía Natan Sharansky, preso de conciencia en la era soviética, afirmó que el hostigamiento a la Agencia Judía comenzó en el año 2014 en la primera parte de la guerra de Rusia con Ucrania.
Sharansky recordó que todas las demás organizaciones extranjeras que operan en Rusia y recopilan información sobre ciudadanos rusos han sido cerradas por las autoridades rusas a lo largo de los años o han decidido de manera voluntaria abandonar el país.[6]
El politólogo Alexei Makarkin, jefe del Centro de tecnologías políticas afirma que la Agencia Judía estaba sujeta a los caprichos del clima político ruso: «La ruptura con Occidente ha resultado en el hecho de que es inaceptable considerar en Moscú cualquier recopilación de información sobre ciudadanos rusos, que luego sale al extranjero. Esto también se aplica en estimular la emigración de un personal muy valioso para la economía. Este enfoque no tiene una especificidad puramente israelí y se aplica a todos. La situación de una «fortaleza sitiada» conduce a la restauración de la percepción soviética de amenazas – los argumentos relacionados con las libertades democráticas y los derechos humanos ya no funcionan como antes. Si recordamos la historia, entonces el futuro jefe de la Agencia Judía Natan (entonces Anatoly) Sharansky fue condenado en la URSS precisamente por recopilar información sobre los refuseniks (rechazadores) a quienes no se les permitía emigrar a Israel. Esto fue considerado de delito debido al hecho de que alguna vez trabajaron en la industria de defensa (y en la URSS estos incluían una gran parte de la economía), por lo que Sharansky fue condenado en virtud del artículo 64 del Código Penal («Traición a la Patria»). En la Rusia post-soviética, Sharansky, quien en ese momento se convirtió en un político israelí y ocupó repetidamente puestos ministeriales, ya no era percibido como un ‘traidor’ – esto sucedió en el contexto del diálogo con Occidente y el acercamiento con Israel. Ahora las prácticas soviéticas no están totalmente restauradas (en la URSS, por ejemplo, incluso los círculos de estudio del hebreo fueron prohibidos), pero la psicología soviética está retornando».[7]
Mikhail Gurevich, columnista de Kommersant, comparó la alarmada reacción de Israel ante el inminente cierre de las oficinas de la Agencia Judía en Moscú con la reacción indiferente de Moscú a las restricciones de la Unión Europea sobre las sanciones occidentales ante organizaciones rusas tales como la Agencia federal para el trabajo con compatriotas en el extranjero que trabajan con la diáspora rusa y promueven el idioma ruso. La comparación no fue muy halagadora para Rusia
Si la anteriormente vocera de la cancillería de Rusia Maria Zakharova se quejó repetidamente por la ruso-fobia y la opresión de los residentes de habla rusa en Europa occidental, ahora el ministerio ni siquiera levanta un teléfono para llamar a Bruselas y llegar a un acuerdo mutuo que salve a las organizaciones humanitarias.[8]
Andrei Kolesnikov es miembro principal y presidente del Programa de Instituciones Políticas y de Política Nacional Rusa en el Centro Carnegie de Moscú, afirma que la decisión de las autoridades rusas de terminar a la Agencia Judía presagia un fuerte deterioro en las relaciones de Rusia y señala de manera más ominosa a los judíos rusos de que tienen que marcharse mientras puedan.
“El ministerio de Justicia cree que la Agencia Judía violó la ley rusa. En qué consiste esta violación, la agencia judía, que ha ayudado desde 1989 a la repatriación de judíos soviéticos y rusos a Israel, puede no saberlo. Al igual que las oficinas de representación de 15 organizaciones extranjeras — desde la Fundación Adenauer hasta el Centro Carnegie de Moscú — no las reconocieron cuando el propio Ministerio de Justicia las terminó industrialmente en abril del año 2022″.
«La parte legal puede ser ignorada: no hay ninguna duda de que la Agencia Judía», trabajando en el país durante tres décadas, estaba muy bien versada en las leyes rusas. Pero la aplicación de la ley rusa de hoy no conoce fronteras legales: la ley es interpretada únicamente a favor del estado, a favor de prohibiciones y persecuciones por motivos inestables».
Las autoridades rusas están interesadas en acabar con todo remanente de la sociedad civil organizada en Rusia. El reconocimiento a personas y organizaciones como agentes extranjeros es un retroceso a la persecución de la era Stalin ante los «cosmopolitas desarraigados». La campaña fue la airada respuesta de Stalin a la tumultuosa recepción otorgada por los judíos soviéticos a la primera embajadora de Israel en Moscú, Golda Meir.
«Con la terminación de la Agencia Judía – y no existen dudas de que el Tribunal de Basmanny estará de acuerdo con el Ministerio de Justicia – la lucha contra los ‘cosmopolitas’ modernos y se pudiera decir, los ‘sionistas’ continúa con una energía redoblada. Esta es una muy mala señal…
“Si el régimen político ruso, representado por su organismo autorizado, envía un mensaje más que hostil a la organización responsable de la repatriación, esto significa una acción acelerada hacia las relaciones de conflicto con Israel. Esta situación contrasta con las políticas anteriores”.
Rusia se está lastimando a sí misma, pero como Rusia no logró comprender la verdadera situación en Ucrania, no debería sorprendernos que no evaluase la situación en Israel.
“Habiendo tenido querellas con todo el mundo avanzado, solo queda pelear con Israel. ¿Cuál es el resultado? ¿Nuevas prohibiciones de viaje?… ¿Tendrá Israel que repetir la experiencia de la operación alfombra voladora, cuando la fuerza aérea israelí rescató a judíos yemenitas en el año de 1949-1950, o la operación Shlomo en 1991 para rescatar a los judíos etíopes? Tal suposición parece absurda, pero ¿acaso no vivimos ahora en un mundo donde todo es posible?
Los judíos rusos deberían salir antes de que sea demasiado tarde. “Resulta ser que la terminación de la Agencia Judía es una señal para los judíos rusos: ahora definitivamente deben irse. Este no es un problema para la Agencia Judía, sino para las autoridades rusas, que no están demasiado preocupadas con preservar el capital humano”.[9]
[1] Interfax.ru, 22 de julio, 2022.
[2] Vz.ru, 22 de julio, 2022.
[3] Vz.ru, 25 de julio, 2022
[4] Nsn.fm, 25 de julio, 2022.
[5] Vz.ru, 18 de julio, 2022.
[6] News.ru, co.il, 25 de julio, 2022.
[7] Polit.ru, 22 de julio, 2022.
[8] Kommersant.ru, 25 de julio, 2022.
[9] Forbes.ru, 25 de julio, 2022.
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