Foto Tal Cohen
Lo dijo el escritor francés André Malraux: «Una civilización es todo lo que se concita en torno a una religión». Y cuando una religión decae, otra ocupa su lugar.
Sarcelles, Saint-Denis, Mulhouse, Nantes, Chambéry, Estrasburgo, La Rochelle… Las impresionantes imágenes de los estadios llenos de fieles musulmanes, llegados de toda Francia, para la fiesta del Eid al Kabir, setenta días después del final del Ramadán. En Saint-Denis, la ciudad donde descansan los reyes de Francia; en Nantes, la ciudad de los Duques de Bretaña; en Estrasburgo, la ciudad de la catedral y sede del Parlamento Europeo; en Mulhouse, en el corazón de Alsacia.
«En cuarenta años, Francia se ha convertido en la nación de Europa Occidental donde la población de origen musulmán es más importante», informó Radio Vaticano. «No es difícil hipotetizar que estamos cerca de que el islam supere al catolicismo». ¿Y si el adelantamiento ya se ha producido?
«Francia ya no es un país católico», escribe Frederic Lenoir, director de la revista Le Monde des Religions. Le Figaro se pregunta si el islam ya puede considerarse «la primera religión de Francia». Estamos en un país en el que hasta 5.000 iglesias corren el riesgo de ser demolidas de aquí a 2030, advertía el citado rotativo el mes pasado. Cinco mil iglesias corren el riesgo de desaparecer en ocho años, en un país que carece de voluntad política, religiosa y cultural para mantener vivo un patrimonio milenario que representa el alma más profunda de Francia. Tal vez el imán de la Gran Mezquita de París entendió cómo estaban evolucionando las cosas cuando sugirió utilizar las iglesias abandonadas como mezquitas.
El escritor alemán Martin Mosebach observó que «la pérdida de la religión desestabiliza un país». Cuando una sociedad ya no sabe darse a sí misma una razón de ser, otros encuentran una y el vacío dejado por el cristianismo se llena pronto. Incluso un ateo como Richard Dawkins reconoció que «el sonido de las campanas [de la iglesia] es mejor que el canto del almuédano [en la mezquita]».
El islam se está apoderando de las ruinas postcristianas de Europa. Se calcula que, en Francia, por cada musulmán practicante hay tres católicos practicantes. Pero si se profundiza en el análisis se comprueba que esa relación está a punto de invertirse. Comparando únicamente la asistencia semanal a las plegarias del viernes en la mezquita y a la misa dominical, el futuro queda claro: el 65% de los católicos practicantes tienen más de 50 años. En cambio, el 73% de los musulmanes practicantes tienen menos de 50 años.
Hakim el Karoui, asesor del presidente Emmanuel Macron sobre el islam e investigador del Instituto Montaigne, afirma que el islam es ahora la religión más practicada en Francia. «Hay más musulmanes practicantes, entre 2,5 y 3 millones, que católicos practicantes, 1,65 millones».
Lo mismo ocurre con la construcción de complejos religiosos. En Francia hay hoy 2.400 mezquitas, frente a las 1.500 de 2003: «Es el signo más visible del rápido crecimiento del islam en Francia», señala el semanario Valeurs Actuelles.
En un ensayo en L’Incorrect, Frédéric Saint Clair, politólogo y analista, explica: «Al ritmo actual, el hito de las 10.000 mezquitas se alcanzará hacia el año 2100». ¿Tendremos 10.000 mezquitas llenas y 10.000 iglesias prácticamente vacías?
La Iglesia católica ha construido apenas 20 nuevos templos en Francia en la última década, según una investigación realizada por La Croix. Edouard de Lamaze, presidente del Observatorio del Patrimonio Religioso de París, la organización más importante de monitorización del estado de los lugares de culto en el país, reveló:
Aunque los monumentos católicos siguen en cabeza, en Francia se construye una mezquita cada 15 días, mientras que un edificio cristiano se destruye al mismo ritmo (…) Se crea un punto de inflexión en el territorio que hay que tener en cuenta.
La especialista Annie Laurent, autora de varios libros sobre el islam a la que el papa Benedicto XVI quiso como experta para el sínodo sobre Oriente Medio, declaró recientemente en Boulevard Voltaire:
Pese a las repetidas garantías de firmeza del Estado frente al islamismo, y de su rechazo a todo separatismo, se está produciendo lo contrario: el avance de la cultura musulmana en diferentes formas. Un avance que parece no encontrar mayores límites y obstáculos. Está la cobardía de los poderes públicos que ceden a cálculos electorales o clientelares, y también la complacencia de una parte de nuestras élites impregnadas de ideología progresista (…)
Durante mis primeros viajes a Oriente Medio, a principios de los años 80, no veía mujeres con velo, y poco a poco el velo se extendió por todas partes. Es el signo de la reislamización de las sociedades musulmanas y, en este sentido, adquiere una dimensión política y geopolítica. Forma parte de una estrategia de conquista (…)
«Francia se encuentra en un estado de auto-dhimmitud. ¿Qué es la dhimmitud? Es un estatuto jurídico y político aplicable a los ciudadanos no musulmanes en un Estado gobernado por el islam según prescribe el Corán (9:29). [Los dhimmíes] no gozan del mismo estatus cívico que los verdaderos creyentes, los musulmanes. El dhimmí puede mantener su identidad religiosa pero debe someterse a una serie de medidas discriminatorias que pueden afectar a todos los aspectos de la vida, pública, social y privada. No todos los Estados musulmanes aplican hoy en día todas esas disposiciones, pero están en vigor en algunos países. Sea como fuere, el principio se mantiene, ya que se basa en una orden divina.
Los musulmanes traducen dhimmitud como protección, lo que tiende a tranquilizarnos, pero la traducción más adecuada es protección-sumisión: a cambio de la libertad de culto u otras libertades que más o menos se les concedida, pueden ser sometidos a disposiciones especiales, incluida la sharía, a fin de hacerles tomar conciencia de su inferioridad.
«Si hablo de auto-dhimmitud es para expresar la idea de que Francia, por complejo colonial y sentimiento de culpa, se anticipa a una situación jurídica y política que no se le impone (todavía) pero que podría ser realidad el día en que el islam sea mayoritario y, por tanto, capaz de gobernar nuestro país. También hay que tener en cuenta que el islam vive de la debilidad de las sociedades en las que se instala.
¿Hasta dónde llegaremos? «No lo sé, pero la situación es realmente preocupante», concluye Laurent.
Antes de que se convierta en algo dramático, es urgente poner fin a las concesiones que estamos multiplicando al islamismo escondiéndonos detrás de nuestros valores. Porque al hacerlo erradicamos nuestra propia civilización.
Hace apenas dos meses vimos las mismas escenas en el final del Ramadán. Seis mil fieles lo celebraron en el estadio Delaune de Saint-Denis, en las afueras de París. «Alahu Akbar!» resonaba en los altavoces colocados en las cuatro esquinas del recinto. Lo mismo sucedió en decenas de estadios de toda Francia, y en ciudades pequeñas y medianas: en Garges; en Montpellier (10.000 fieles en oración); en Vandœuvre-lès-Nancy, localidad de 30.000 habitantes en cuyo estadio se dieron cita 5.000 fieles. La celebración también tuvo lugar en Gennevilliers.
El mismo desarrollo de descristianización y crecimiento del islam, con diferentes intensidades, se observa en toda Europa.
En un dramático artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el ensayista Markus Günther explica que el cristianismo en Alemania
parece estable, pero en realidad está al borde del colapso. Pastores y obispos, pero también muchos laicos activamente implicados, ven paisajes en flor donde en realidad no hay más que un páramo.
«Estamos dando la espalda a nuestra cultura», escribe Volkert Resing en el último número de la revista Cicero, hablando del fin del cristianismo en Alemania.
En 2021, una media de 390 niños fueron bautizados cada día en Alemania. Hace diez años había 800 bautismos diarios. El año pasado, 359.338 personas abandonaron la Iglesia católica y 280.000 la protestante. En ambos casos se trata de un nuevo récord. El año pasado, 21,6 millones de personas pertenecían a la Iglesia católica y 19,7 millones eran protestantes. El número de cristianos que son miembros de una de las dos iglesias más grandes cayó por primera vez por debajo de la marca del 50%. ¿La caída del Occidente cristiano? Y a quién le importa.
«Por primera vez en siglos», dice la revista Stern, «la mayoría de los habitantes de Alemania no pertenecen a ninguna de las dos grandes iglesias. Una proyección estima que en 2060 sólo el 30% será católico o protestante». Para entonces, las confesiones cristianas habrán perdido la mitad de sus miembros actuales. Y si en 1950 uno de cada dos católicos participaba en los servicios dominicales, hoy sólo una de cada diez personas que se declaran cristianas participa en los servicios religiosos, informa el mayor semanario alemán, Die Zeit.
«La importancia del islam en Alemania aumentará y la del cristianismo disminuirá», explica en el Neue Zürcher Zeitung Detlef Pollack, profesor de Sociología de la Religión en la Universidad de Münster y principal experto del país en tendencias religiosas.
En 2022, por primera vez menos de la mitad de los alemanes pertenecerá a una de las grandes iglesias. Hay una licuefacción. Sin duda, las comunidades musulmanas en Alemania muestran vitalidad en comparación con la mayoría de las comunidades cristianas. El islam es, por contraste, una religión muy dinámica que aspira a la visibilidad.
Desde hace algún tiempo, las escuelas públicas alemanas ofrecen clases sobre el islam.
En 2007, un estudio del Dresdner Bank predijo que «la mitad de las iglesias del país cerrarán», y otro que la mitad de los cristianos del país desaparecerán. Dentro de treinta años, según el Pew Forum, habrá 17 millones de musulmanes en Alemania, frente a 22 millones de cristianos, entre católicos y protestantes, muchos de los cuales lo son sólo nominalmente (en la actualidad, un tercio de los católicos está pensando en abandonar la iglesia). Los fieles musulmanes asentados en Alemania acabarán igualando el número total de católicos y protestantes.
Se trata de una tendencia visible en todo Occidente. «Los musulmanes, los ganadores del cambio demográfico», tituló Die Welt. «Investigadores estadounidenses predicen que por primera vez en la historia habrá más musulmanes que cristianos. Las sociedades cambian. Incluso la alemana».
Entre 1996 y 2016, Alemania perdió más de 3.000 parroquias, pasando de 13.329 a 10.280. En Tréveris, cuna de Karl Marx, la diócesis anunció un recorte sin precedentes en el número de parroquias, que en los próximos años pasará de 900 a 35. A diferencia de lo que sucede con los cristianos, los lugares de culto islámicos están creciendo; en los últimos 40 años pasaron de ser inexistentes a sumar entre 2.600 y 2.700. Nos damos cuenta de cómo ha cambiado nuestro mundo sólo al final de una transformación epocal.
Prácticamente todos los días aparecen en la prensa alemana artículos como éste del Frankfurter Allgemeine Zeitung:
Generaciones de creyentes se casaban en la Kreuzkirche de Hanau, allí hacían bautizar a sus hijos y lloraban a sus muertos. Pero los días en los que las filas de sillas estaban ocupadas incluso durante las clásicas celebraciones dominicales han quedado atrás. Su próxima venta es una nueva experiencia amarga para Hanau. El culpable es el continuo descenso del número de miembros. Esto se debe al cambio demográfico y a que los numerosos residentes musulmanes ya no constituyen una base para una comunidad cristiana.
538 templos abandonados y 49 de nueva construcción: este es el triste balance de las iglesias católicas alemanas en los últimos 20 años.
En Bonn se abandonarán 270 iglesias, algunas de las cuales ya se pueden comprar en el servicio online de la diócesis.
La diócesis del Ruhr sólo quiere conservar 84 iglesias, y 160 tendrán que ser utilizadas para un nuevo fin (…) Maguncia y Hildesheim quieren reducir sus iglesias a la mitad. Aquisgrán ha iniciado un proceso de reducción de edificios del 30%. La archidiócesis de Berlín también ha decidido reducir el número de iglesias en una cuarta parte.
De la diócesis de Münster este mes:
Se han desconsagrado 87 iglesias. En varios lugares, las iglesias se utilizan como residencias de ancianos. Dos iglesias de Marl se utilizan sólo como lugares de enterramiento de urnas. En la iglesia St. Mariä Himmelfahrt de Greven se están construyendo apartamentos. Ya existen proyectos similares, por ejemplo, en Dülmen, Gescher y Herten-Bertlich. La antigua iglesia de Sant’Elisabetta sirve ahora de pabellón deportivo.
En la archidiócesis de Múnich, patria chica del papa Benedicto XVI, en la actualidad hay sólo 37 seminaristas en las distintas etapas de formación, frente a unos 1,7 millones de católicos. En comparación, la diócesis estadounidense de Lincoln, Nebraska, tiene actualmente 49 seminaristas para unos 100.000 católicos.
Se puede ver la misma desintegración en España. «España es el tercer país de Europa con mayor abandono del cristianismo», informó el principal periódico español, El País. El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, ha enviado a todas las parroquias un mensaje en el que anuncia la eliminación de 160 parroquias en Barcelona, para que cada una haga su aportación antes de que se aplique el plan. Un titular de El Mundo decía: «Barcelona cierra parroquias por la pérdida de fieles (…) El arzobispado dejará sólo 48 de las 208».
En 2015 había 1.334 mezquitas en España, y representaban el 21% de todos los lugares de culto del país. En 2018, durante un periodo de seis meses, se construyeron 46 nuevas mezquitas, que elevaron el total a 1.632. El número de mezquitas crece a un ritmo del 20% anual. En Cataluña, en 2004 había 139 mezquitas y en 2020, 284, es decir, un 104% más, según el Departamento de Justicia de Cataluña.
En Andalucía, el número de mezquitas pasó en una década de 27 a 201; en Valencia, de 15 a 201, y en Madrid, de 40 a 116. La demografía es el motor del cambio cultural. Según El País, «para 2030 la población musulmana en España aumentará un 82%».
La misma situación se da en Austria. De Die Welt:
En Austria, la fe católica está en declive y el islam en auge. En el futuro habrá muchos menos católicos, mientras que el número de musulmanes y de personas no adscritas a una confesión aumentará significativamente, según predicen los expertos. En 2046, uno de cada cinco austriacos profesará el islam. En Viena, el islam será la religión más fuerte: en 30 años, uno de cada tres vieneses será musulmán. El porcentaje de católicos será del 42% sólo en el país y del 22% en Viena». En 1971, los católicos representaban el 78,6% de la población de Viena; en 2001, algo más de la mitad; en 2011, el 41,3%, y en treinta años los católicos serán sólo un tercio del total.
Mientras las iglesias están vacías, 3.000 personas se reúnen para la oración del viernes en Floridsdorf, la primera mezquita de Viena. Se erigió oficialmente en 1979 en presencia del entonces presidente Rudolf Kirchschläger, el canciller Bruno Kreisky y el cardenal Franz König. Hoy, el almuédano puede llamar a la oración tres veces al día.
El cristianismo ya no es la primera religión; el islam ha ocupado su lugar. Este cambio debería ser motivo de debate, por no decir de preocupación, pero no de alegre indiferencia.
L’Echo, el principal periódico económico belga, afirma:
Bruselas estaba a la vanguardia de la secularización antes de enfrentarse a una minoría musulmana activa. Hoy, el islam es la primera religión en Bruselas.
El mensual Causeur nos recuerda que Le Vif-L’Express (el principal periódico belga en lengua francesa) publicó una provocadora portada con el titular «Bruselas, musulmana en 2030». El antropólogo belga Olivier Servais confirmó que la presencia musulmana en Bruselas es del 33,5%, y pronosticó una mayoría para 2030.
En Saint-Chamond, localidad francesa de 35.000 habitantes, el Ayuntamiento ordenó recientemente la enajenación de la principal iglesia de la ciudad, Notre-Dame, construida en el siglo XIX. Cerrada al culto desde 2004, privada de las cruces que se alzaban orgullosas sobre sus agujas, este templo acaba de ser condenado a la desconsagración con vistas a su transformación en complejo cultural. Mientras tanto, la semana pasada, cerca de lo que queda de Notre-Dame, el almuédano llamó por los altavoces a los fieles musulmanes para que acudieran a la oración.
Traducción del texto original: Europe’s Twilight: Christianity Declines, Islam Rises
Traducido por Voz Media
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