Por Israel


Defendemos un ideal no a un gobierno
Síguenos en Facebook Twitter Twitter YouTube RSS Feed
| jueves marzo 28, 2024

La advertencia de la jurista Prof. Suzie Navot: Si el plan de reforma judicial se cumple, puede ser el fin de la democracia

Una mirada preocupada a la anunciada reforma del ministro de Justicia


Nuestra entrevistada, la Profesora Suzie Navot, jurista, Profesora de Derecho Constitucional y desde hace varios meses Vicepresidenta del Instituto Israelí de Democracia, no ve en la reforma judicial propuesta por el Ministro de Justicia Yariv Levin un plan para corregir nada sino un motivo de seria preocupación que encierra grandes peligros para Israel como régimen democrático.

Esta es la entrevista que nos concedió.

 

La advertencia de la jurista Prof. Suzie Navot: Si el plan de reforma judicial se cumple, puede ser el fin de la democracia

 

P: Suzie, en más de una oportunidad hemos hablado de la problemática de presentar los problemas con términos absolutos, como si se terminara el mundo cuando algo está mal. Y me pregunto si también en el tema que nos convoca hoy, la polémica sobre la “revolución jurídica” anunciada por el Ministro de Justicia Yariv Levin, consideras que hay ser cautelosos o quizás, por el contrario, estás convencida que esto termina mal.

 

R: Esta vez es totalmente distinto. Es una alarma real. No es una reforma, ni un cambio, ni una corrección ni devolución de equilibrios y frenos sino una revolución contra el régimen del Estado, un duro golpe a Israel como estado democrático y la conversión de Israel en un modelo de democracia más parecido a Turquía que a otras democracias.

Hay que recordar que Israel es un pais especial. No hay realmente tres poderes ni un régimen de separación de poderes. Israel es distinto de otros países del mundo. Su estructura constitucional lo expone a peligros de una erosión democrática mucho más que a otros países.

En todo país hay herramientas que descentralizan la fuerza política: una constitución estricta, una división del cuerpo legislativo en dos cámaras, derecho a veto del presidente de leyes promulgadas, un modelo federal, un sistema elctoral regional y a veces inclusive la existencia de tribunales internacionales. Nada de esto existe en Israel.

Israel es el único país, entre los definidos como países libres, que no tiene «herramientas» para descentralizar la fuerza política. En Israel el número “mágico” es  61 porque 61 diputados, la mitad más uno de la Kneset, el Parlamento, es todo lo que se necesita para cambiar leyes fundamentales, la autoridad de los tribunales, el tipo de régimen, para limitar los derechos humanos o cancelarlos. Hay que recordar que una democracia no es solamente el gobierno de la mayoría. En la democracia también tiene que haber limitaciones al poder de la mayoría , para proteger los derechos individuales y a las minorías.

Dado que nuestro modelo constitucional es flexible y una mayoría común de la Kneset puede promulgar cualquier ley fundamental y cambiar así las reglas del juego, y dado que el gobierno es muy dominante en el proceso de legislación y que no hay equilibrios y frenos políticos,  es el Poder Judicial el único con fuerza para equilibrar el poder de la mayoría.

Nosotros tenemos solamente a la Suprema Corte de Justicia para protegernos contra un poder absoluto del gobierno. Y eso eso lo que ahora quieren quitarnos.

Los puntos centrales de la discordia

P: ¿Cómo explicar a los lectores que no siguen el tema en detalle en el día a día, cuáles son los cambios que el ministro planteó?

R: El Ministro de Justicia habló sobre varios temas principales. Por ejemplo, uno es lo que se llama en hebreo “piskát hahitgabrút”, una clásula que permitiría a la Kneset, con solo 61 votos, volver a promulgar leyes que la Suprema Corte canceló. Otro es prohibir que la Suprema Corte pueda cancelar leyes fundamentales, y también que los asesores jurídicos de los ministerios sean puestos de confianza y que se cambie la composición de la comisión que elige a los jueces.

P: ¿Qué tienen en común todas estas propuestas?

R: Ante todo, yo siento que anuncian el fin de lo que en hebreo se llama “mamlajtiut”, o sea un encare a nivel nacional que pone en la mira siempre el bien del país, sin consideraciones políticas estrechas.  Lo que ahora es “mamlajtí”, profesional, neutral en el sector público, pasará a ser “del gobierno”  . A eso se refieren cuando hablan de que los jueces sean elegidos por los políticos, que los asesores jurídicos de los ministerios sean nombrados por los ministros mismos o por su brazo ejecutor, el Director General del ministerio.

 

P: ¿Podrías explicar un poco el tema de lo que en hebreo se llama “ilát hasvirút”? Este término es la posibiilidad que la Suprema Corte cancele una desicion de gobierno o de un ministro por considerar que no es razonable. 

R: El test de razonabilidad es algo que sirve a la Suprema Corte para anular decisiones especialmente extremas del gobierno por ejemplo una que haya sido tomada de acuerdo a consideraciones ajenas al caso, o una desicion corrupta. El año pasado, por ejemplo, los jueces determinaron que era extremadamente no razonable la decisión del Ministro de Finanzas Avigdor Liberman de suspender de forma inmediata los subsidios a las guarderías de los niños hijos de familias ultraortodoxas cuyos padres se dedican sólo a estudiar en yeshivot, sin dar tiempo para prepararse.

 

P: Recordemos ante todo que una determinación de la Suprema Corte contra una decisión del gobierno “de cambio”, el, digamos, anti Netanyahu. Y lo menciono porque el gobierno actual suele dar a entender que la Suprema Corte está “del otro lado”. Sobre esa decisión puntual, sólo para que los lectores que no conocen la interna a fondo, el ministro Liberman, siempre percibido como anti ultraortodoxo, planteó su decisión en ´terminos de permitir subsidios solamente a las familias en las que los dos padres trabajan. Y dijo que era para alentar a que los hombres haredim salgan a trabajar y así mejoren su propia situación. Pero se interpretó la medida como hostil para perjudicarlos. ¿Qué otro ejemplo?

 

R: También se declaró que la decisión de no construir estructuras especiales protectoras para todas las aulas de las escuelas en Sderot, no era razonable. ¿Y qué significa todo esto? Que si no existe la posibilidad de determinar que algo que el gobierno decide no es razonable, los ministros tienen la capacidad ilimitada de tomar cualquier decisión que se les antoje, como ser violar los derechos humanos de  forma extrema, actuar por corrupción. Nuevamente llegamos al tema de la fuerza ilimitada.

 

Política y Derecho

P: ¿Cuál es la lectura política de todo esto?

R: Los cambios propuestos corresponden con la agenda del partido “El Sionismo Religioso”.Todas las propuestas aparecen en su programa de reformas llamado “Ley y Justicia”, redactados por su jefe, el ministro Betzalel Smotrich y el diputado Simha Rotman. Ellos lo llamaron “restart” del sistema. Yo no tengo dudas que ese nombre no es apropiado. Sería más exacto llamarlo “turn off”, porque lo que quieren es apagar el sistema.

P: ¿Todos son problemáticos, cosas que no deben pasar , o tienen aspectos complejos que si fueran un tanto distintos estaría todo bien? O sea…por ejemplo en lo que se llama en hebreo, tal como ya mencionamos,  “piskat hahitgabrut”, una enmienda de la ley que permita a la Kneset cancelar decisiones de la Suprema Corte si ésta dice que determinada ley no es constitucional ¿el problema es que la Kneset pueda hacerlo o que el ministro de Justicia Yariv Levin haya hablado de mayoría de 61 diputados y no de un número mucho más amplio?

 

R: En efecto, una de las propuesta se refiere a “piskát hahitgabrút”. Según lo propuesto, la Kneset podrá volver a promulgar una ley que ya fue cancelada por la Suprema Corte de Justicia porque limitaba en forma desproporcionada los derechos humanos, y podrá hacerlo con una mayoría simple de 61, o sea la mitad más uno  de los diputados. Esa da fuerza absoluta a la mayoría de coalición. ¿Y quién es exactamente la mayoría de coalición? En Israel, el gobierno controla a la Kneset y si dos o tres jefes de partidos exigen una determinada ley advirtiendo que “de lo contrario no hay coalición”, ahí tenemos la mayoría en acción. La Kneset podrá entonces promulgar cualquier ley que se le antoje, alcanzándole 61 votos, sin ningún tipo de limitación. Con eso, no solamente se sobreponen (la palabra a la que se refiere justamente el término hebreo “hitgabrút”) a la Suprema Corte sino también a nuestros derechos. Así nomás. No es cuestión de números sino de un principio peligroso.

 

¿Dramático?

P: ¿Estás de acuerdo con la crítica que dice que “esto es el fin de la democracia”? Sin ser jurista, me permito decir que me parece exagerado.

R: Lo siento mucho, pero esta vez, no me parece exagerado usar ese término. Sí sería el fin de la democracia israelí tal cual la conocemos desde siempre. Cambios de ese tipo fueron aprobados en los últimos años en Polonia y Hungría. Vale la pena estudiar qué pasa en esos países, para tener idea de cómo podría ser Israel si esos cambios son aprobados.

P: No sólo políticos de derecha sino también juristas y expertos en Ciencias Políticas-algunos evidentemente, sólo parte- dicen que precisamente para preserva la democracia es importante reordenar la división de poderes, que la Suprema Corte alteró ya años atrás. ¿Qué te parece?

R Creo que es sin duda un argumento importante y sin duda hay que regularizar, ordenar, las relaciones entre los poderes. Pero la pregunta es cómo se lo hace. ¿Por la fuerza y aplastando a la minoría? Lo digno sería que Israel lleve adelante un proceso que conduzca a una constitución completa, que no se pueda cambiar sus artículos a cada rato según el capricho de alguien. Por ejemplo, se la puede “blindar” con una mayoría de 80 de los 120 diputados. Y entonces, en el marco  esa constitutición, se puede sin duda concebir una “piskat hahitgabrút”.

Sí a ciertos cambios

P: ¿Tú ves necesidad de hacer reformas en el sistema judicial y en la relación entre los tres poderes?

R: Por supuesto. Hay lo que corregir en el sistema judicial. Pero la reforma del ministro de Justicia no aborda los problemas reales , como ser lo prolongados que son los procesos, el tiempo que lleva solucionar expedientes que están 5, 6 ó 7 años en los tribunales. O el hecho que la Suprema Corte de Justicia también sirve de Corte Suprema de Apelaciones civiles y penales del Estado. Hay 15 jueces y una inundación de experidentes. El hecho que faltan jueces, que falta una instancia de apelación después del juzgado de distrito, para permitir que la Suprema Corte se aboque sólo a las cosas de principio, todo eso es importantísimo pero no parece que interese al nuevo gobierno.

P: ¿Qué tiene que ver el juicio a Netanyahu en todo esto?

R: La verdad, no sé qué tiene que ver con eso en este momento.  Pero hay que recordar que los cambios exigidos corresponden con  las posiciones del Primer Ministro Netanyahu y su partido Likud. El Primer Ministro está en juicio por sospechas de corrupción , su juicio está desarrollándose y puede ser que tenga significado  el hecho que se debilita mucho al sistema judicial.  Recordemos que una de las propuestas equivale a una politización del nombramiento de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, y puede ser que llegado el momento, también traten el tema de una apelación en el caso de Netanyahu. El tiempo dirá si hay una vínculo entre el juicio a Netanyahu y las propuestas presentadas.

 

A modo de resumen

P: El Ministro de Justicia le dijo a la presidenta de la Suprema Corte Esther Hayut que su postura será escuchada antes de cualquier cambio. ¿Te parece que esto tranquiliza?

R: Lamentablemente no. Me parece que se trata de meras palabras corteses, nada más. Si el Ministro de Justicia quisiera consultar, asesorarse, claro está que no habría publicado su plan antes de hacerlo.

P: ¿Es correcto ver los cambios que quiere promover la coalición actual como cambio de sistema de gobierno?

R: Si. El ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia Aharon Barak dijo días a tras que quizás el término exacto sería “democracia hueca”.

P: Solemos decir que la democracia israelí es fuerte y que no se la arruina así nomás. ¿Cuáles son sus fortalezas? ¿Seguís pensándolo o hay peligros?

R: En realidad la democracia israelí no es realmente fuerte. Siempre depende de la buena voluntad del poder de preservarla.

P: Hasta ahora siempre lo han hecho.

R. Sí. Pero las democracias pueden debilitarse . Y si el ciudadano no las defiende, al final, la democracia no lo protegerá a él.

P: Ojalá que estés absolutamente equivocada Suzie. Mil gracias por tu tiempo y por toda tu explicación.

R: A ti por todo el interés.

 

 
Comentarios

Confio en que el sistema democrático israeli, sea lo suficientemente fuerte y acrisolado como para impedir una involucion, ,o una mérma substancial en su capacidad operativa e independencia …
es mas, no dúdo que asi será finalmente …

Deja un comentario

Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.

¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.