Todo parece indicar que Leonardo da Vinci era mitad italiano y mitad judío. Su madre, Caterina, era una judía circasiana nacida en algún lugar del Caúcaso, secuestrada cuando era una adolescente y vendida varias veces como esclava sexual en Rusia, Constantinopla y Venecia, antes de ser finalmente liberada en Florencia a los 15 años. Por lo menos, esta es la conclusión a la que llega el nuevo libro Il sorriso di Caterina, la madre di Leonardo, del historiador Carlo Vecce, uno de los más distinguidos especialistas sobre Leonardo da Vinci.
La versión oficial sobre el nacimiento de da Vinci es que fue el fruto de una aventura pasajera entre el abogado florentino Piero da Vinci y una joven campesina toscana llamada Caterina, de la que no se sabe casi nada. Sin embargo, durante mucho tiempo existió una teoría aparentemente infundada, respecto a que Leonardo tenía orígenes extranjeros y que Caterina era una esclava árabe. Hace seis años, el profesor Vecce decidió acabar para siempre con ese rumor. «Simplemente me resultaba imposible creer que la madre del mayor genio italiano fuera una esclava no italiana. Ahora no sólo lo creo, sino que la hipótesis más probable a partir de lo que he descubierto, es que Caterina fuera judía».
La hipótesis más probable, a partir de lo que he descubierto, es que la madre de da Vinci fuera judía
Vecce era ciertamente la persona indicada para llevar a cabo esta tarea de investigación. Él publicó una antología sobre los escritos de da Vinci y una biografía, Leonardo, traducida a varios idiomas, además de colaborar en la exhibición de los dibujos y manuscritos de da Vinci en el Louvre y en el Museo Metropolitano en el año 2003. Él se embarcó en la investigación para su último libro durante la reconstrucción de la biblioteca de da Vinci, que es donde encontró el documento que cambió todo. Se trata de un documento con fecha del 2 de noviembre de 1452, siete meses después del nacimiento de Leonardo, y firmado por Piero da Vinci en su capacidad profesional: un acta de emancipación respecto a «la hija de cierto Iaakov, originaria de las montañas caucásicas» y llamada Caterina.
De acuerdo con el documento, la dueña de Caterina parece haber sido la esposa del rico comerciante Donato di Filippo, que vivía cerca de la iglesia San Michele Visdomini en Florencia, y cuyo abogado habitual era Piero da Vinci. La fecha del documento está subrayada varias veces, como si la mano de da Vinci temblara al proceder a liberar a la mujer que acababa de darle un hijo.
La esclavitud seguía en práctica en Italia en el siglo XV, aunque en una escala mucho menor que en el imperio Otomano. Sólo la ciudad de Florencia tenía por lo menos 1.000 esclavos, entre ellos rusos, abjasios, turcos, serbios y circasianos del Cáucaso, como Caterina. ¿Quién fue esta mujer que dio a luz a uno de los mayores genios del Renacimiento?
Al investigar su historia, el profesor Vecce trazó otra parte de la historia de los judíos. «Al viajar desde Rusia, Caterina sin duda pasó por la península Taman, cerca de Crimea, que desemboca en el mar Azov». La península debe su nombre a David de Taman, el rey del reino judío Khazar que existió allí durante los siglos VII al X. «Al parecer todavía existían algunos rastros del reino khazaro en el siglo XV, cuando la península estaba controlada por la familia judía genovesa Ghisolfi. La región estuvo gobernada por cónsules judíos hasta que el imperio Otomano le puso fin a fines del siglo XV».
La mayoría de los barcos con esclavos viajaban desde la colonia veneciana implatada en Azov (entonces Tana) hacia Constantinopla. Desde allí, podemos seguir a Caterina a Venecia, y luego a Florencia donde fue comprada por su nuevo amo, Donato di Filippo, quien la puso a trabajar tanto en su taller de confección como al servicio de su esposa. Que ella era una esclava sexual queda atestiguado por el hecho de que ya tenía varios hijos de Filippo cuando a los 15 años conoció a da Vinci, el abogado de Filippo, quien al principio la «tomó prestada» como niñera para su hija Marie y luego se enamoró tanto de ella que la liberó de la esclavitud después del nacimiento de Leonardo.
«Da Vinci mismo no era desconocido entre los judíos», dice el profesor Vecce. «Sus principales clientes se encontraban en la comunidad judía de Florencia».
Piero da Vinci finalmente partió de Florencia hacia Milán. Allí murió Caterina en 1493, y probablemente fue enterrada en la iglesia San Francisco el Grande, donde Leonardo había pintado la «Verginne delle rocce» unos años antes.
En lo que respecta a Donato di Filippo, después de su muerte donó su dinero a la iglesia de San Bartolomeo de Monte Oliveto, donde Leonardo pintaría la «Anunciación». Coincidentemente, el fondo de esta pintura muestra una montaña muy similar al Monte Elbrus, la cumbre más alta de las montañas del Cáucaso. Un puerto oriental bastante similar al puerto por el que pasó Caterina cuando era una esclava, lo cual también figura en la pintura.
De acuerdo con el profesor Vecce, «sin lugar a dudas Caterina alimentó la imaginación del pequeño Leonardo con los recuerdos de sus viajes. El pueblo circasiano tenía fama de ser indómito, libres de mente y salvajes. Me gusta la idea de que ella le enseñara el espíritu de libertad absoluta que encontramos en sus investigaciones científicas e intelectuales. La libertad de una mente que no está limitada por prejuicios ni autoridad».
Este artículo apareció originalmente en «Tablet Magazine».
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.