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| miércoles diciembre 25, 2024

KI TISA-PARÁ 5783


B.H

Éxodo 30:11-34:35

El Pueblo de Israel recibe el mandamiento de contribuir, cada uno, con medio shekel de plata para el Santuario. También son dadas las instrucciones para construir el kior, una gran vasija de agua para el Santuario, junto con el aceite de unción y el incienso. Los artesanos “sabios de corazón” Betzalel y Ahaliav son puestos a cargo de la construcción del Santuario; el pueblo es mandado nuevamente a observar el Shabat.

Cuando Moshé no vuelve en el momento esperado del Monte Sinaí, la gente hace un Becerro de Oro y lo adora. Moshé desciende del monte cargando las Tablas del Testimonio grabadas con los Diez Mandamientos; viendo a la gente bailar alrededor de su ídolo, rompe las Tablas, destruye el Becerro de Oro y manda a matar a los principales líderes de la revuelta contra Di-s. Di-s se propone destruir a la nación errante de Israel, pero Moshé intercede por ellos y dice: “Si no los perdonas, bórrame de Tu libro que has escrito”. Di-s perdona, pero dice que los efectos del pecado serán sentidos por muchas generaciones. Primero, Di-s propone mandar Su ángel junto a la gente para guiarlos, pero Moshé insiste que Di-s Mismo los acompañe hasta la Tierra Prometida. Moshé prepara un nuevo juego de tablas y sube la montaña una vez más, donde Di-s reinscribe el pacto en estas Segundas Tablas. En la montaña, Moshé es agraciado con la visión de los Trece Atributos de Misericordia Divinos. Tan radiante es el rostro de Moshé a su regreso del monte, que debe cubrírselo con un velo, el cual quita sólo cuando habla con Di-s y para enseñarle la ley al pueblo.

 

ALGO VISIBLE

Hacía muy poco que el pueblo de Israel había presenciado la revelación de Di-s en el Monte Sinaí, hacía muy poco tiempo que habían gritado al unísono “¡Haremos y escucharemos!” y, de pronto… hacían un ídolo y al adorarlo gritaban “¡Estos son tus dioses Israel, que te sacaron de la tierra de Egipto!” ¿Cómo es posible que tras llegar a las alturas a las que habían llegado con la entrega de la Torá, cayeran tan bajo?

Todavía estaban en su carne y en su mente las señales de la esclavitud, todavía tenían mentalidad de esclavos, no estaban preparados, como sí lo estuvo la generación posterior, la que entró a la Tierra de Israel, para aceptar que hay algo más allá de lo meramente material. Y esta es la diferencia entre el esclavo y el hombre libre: el esclavo piensa en el descanso y la comida, nada más, solo satisfacer sus necesidades físicas. El hombre libre puede darse el lujo de soñar, de elevarse, de cultivarse. Esto es lo que ocurrió con el Becerro de Oro. El pueblo era, en definitiva, una masa de esclavos recién liberados, por ende no podían concebir algo más allá de lo físico, de ahí que exigieran dioses materiales a los que pudieran ver y tocar.

Muchas veces se ha dicho que de lo ocurrido con nuestros antepasados debemos extraer enseñanzas para nosotros. Tenemos dos opciones en estos momentos: Seguir siendo esclavos que necesitan adorar al Becerro de Oro de nuestros tiempos (los bienes que nos ofrece la sociedad de consumo, las comodidades físicas, el status social, etc), o transformarnos en hombres libres, elevándonos espiritualmente, hasta convertirnos en una morada para que el Creador resida entre nosotros.

 

¿Qué es la «vaca roja» ?

La «vaca roja» (Pará Adumá) era uno de los elementos esenciales de purificación en el Templo Sagrado – en el Beit Hamikdash. Este animal es extremadamente raro. Tiene que ser completamente roja e incluso sus pelos deben ser rojos, sin excepción, y no puede haber trabajado en toda su vida. Cuando una vaca como esta era encontrada, era sacrificada en un lugar cercano al Templo, y sus cenizas, mezcladas en agua y otros ingredientes, eran usadas para purificar a las personas que se quedaron ritualmente impuras por haber tenido contacto con algún cadáver o similares. Aquella persona que era salpicada por el agua tendría que pasar por un proceso de purificación y al término del séptimo día estaba nuevamente pura.

El precepto de la «vaca roja» se encuentra en la categoría de «Jukim – decretos», o sea, las leyes que no somos capaces de entender. Existen preceptos que cumpliríamos de cualquier manera por que sean básicas de la civilización humana, u otras que no cumpliríamos solos, pero somos capaces de entender un poquito de su inmenso significado. Sin embargo, la «vaca roja» esta además de nuestra capacidad de comprensión, y a cumplimos por ser la Palabra Divina, que con certeza tiene un significado muy especial.

En la historia del pueblo judío hubo solamente nueve vacas rojas que se utilizaron para purificar al pueblo. La décima vendrá junto al Mashíaj, que esto sea pronto. Ahora bien, cuando el Gran Templo de Jerusalén estaba de pie, el pueblo traía la ofrenda de Pesaj, para lo que era requisito estar ritualmente puro. Esa es la razón por la que leemos la sección de la vaca roja en la Torá antes de Pesaj. De alguna manera, cada persona debe «purificarse» a si misma, limpiando su cabeza de ciertos pensamientos y midiendo más sus acciones. (www.es.chabad.org)

 

La muerte no es el final

Por Naftali Silberberg

Cuando Di-s le enseñó a Moshé las leyes de pureza espiritual, Él le dijo tanto la manera como cada tipo de contaminación es contraída, cómo es su único y exclusivo proceso de purificación. Cuando Di-s retransmitió las leyes de la persona que se vuelve impura por medio del contacto con un cuerpo muerto, el rostro de Moshé empalideció. “¡Dueño del Universo!” exclamó, “Si uno se contamina de esta forma, ¿Cómo puede purificarse?” (Midrash)

Este Shabat leemos sobre el proceso de purificación de la Vaca Roja. Hay muchas formas de impureza espiritual, variando en gravedad. El tipo más severo de impureza se contrae a través del contacto con un cuerpo muerto. En los tiempos de antes, para poder permitirse el acceso al Templo Sagrado, alguien que contraía esta impureza debía ser purificado por medio del salpicado de agua mezclada con las cenizas de una vaca roja. Leemos esta porción ahora, como preparación al ayuno que precede a la festividad de Pesaj; nos recuerda la necesidad de adquirir pureza espiritual que nos garantice la entrada al Templo durante la festividad próxima. Cuando Di-s le enseñó a Moshé las leyes de pureza espiritual, Él le dijo tanto la manera como cada tipo de contaminación es contraída, cómo es su único y exclusivo proceso de purificación. Cuando Di-s retransmitió las leyes de la persona que se vuelve impura por medio del contacto con un cuerpo muerto, el rostro de Moshé empalideció. “¡Dueño del Universo!” exclamó, “Si uno se contamina de esta forma, ¿Cómo puede purificarse?” (Midrash)

La Torá es eterna. A pesar de que ciertas mitzvot, como ser todos los mandamientos relacionados con el Templo, están restringidas a tiempos y condiciones específicas, todos contienen un mensaje que es aplicable para todos en todos los tiempos. En Pesaj, la “Temporada de nuestra Liberación”, buscamos redención personal. Buscamos dirigir lo espiritual y llenar nuestras vidas; liberarnos de nuestro “Faraón interno” que intenta bloquear nuestro camino hacia el Monte Sinaí y nuestro recibimiento de la Torá. Nuestras preparaciones para esta redención comienzan con el servicio espiritual de la Vaca Roja.

Moshé tenía un profundo entendimiento sobre la naturaleza de la muerte, un entendimiento que lo llevó a su asombro frente al prospecto de cualquier tipo de purificación para una impureza que se contrae por un cuerpo. “Pero tú que te adhieres al Señor tu Di-s estás vivo, todos ustedes, este día”. Di-s es la fuente de toda vida; por lo tanto, todo el que está conectado con Él está vivo. Por eso, es que nuestros Sabios nos dicen “Gente justa, incluso luego de su fallecimiento, son considerados vivos. Gente malvada, incluso cuando están “vivos” son considerados muertos”.

La impureza que se contrae a través de la asociación de un cuerpo es tan grave, ya que es una metáfora para uno que se ha cortado completamente de su línea de vida, una persona cuya vida está totalmente desprovista de propósito Divino. ¡Incluso Moshé no podía imaginar un proceso de purificación que pueda contrarrestar tan grave impureza! Pero, como Di-s gentilmente le explicó a Moshé, la vida luego de la muerte sí existe. Al seguir el procedimiento de la Vaca Roja, la persona inanimada espiritualmente puede comenzar a disfrutar de una vida plena, rica en propósito y sentido. La exclusividad de la Vaca Roja, su cualidad que permite imbuir vida dentro de una carcasa espiritual, es su absurdo: es una Mitzvá que no tiene ningún sentido. Cuando el Rey Salomón, el hombre más sabio de todos, reflexionó sobre esta Mitzvá, exclamó; “Yo dije “me convertiré en sabio”, pero esto va más allá de mi”. Muchas Mitzvot son difíciles de comprender, pero está realmente se lleva la torta. Uno que está totalmente separado de su fuente Divina sólo puede restablecer la conexión a través de su total entrega a Di-s. Esta entrega incluye seguir a Di-s rigurosamente, ya sea si es conveniente, cómodo, sensible o no. El intelecto finito humano ciertamente no es un vehículo con el cual uno pueda conectarse con el Di-s infinito.

La redención de Pesaj es accesible para todos. Sin embargo, primero uno debe volver a conectarse con nuestra fuente de vida a través de internalizar la enseñanza de la Vaca Roja. (www.es.chabad.org)

 

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