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| domingo diciembre 22, 2024

La Administración Biden y el espejismo de los dos Estados


Días después de que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, reafirmara el compromiso de la Administración Biden con la solución de los dos Estados, los palestinos respondieron insistiendo en su rechazo a la idea y en su apoyo a que haya más terrorismo contra Israel.

La réplica palestina llegó a través de una encuesta publicada el pasado día 13 por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas y de unas declaraciones del grupo islamista Hamás, que controla la Franja de Gaza. El sondeo reveló que el 69% de los palestinos cree que la solución de los dos Estados ya no es práctica ni viable. Otro 72% cree que las posibilidades de creación de un Estado palestino vecino de Israel en los próximos cinco años son escasas o nulas.

En resumen, los palestinos están diciendo a Blinken y a la Administración Biden que pueden seguir soñando con la fantasía de los dos Estados todo el tiempo que quieran, pero que prefieren la «lucha armada» y el terrorismo a las negociaciones de paz con Israel.

Cuando se les preguntó por el medio más eficaz para construir un Estado independiente, el 51% eligió la «lucha armada». Otro 55% se decantó por la vuelta a los enfrentamientos armados y por una intifada (levantamiento) contra Israel.

Más preocupante aún es que el 72% de la población palestina se declara favorable a la formación de grupos terroristas como la Guarida de los Leones, cuyos miembros han perpetrado en los últimos meses tiroteos contra soldados y civiles israelíes en el norte de la Margen Occidental.

A principios de este mes, Blinken dijo en un discurso ante la Conferencia Nacional de J Street que la Administración Biden seguirá esforzándose por «hacer realidad el objetivo imperecedero de los dos Estados». Y añadió:

Apoyamos esta idea porque es pragmática. Seguimos creyendo, como dijo el presidente en su viaje a Tierra Santa este verano, que la de los dos Estados –basados en las líneas de 1967, con intercambios [de territorio] mutuamente acordados– sigue siendo la mejor manera de lograr nuestro objetivo de que israelíes y palestinos vivan los unos al lado de los otros en paz y seguridad.

En noviembre, Blinken insistió en la fantasía bidenita de los dos Estados, especialmente a lo largo de las notoriamente indefendibles líneas del armisticio de 1949 –en las que se detuvieron los combates en aquel momento–, en una conversación telefónica con el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás.

Las encuestas de opinión pública, incluida la más reciente, revelan que Blinken y su equipo se engañan a sí mismos o simplemente no entienden o no ven lo que la mayoría de los palestinos quiere: que se mate a más judíos y se destruya Israel.

En efecto, no es la primera encuesta que muestra que una mayoría de los palestinos se opone a la solución de los dos Estados. Esto se debe a que claman por un Estado palestino no junto a Israel, sino en lugar de Israel.

Además, no es la primera encuesta que demuestra que la mayoría de los palestinos sigue apoyando a Hamás, el grupo terrorista cuyos estatutos llaman abiertamente a la yihad (guerra santa) y a la eliminación de Israel. Su carta fundacional cita al mentor espiritual de los Hermanos Musulmanes, Hasán al Bana, proclamando: «Israel existirá y seguirá existiendo mientras el Islam no lo erradique igual que erradicó a otros antes».

La creciente popularidad de Hamás entre los palestinos es una clara señal de que la mayoría se identifica con el objetivo del grupo islamista de acabar con Israel.

Al igual que Hamás, estos palestinos quieren sustituir a Israel por un Estado islamista cuyas fronteras se extiendan desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Según el último sondeo, si las elecciones presidenciales de la AP se celebraran hoy, el interlocutor palestino favorito de la Administración Biden, Mahmud Abás, obtendría el 36% y el líder de Hamás, Ismaíl Haniyeh, el 54%. Además, el 75% dijo que quería que Abbas, de 87 años, dimitiera.

Habría sido una buena idea que Blinken hubiera escuchado lo que los dirigentes de Hamás dijeron claramente en los últimos días en las manifestaciones para celebrar el 35 aniversario de la fundación de la organización islamista. Y es que repitieron sus amenazas de «arrancar de cuajo al enemigo sionista » por medio del terrorismo. También elogiaron a los grupos terroristas de las zonas cisjordanas controladas por la AP que llevan a cabo atentados contra israelíes.

Con motivo del referido aniversario, Hamás emitió una declaración el pasado día 14 que básicamente refuta las afirmaciones de algunos occidentales de que se ha convertido en un grupo «moderado» dispuesto a aceptar la solución de los dos Estados:

En el 35 aniversario de su fundación, el Movimiento de Resistencia Islámica [Hamás] confirma lo siguiente: Palestina, desde su río [Jordán] hasta su mar [Mediterráneo], es la tierra del pueblo palestino. Seguiremos aferrándonos a ella por completo, y a nuestro legítimo derecho a defenderla y liberarla por todos los medios, el principal de los cuales es la resistencia armada.

Si los palestinos realmente quisieran su propio Estado junto a Israel, podrían haberlo tenido hace muchos años. Sin embargo, Mahmud Abás y su predecesor, Yaser Arafat, rechazaron todas las ofertas de paz que recibieron de los dirigentes israelíes durante los últimos 22 años, sin presentar siquiera una contraoferta.

«El rechazo palestino se impuso cada vez que se planteó una partición concreta, como la ofrecida por el primer ministro Ehud Barak en 2000 o la propuesta por el primer ministro Ehud Olmert en 2007″. afirmó Efraim Inbar, presidente del Jerusalem Institute for Strategy and Security (JISS). «Cualquier Estado palestino estará descontento con sus fronteras e intentará utilizar la fuerza para alcanzar sus objetivos».

La oferta de Barak a Arafat incluía la creación de un Estado palestino en aproximadamente el 92% de la Margen Occidental y el 100% de la Franja de Gaza, así como el establecimiento de una capital palestina en el este de Jerusalén. Arafat dijo no. Olmert ofreció retirarse del 93% de la Margen, de toda la Franja y de amplias zonas del este de Jerusalén. Abás dijo que no.

Blinken y sus asesores podrían aprender mucho del ex presidente Bill Clinton, anfitrión de la cumbre de paz de 2000 en Camp David. En ella, Arafat rechazó la generosa oferta de Barak. Cuando aquél dijo que no, Clinton golpeó la mesa y le  espetó«Está llevando a su pueblo y a la región a una catástrofe».

Desde entonces, los palestinos han hecho todo lo posible por cumplir la profecía de Clinton. Siguen recurriendo al terrorismo, glorifican a los terroristas y apoyan económicamente a sus familias, y respaldan a Hamás en su yihad para destruir Israel.

Cualquiera que apoye la creación de un Estado palestino estará allanando el camino para que los palestinos utilicen la Margen Occidental y Gaza como plataformas de lanzamiento para atacar y destruir Israel.

Lo último que Israel y sus vecinos árabes necesitan es un Estado terrorista controlado por Irán en la Margen y Gaza, que se utilizaría para lanzar ataques contra israelíes y árabes. Un Estado así sería una receta para la guerra, no para la paz.

Hoy es evidente que el deseo de matar judíos y eliminar a Israel sigue siendo, para muchos palestinos, más importante que la construcción de un Estado que viva en paz y seguridad junto a Israel. Es hora de que la Administración Biden despierte al hecho que Clinton comprendió hace más de 20 años: que el rechazo de los líderes palestinos está arrastrando al pueblo palestino, y a todo Oriente Medio, hacia un futuro sangriento y nada promisorio.

La forma en que la comunidad internacional –empezando por EEUU– puede dar la vuelta al problema pasa por que toda ayuda quede estrictamente condicionada a que los palestinos abandonen sus llamamientos al terrorismo, que ahora infestan toda la sociedad palestina, incluso en los crucigramas. En caso de incumplimiento, deben retenerse los pagos. Si uno va a un banco y pide un préstamo, está sujeto a unas condiciones; ¿por qué no pasa lo mismo con la ayuda? A día de hoy, la ayuda que no desaparece se utiliza abiertamente para financiar el terrorismo, la yihad y el asesinato de judíos.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

 
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